INVESTIGADORES
ROSAL Miguel Angel
capítulos de libros
Título:
Caminos y viajeros en la Hispanoamérica colonial
Autor/es:
MIGUEL ANGEL ROSAL
Libro:
Raíces y Alas. Estudios ofrecidos a la Profesora Silvia Mallo con motivo de su jubilación.
Editorial:
Universidad Nacional de La Plata
Referencias:
Lugar: La Plata; Año: 2012; p. 319 - 335
Resumen:
Resumen:Hacia fines del siglo XVIII una tercera parte del continente americano estaba bajo dominación hispánica, si bien en extensas zonas la presencia del hombre blanco no era efectiva; el territorio en cuestión abarcaba desde las regiones sureñas de los actuales Estados Unidos de Norteamérica hasta los confines de la Tierra del Fuego, exceptuando los dominios portugueses -el Brasil-, las Guayanas y algunas islas del Caribe.Salta a la vista, sin duda, la magnitud del Nuevo Mundo y los obstáculos -léase altas cumbres, penosos desiertos, caudalosos ríos, espesas selvas- que se presentan, incluso en nuestros días, para que regiones más o menos distantes tengan una fluida comunicación. Sin embargo, obstáculo no significa impedimento, ni aun en los lejanos días del siglo XVIII; no con poco esfuerzo, es verdad, eran vencidas las continuas dificultades que desafiaban al arriesgado viajero a lo largo de los ásperos caminos de entonces. Caminos que, en su gran mayoría, no eran tales: en los llanos eran simples huellas que se iban formando con el continuo pasar de las carretas; en otros ámbitos topográficos, ni siquiera eso.Dichas arterias, en general, no eran reparadas, y era el propio viajero quien debía allanar las trabas que se le presentasen, si bien excepcionalmente hubo funcionarios de Indias que se preocuparon por la construcción y conservación de caminos. Sin embargo, lo común fue la existencia, en el mejor de los casos, de una infraestructura deficiente, agravándose la situación en regiones montañosas y/o boscosas; en las regiones tropicales, las únicas rutas existentes eran las fluviales, muy penosas cuando se debía remontar la corriente. Los puentes prácticamente no existían, por lo que los viajeros, de no haber balsas, debían vadear los ríos o esperar, e ocasiones varios días, a que las aguas bajaran. A pesar de todo, sabemos que, si bien con variadas dificultades, a fines del siglo XVIII se podía viajar por tierra desde Santa Fe -Santa Fe de Nuevo México en los actuales Estados Unidos de Norteamérica- hasta Buenos Aires.Los medios de transporte más utilizados en las llanuras eran las carretas -aun cuando Alexander von Humboldt señala que no vio ninguno de estos vehículos en los llanos venezolanos- y los caballos; en la montaña, la mula era más eficaz, o se iba directamente a pie, aunque en ocasiones se marchaba a espaldas de un indio. Canoas y balsas se usaban en los ríos, y para cruzarlos, la oroya, empleada desde tiempos prehispánicos, y la pelota, embarcación de origen indígena, entre otros medios utilizados.El equipaje del viajero debía ser amplio y variado; casi nada de aquello que era cotidiano en su casa y en su villa habría de encontrar en el camino, de allí que los grandes carretones fueran una especie de hoteles ambulantes donde la ropa y la cama del viajero se acomodaba junto a los alimentos y, a veces, la leña y el agua que habría de consumir durante el trayecto. Las postas, cuando existían, eran, en general, incómodas y eran pocos los servicios que podían ofrecer.Con respecto a los viajeros, podemos señalar que todos los estratos sociales estaban representados, desde los desventurados esclavos hasta los funcionarios indianos de la más alta jerarquía, pasando por profesionales, estudiantes y eclesiásticos de distinto nivel, y esto sin tener en cuenta a los ?viajeros impenitentes?, tal el caso de los troperos, los arrieros, etcétera. En cuanto a los móviles, el desplazamiento de los hombres podía hacerse ?por deber, por vocación, por interés o por gusto?, si bien eran muchas las singularidades que podían adquirir en cada caso.En síntesis, el presente trabajo es sólo un apretado resumen de investigaciones sobre la temática llevadas a cabo hace ya algún tiempo, para lo cual hemos utilizado como fuente primordial los propios testimonios de los variados -miembros de expediciones científicas, obispos en sus visitas pastorales, funcionarios de Indias, etc.- viajeros, dieciochescos en su gran mayoría.