INVESTIGADORES
PAGE Carlos Alberto
libros
Título:
La Plaza Mayor de la ciudad de Córdoba
Autor/es:
PAGE, CARLOS A.
Editorial:
Junta Provincial de Historia de Córdoba
Referencias:
Lugar: Córdoba; Año: 2003 p. 90
Resumen:
La ciudad hispanoamericana ha sido profundamente estudiada. Citar los innumerables libros que sobre ella se han escrito desde las posturas y disciplinas más diversas no es nuestro objetivo. Aunque sí creemos que esos mismos estudios no hubieran sido posibles sin la realización de otro por demás enorme y erudito cuerpo de investigaciones sobre temas precisos de la ciudad. Todos ellos se encargan de buscar el esclarecimiento tanto de los antecedentes como del increíble desarrollo que alcanzaron durante el Antiguo Régimen, coincidiendo y aportando cada uno sus propias particularidades. Frente a este panorama el tema de la Plaza Mayor pasa a ser sino el fundamental uno de los más relevantes en la historia de la ciudad hispanoamericana. Pues la Plaza Mayor representa el centro y corazón de las comunidades urbanas de la colonia, constituyéndose –como expresa Rojas Mix- en el patio de una gran casa como es en definitiva la misma ciudad[1]. Tratada incluso desde distintas disciplinas e inclinaciones ideológicas, confluyen valiosos estudios que hacen referencia no solo a los aspectos urbanísticos y arquitectónicos sino también a las relaciones institucionales, los rasgos políticos y religiosos, la vida cotidiana y diversos considerandos que giran entre los culturales e incluso sanitarios y de abastecimiento. Todo ello hace referencia a este claro proceso ocupacional iniciado por España con un sólido modelo perfectible y acabado a la vez, que estructuró una tipología urbana con una fuerte singularidad. En 1915  J. Galindo y Villa irrumpía con el tema de la Plaza Mayor haciendo referencia a la de México. Algunos años después F. Guerrero Moctezuma (1934) estudiaba las plazas del virreinato de Nueva España en relación con las Ordenanzas de Felipe II. Pero indudablemente Robert Ricart al analizar la Plaza Mayor en España y América, en la edición en francés (1947) y luego en castellano (1950), marcó profundamente a futuros investigadores con un artículo clásico en la historiografía que nos ocupa. Cada ciudad fue paulatinamente estudiando sus representativos símbolos urbanos, como podríamos definir a la Plaza. Así lo hicieron en 1961 los alumnos de Enrico Tedeschi al relevar la Plaza de Armas del Cuzco, o bien E. Marco Dorta en 1966 con su trabajo sobre la Plaza Mayor de Lima. También otros espacios coloniales, como la Plaza de santo Domingo en México, fueron estudiados por Álvarez y Gasca en 1971. Un momento de reflexión sumamente importante que marcará un nuevo tiempo en las investigaciones fue el “Forum et Plaza Mayor dans le monde Hispanique”, desarrollado en 1976 y publicado dos años después por la Casa de Velásquez, dirigida entonces por François Chevalier. En el coloquio se analizó el ágora griega, el foro romano, la Plaza Mayor en España y en América e incluso en Italia. Participaron Robert Martín, Raymond Chevalier, Bruno Vayssiere, Antonio Bonet Correa, Franco Mancuso, Robert Ricard y el mismo compilador. A partir de entonces nuevos enfoques y mayor participación comenzaron a desplegar trabajos de gran notoriedad académica. En este sentido uno de los más logrados es el de Rojas Mix, que realiza sobre la Plaza Mayor de Santiago de Chile. Aquí suma a su comprensible y didáctica investigación un cuerpo erudito como quizás no lo tenga otro.  Distintos elementos de la Plaza Mayor también fueron cobrando identidad propia para su estudio particular. Así por ejemplo y aun antes del trabajo de Galindo y Villa aparece un libro que sobre el rollo había escrito en 1907 Bernarldo de Quirós intitulado “La Picota. Figura del delincuente” y posteriormente “La picota en América” (1948). A partir de este último se comenzaron a publicar varios estudios específicos como por ejemplo el de Ferrer González sobre los rollos que se encontraban en la provincia de Guadalajara o, el que analizamos nosotros, de González Blanco: “Horcas y picotas en La Rioja”, publicado en 1981, quien le imprime a su erudito y exhaustivo estudio una visión funcional de los rollos incluyendo el uso en otras partes del mundo. Como veremos en el transcurrir del presente texto la Plaza Mayor tuvo como inseparables compañeros al Cabildo y a la Iglesia Mayor o, según los casos, la Catedral. Ambos edificios actuaban en conjunto en determinadas ocasiones y participaban activamente con las funciones de la Plaza Mayor. En tal sentido las exequias reales eran de las celebraciones que contaban con la mayor cantidad de público que asistía fundamentalmente al templo a contemplar el homenaje que se hacía al monarca. A tal efecto se construían túmulos y en este tema el trabajo de Pouncet sobre los limeños es amplio y esclarecedor, continuando la línea que había iniciado Francisco de la Maza en 1946 al estudiar los túmulos de México, Bonet Correa en 1960 al hacerlo sobre los de Carlos V, o Berlín y Muñoz en 1962 con los de Guatemala, entre otros. Del Río de la Plata solo tenemos descripciones de las exequias en trabajos como los realizados por Torre Revelo en 1932 y Lafonte Machain en Buenos Aires, entre otros. Los juegos desarrollados en las Plazas Mayores constituían uno de los mejores momentos de regocijo de la población. Toros y cañas fueron los predominantes y sumamente numerosa su bibliografía, sobre todo para las manifestaciones taurinas tan apegadas en el pueblo español. Toda esta conjunción de actividades lúdicas que se concentraban en el periodo colonial bien pueden resumirse en el trabajo de López Cantos, publicado en 1992, o también en la edición de Manuel Núñez Rodríguez de 1994, donde el discurso de la fiesta expresa una parte del modo de vida de los individuos. Estos trabajos han reencausado los estudios sobre la mentalidad y la cultura, emergiendo el festejo público como una forma de captación mediática de una voluntad popular sometida al orden y la fiesta colectiva y espontánea surgida de un pueblo que busca la transgresión. Merece destacarse, entre varios escritos sobre Córdoba, el trabajo de Andreas Flöel de 1997. Trabajos específicos sobre la Plaza Mayor de las ciudades argentinas solo puede señalarse el de Ramón Gutiérrez y Sonia Berjman, seguramente el más completo que trata el tema en forma singular, incluso siguiendo una evolución de la Plaza Mayor de Buenos Aires hasta nuestros días. De la ciudad de Córdoba, sobre todo de los primeros tiempos, se ocupó innumerables veces el doctor Carlos Luque Colombres. También fue este investigador el que escribió sobre la recova de la Plaza que aparece poco antes del gobierno de Sobre Monte. Precisamente el marqués será quien produce una transformación notable en la ciudad mediterránea introduciendo en la Plaza Mayor una fuente que bien relata sobre su construcción y la obra de su hacedor el historiador Torre Revelo de 1946 y el padre Guillermo Furlong SJ en varias ocasiones.