INVESTIGADORES
ROSAL Miguel Angel
artículos
Título:
Manifestaciones de la religiosidad católica afroporteña, 1750-1860
Autor/es:
MIGUEL ÁNGEL ROSAL
Revista:
IDEA VIVA
Editorial:
ELEFANTE BLANCO
Referencias:
Lugar: BUENOS AIRES; Año: 2006 p. 78 - 84
ISSN:
0329-9309
Resumen:
El presente trabajo significa una suerte de informe ampliado de pesquisas llevadas a cabo a lo largo de estos últimos años (y que aún continúan) sobre la  temática de la religiosidad afroporteña durante las postrimerías del período hispánico y las primeras décadas del lapso independiente, utilizando una vez más como fuente principal los testamentos de morenos y pardos, asentados en los Protocolos Notariales, no siempre valorados en su justa dimensión por los estudiosos de la institución esclavista. Para ello hemos revisado la serie casi íntegra de los registros hasta 1835 realizando un muestreo para los últimos cinco lustros del período; la información se completó con datos provenientes de las Sucesiones. Tanto unos como otras se hallan depositados en el Archivo General de la Nación. Es indudable el valor que tienen los testamentos como fuente histórica, ya que por sus características nos pueden brindar una visión panorámica y a través del tiempo de la vida de los otorgantes, diferenciándose de aquélla que sólo nos presenta la imagen de las personas en un momento dado, como por ejemplo, los censos o las listas de oficios; a través de aquellos podemos saber, además del nombre del otorgante, su naturaleza y/o vecindad y/o residencia, su filiación, su estado de salud, su estado civil, su descendencia, su estado patrimonial (bienes propios y/o gananciales, deudas, créditos, etc.), sus herederos, y su grado de alfabetización, entre una innumerable cantidad de datos que podemos extraer de la lectura y análisis de esta fecunda documentación. Pero además, el testamento tenía, hacia la época que estamos estudiando, una significación jurídico-religiosa per se, pues a través del mismo se ordenaban las cuestiones temporales en función del bien espiritual del testador. No sólo se pagaban deudas, se satisfacían injurias y se evitaban pleitos entre los futuros herederos. A través del testamento se refirmaba la fe católica, se buscaban los intercesores y se encomendaba el alma, se expresaban los deseos sobre la mortaja, las formas de funeral y el lugar de enterramiento, se realizaban las mandas forzosas, se manifestaba la cofradía a la cual pertenecían y se hacían las mandas pías voluntarias (limosnas, donaciones, libertad de esclavos, etc.), realzando el rasgo piadoso del hecho de testar. Tanto la Iglesia –recordemos que muchos de los bienes eclesiásticos fueron recibidos por vía testamentaria, y que por lo tanto no le convenía la muerte intestada- como el Estado, eliminando trabas y formalidades, alentaron el acto de testar.