INVESTIGADORES
LASA Carlos Daniel
congresos y reuniones científicas
Título:
Cómo recuperar el valor del filosofar hoy
Autor/es:
CARLOS DANIEL LASA
Lugar:
ROSARIO, ARGENTINA
Reunión:
Simposio; SIMPOSIO INTERNACIONAL DE FILOSOFÍA. EL FILOSOFAR, HOY; 2005
Institución organizadora:
Dipartimento di Studi sulla Storia del pensiero europeo ?M.F. Sciacca?-Università di Genova ? Universidad del Centro Educativo Latinoamericano
Resumen:
Frente al declinar de la filosofía en Occidente y a la proclama del pensiero debole, el escrito se propone recuperar el valor del filosofar y la capacidad del intelecto de encontrar la verdad. El camino propuesto, entonces, tiene su anclaje en la interioridad objetiva. Es en ella que encontramos la presencia objetiva del ser infinito; de esta manera, la interioridad se configura en la relación entre el polo subjetivo, finito, el del yo, y el polo objetivo, el ser bajo la forma de idea ?realidad, ésta, infinita?. Éste es el punto de partida del filosofar: la síntesis originaria constituida por mi yo y por el ser infinito que no soy. Esta síntesis es dialéctica, pero se trata de una dialéctica de la copresencia y de la implicancia. En efecto, el pensamiento «implica» el ser a la vez que ambos términos ?el yo y el infinito? «coexisten» en una síntesis que los modifica aunque ellos siguen siendo lo que son. Es decir, esta síntesis es copresencia de contrarios, que siguen siendo contrarios y, por ello, cada uno idéntico a sí mismo; y verdaderamente, en tanto contrarios, no se excluyen ni se niegan. Esta implicación y copresencia imprime al espíritu su intrínseco dinamismo: el dinamismo perenne e inagotable que busca la actualización de un contenido infinito y que, por eso, resulta irrealizable en la vida temporal del hombre. La realidad de la interioridad metafísica supera la fractura entre fenómeno y noúmeno, constituyéndose, de este modo, en la vía regia del saber metafísico. En efecto, será en su interior el lugar en el que el hombre encuentre aquella luz del intelecto: el Ser bajo la forma de idea, forma y objeto del mismo. De tal modo, el objeto propio del intelecto no será el ente finito sino un ser infinito, absolutamente inteligible, el cual trasciende toda finitud, toda clausura y, por medio del cual, la realidad finita y cambiante es juzgada.