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Asumiendo a la familia como una relación entre un conjunto de prácticas hereditarias y filiatorias y un patrimonio ?tangible e intangible- proponemos explorar la construcción de sus relaciones sociales, de sus emprendimientos productivos y de sus posiciones estatutarias, a partir de un ejercicio microanalítico en el cual se articulen la perspectiva estructural del estamento con el desempeño de individuos y pequeños grupos emparentados. Planteamos reconocer y recorrer la transmisión intergeneracional de patrimonios familiares a través de su derrotero intergeneracional, a lo largo del siglo XVII. Nuestra estrategia consistirá en cruzar genealogías de hasta tres generaciones sucesivas con los rastros que han dejado de sus respectivos patrimonios familiares, momento en el cual discutiremos la teoría trigeneracional propuesta por Balmori et al. (Balmori, D., Voss, S. y Wortman, M., 1990, Las alianzas de familias y la formación del país en América Latina, FCE). Paralelamente, abordaremos las prácticas hereditarias y sucesorias como momentos claves de la forma particular que el proceso de acumulación adquirió regionalmente durante esa centuria, la tesaurización. Guiarán nuestro análisis las nociones de don (Godelier, M., 1998, El enigma del don, Paidós) y de generosidad necesaria (Duby, G., 1976, Guerreros y campesinos, S. XXI). Para semejante travesía hemos escogido explorar las actividades patrimoniales inventariadas y registradas de cuatro frentes de parentesco jujeños a través de testamentos, cartas dotales, obligaciones de pago y concierto, etc. Tres de ellos pertenecientes a la élite, pero no constituyendo su centro. Dos de ellos, feudatarios locales (Tapia y Loayza y Tobar), otro con encomienda foránea (Salcedo Poblete) y funcionario de las reales cajas y un último, representativo de sectores medios, un tronco de viñateros y labradores de origen portugués.

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