Sciacca, Ortega e il soggettivismo

CARLOS DANIEL LASA

Génova-Buenos Aires

Otro; Curso de la “Cátedra Sciacca”; 2005

Dipartimento di Studi sulla Storia del pensiero europeo “M.F. Sciacca”-Università di Genova.

Ortega y Gasset, al igual que Sciacca, rechaza tanto el subjetivismo como el realismo. Ambas posiciones resultan ser puras abstracciones; en efecto, el subjetivismo concibe un sujeto sin un afuera, y el realismo, contrariamente, es un puro afuera, sin ninguna inmanencia, sin admitir ninguna relación del sujeto para consigo mismo. Así, pues, Ortega sostiene que la realidad, concebida en términos de vida, es a la vez inmanente y trascendente, denominando a esta última realidad “circunstancia”. La vida, que encierra tanto la realidad inmanente como la trascendente, es principio y fin de todo. En este sentido, la vida equivale a devenir, fuera de la cual nada es. Sciacca piensa que el pensamiento orteguiano funda sus raíces en Nietzsche. Si bien intenta superar el subjetivismo moderno admitiendo otra realidad allende el sujeto (o sea la circunstancia), no alcanza sin embargo, a ver el fundamento objetivo del pensar. Sciacca, filosofando a partir del hombre mismo, del ente inteligente finito, descubre en su mismo seno la presencia del ser infinito bajo la forma de Idea. En la interioridad metafísica de la persona humana anidan dos polos: el ser infinito y el yo. La interioridad, para Sciacca, es la presencia de la verdad a la mente: en ella encuentro el camino hacia la metafísica, ya que en la interioridad misma hay una realidad infinita que siempre me obliga a trascender. Claro está que esta trascendencia no es horizontal –es decir, una trascendencia dentro del ámbito del devenir–, sino una trascendencia que tiene a la eternidad como meta.