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Me propongo reconsiderar críticamente la valoración del uso científico de la dialéctica en Aristóteles. Tras algunas críticas a la influyente lectura de G.E.L. Owen (según la cual la dialéctica constituiría una vía confiable y suficiente para alcanzar los principios científicos), algunos autores tendieron a convertir a la dialéctica en una técnica argumentativa que no apunta, en realidad, a establecer los principios científicos (Smith, Brunschwig, Primavesi); otros, en cambio, supusieron que la dialéctica puede alcanzar los principios, aunque al costo de equiparar éndoxa(opiniones plausibles) a datos observacionales (Bolton). Otros autores consideraron que las opiniones plausibles (en la "dialéctica débil") no pueden de ninguna manera desempeñar el papel de los datos observacionales requeridos por la ciencia (comprometida con un realismo ingenuo) para obtener explicaciones (Irwin), y otros, aun, tendieron a achicar esta brecha entre opiniones y datos observacionales, sugiriendo que toda opinión es realmente plausible si y sólo si expresa algo que es verdadero (i.e. corresponde a los hechos) -con lo cual el examen de coherencia entre las opiniones plausibles ya sería suficiente para establecer hechos verdaderos- (Berti, Vigo). En esta ponencia vuelvo a desplegar el abanico de esta intrincada discusión que articula los conceptos de hechos, creencias, verdad y explicación causal. Aspiro a ofrecer una solución más equilibrada que las arriba mencionadas; para ello, trataré de dar una descripción más adecuada de la técnica dialéctica a fin de explicar cuál es la utilidad científico-metodológica de dicha técnica. El resultado de mi enfoque es que la dialéctica es una técnica necesaria, aunque no suficiente para establecer principios explicativos, residiendo su utilidad científica principal en el establecimiento de hechos verdaderos explicables.

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