IIBICRIT   20447
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES BIBLIOGRAFICAS Y CRITICA TEXTUAL
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
Entre la prosa castellana y la poesía gallego-portuguesa: modelos de ‘hispanismo laico’ en el scriptorium alfonsí del siglo XIII. El caso de las Cantigas de Santa Maria
Autor/es:
SANTIAGO DISALVO
Libro:
Anais do V Congresso Brasileiro de Hispanistas
Editorial:
FALE-UFMG
Referencias:
Lugar: Belo Horizonte; Año: 2009; p. 2054 - 2065
Resumen:
Los estudios hispanomedievales en torno a la literatura castellana abarcan ciertamente todos los textos en castellano, surgidos poco antes del siglo XIII, pero no pueden dejar de incluir los escritos en lengua gallego-portuguesa. En efecto, la práctica de la poesía en gallego-portugués está indisolublemente ligada, durante todo el siglo XIII, a la Corona de Castilla y León (así como la poesía catalana y occitana lo está a la Corona de Aragón) A partir del reinado de Fernando III el Santo y sobre todo del de su hijo, Alfonso X el Sabio, la corte castellana reúne tanto a los troubadours transpirenaicos como a los segreres portugueses y gallegos. Se trata de un linaje real estrechamente vinculado a la actividad lírica, que se continuará, en una línea ininterrumpida, con el rey Don Denís de Portugal (nieto de Alfonso X), don Pedro Alfonso, Conde de Barcelos (hijo bastardo de Don Denís), hasta llegar a Alfonso XI de Castilla, heredero del último gran volumen de lírica gallego-portuguesa. El uso del gallego-portugués no sólo está ligado a la esfera de producción lírica (a diferencia de lo que ocurre con la prosa legal, científica, historiográfica, en castellano), sino que parece estar vinculado al particular propósito laico de la realeza de difundir la poesía en romance (en contraste con el verso castellano del mester de clerecía, de procedencia monástico-escolar), a través de la performance cantada en la corte. Así, el cancionero mariano ofrece un punto de inflexión que explica la particularidad del “momento alfonsí”. Y éste es, precisamente, el que se encuentra entre dos modalidades de la misma cultura cristiana: una modalidad monástica y una modalidad laica. Uno de los problemas que evidencian las Cantigas de Santa Maria (obra no menor de la “constelación literaria alfonsí”, que produce sugestivos destellos si es estudiada en el contexto de las “obras mayores” en castellano), es el de cómo “traducir” contenidos, doctrinas y tópicos a una modalidad cultural que es y quiere seguir siendo cristiana, pero ya no clerical. Este “trasvase” cultural, nada pequeño si se piensa en su carácter fundacional, empieza por la traducción del latín al vernáculo. De igual forma ocurre con las Cantigas: el atesoramiento latino de los himnos litúrgicos se abre a la divulgación en romance, en este caso el gallego-portugués. Así como traduce del latín al romance, Alfonso X traduce el conocimiento de una modalidad a otra: habla de la vida consagrada y de los clérigos, siguiendo un contenido monástico, pero trasvasándolo a un ideal laico, propone nuevos modos de consagración y alabanza. En efecto, los temas, tópicos y géneros de una práctica literaria monacal, sus destinatarios previstos y la imagen de auctor/ auctoritas, son retomados pero, al mismo tiempo, “traducidos” por la práctica literaria alfonsí: traducción, reelaboración y adaptación de esos temas, tópicos y géneros, con un propósito y unos receptores nuevos y con una figura nueva de autor delineada en la obra.Las Cantigas de Santa Maria como compendio universal, trabajo de síntesis conocimientos tradicionalmente monásticos, evidencian una aspiración a instituirse como Mariale, es decir, una obra mariana total, una summa que contiene los relatos de todos los milagros que se han podido reunir, la himnodia litúrgica, y la inserción de numerosos elementos doctrinales. Al abrevar de fuentes monásticas, respetando la auctoritas como lo hacen la mayoría de las obras del siglo XIII, las Cantigas no dan, en principio, un salto cualitativo en la modalidad de conocimiento (que es lo que sí puede percibirse con el método escolástico, en la misma época, en Francia). Sin embargo, aportan una novedad: el foco de la creación y difusión de ese conocimiento ya no es el monasterio, sino la corte, cuyo centro es la figura del rey, una nueva modalidad de cultura cristiana cuyos agentes empiezan a ser también laicos.