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Desde que el volcán Chaitén inició su actividad el pasado 2 de Mayo varias plumas de ceniza volcánica se desplazaron por la atmósfera en cercanías de la ciudad de Bariloche, en muchos de los casos entorpeciendo el normal funcionamiento del Aeropuerto local. En particular se registró un episodio de caída de cenizas en la ciudad durante el día 7 de mayo, habiéndose acumulado aproximadamente 2 mm de material piroclástico en la zona. La presencia de ceniza volcánica tanto en la superficie de las pistas del aeropuerto como a diversas alturas en la atmósfera son una amenaza cierta a la seguridad de la aeronavegación (Miller & Casadevall, 2000; Casadevall, 1993 y 1994 entre otros). La presencia de cenizas en el aeropuerto puso en duda su operatividad, por lo cual el día 22 de mayo las autoridades del Aeropuerto solicitaron al INIBIOMA asesoramiento para clarificar este tema y verificar la presencia o no de ceniza volcánica que pudiera permanecer en los poros e irregularidades de las pistas. Dada la urgencia y lo inusual del requerimiento se elaboraron rápidamente estrategias de muestreo que fueran adecuadas para la tarea solicitada. Dado que las condiciones meteorológicas del día 22 de Mayo seguían siendo iguales a días anteriores (lluvia abundante) se propuso un sistema capaz de satisfacer los requerimientos solicitados para el muestreo (colectar la ceniza que pudiera permanecer en las irregularidades de la pista aún en el caso de encontrarse saturada de agua). El sistema de muestreo consistía en congelar el agua presente en los poros mediante el uso de una mezcla eutéctica de hielo seco y solvente orgánico para colectar el hielo que contendría también las cenizas ya que, de estar presentes, éstas se encontrarían originalmente saturadas en agua y al congelarse formarían un agregado junto con los cristales de hielo. Alternativamente se previó una técnica de muestreo para el caso de que la pista estuviera seca utilizando resina epoxi.