INVESTIGADORES
PAGE Carlos Alberto
libros
Título:
La estancia jesuítica de Alta Gracia
Autor/es:
PAGE, CARLOS A.
Editorial:
Universidad Católica de Córdoba - Universidad Nacional de Córdoba
Referencias:
Lugar: Córdoba; Año: 2000 p. 230
ISSN:
987-43-1837-6
Resumen:
El proyecto se inscribe dentro de dos circunstancias especiales que son: por un lado, la conmemoración de los 400 años de la instalación de la Compañía de Jesús en Córdoba, sede de la provincia jesuítica del Paraguay, y por el otro el proyecto de inclusión de la manzana jesuítica y las estancias dentro del listado de Patrimonio de la Humanidad que concede la Unesco. En esta serie de estudios emprendidos hace algunos años se desarrollan en especial los aspectos artístico-arquitectónico, aunque para comprender la verdadera dimensión del Monumento fue preciso desarrollar ampliamente otras temáticas fundamentales de su evolución histórica. De esta manera se inicia la investigación de la Estancia Jesuítica de Alta Gracia con la conformación de la estancia y ocupación y uso del suelo y de quienes fueron sus primitivos propietarios y donantes, en medio de un lejano tiempo donde las condiciones de vida en la campaña cordobesa eran bastante dificultosas. En ese contexto nacen las estancias jesuíticas con una organización económica de avanzada y ejemplo en su tiempo. Estos establecimientos rurales se constituían así en una especie de reductos de vida aislados y a su vez integrados en un complejo sistema económico y cultural que unía amplias regiones de los hoy países de Uruguay, Brasil, Bolivia, Paraguay, Chile y por cierto Argentina. Para ello se buscó la especialización regional de la economía y se trazaron importantes vías de comunicación que entretejían y consolidaban la economía regional. Se desarrolló entonces todo un basto sistema inteligente cuyo fin era costear los gastos de la educación. Pero indudablemente el aporte de la orden jesuítica no solo se resumió a esta avanzada propuesta económica sino que sus límites socio-culturales se extendieron a diversos campos de las ciencias y las artes, dejando su destacada e imborrable impronta en la conformación cultural de América Latina. Durante la administración jesuítica se construyeron los edificios de la residencia, la iglesia, el obraje, el tajamar, ranchería de esclavos y muchos otros vestigios que, como alguno de los nombrados, no todos nos llegaron a nuestros días. La expulsión marcó un punto significativo en donde quedó derrumbado no solo la economía de la Universidad, sino también un sistema cultural arraigado firmemente en Córdoba, “la docta”, adjetivo este último utilizado por funcionar en ella su prestigiosa Universidad, precisamente fundada por los jesuitas que para su lógico sustento necesitaron del apoyo económico de las estancias. Una de ellas y sin duda con enorme importancia, fue la de Alta Gracia, donde se desarrolló una incipiente manufactura de variadas telas que salían de su obraje para luego encaminarse su orientación a la cría e invernada de mulas, que fue el producto más redituable del siglo XVIII. Pero la estancia, al igual que todos los valiosos bienes jesuíticos fueron confiscados y desterrados sus propietarios, la decadencia y discutible administración del gobierno fueron los causantes de un deterioro acelerado, que pareciera detenerse con alguna esperanza de progreso al ser adquirida nada menos que por el virrey Santiago de Liniers, héroe de las invasiones inglesas, con sólidas condiciones de lealtad que dejó impregnada en una decisión crucial que le costó su propia vida al ser fusilado en los albores de nuestra independencia. Indudablemente Liniers fue la figura que sobresalió entre otras no menos importantes. Pero remitiéndonos a la evolución del edificio cabe realizar un extendido salto en el tiempo cuando se lo declara Monumento Nacional y en pocas décadas se procede a su restauración y cambio de uso como Museo Nacional. En ese proceso de transformación y restauración acontecen hechos también significativos en cuanto a los hallazgos arqueológicos y técnicas de restauración hasta entonces de alcances limitados. Hoy la Casa Grande que fuera importante establecimiento rural jesuítico y morada del que fue gobernador de Córdoba Victorino Rodriguez, fusilado junto Liniers, y del no menos destacado José Manuel Solares, fundador de Alta Gracia, se constituye en uno de los testimonios construidos más significativos del país y contenedor emblemático del ambiente dieciochesco que dejó sus huellas en el continente con una profunda convicción.