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El texto frente al que el lector se encuentra constituye el volumen II de una serie que denomináramos Diversidad e integración en nuestra América. Se enmarca en un proyecto que tiene por finalidad ofrecer un repertorio significativo del pensamiento latinoamericano a lo largo de su historia independiente, construido en torno a los ejes ofrecidos por las categorías de diversidad e integración, puesto que expresan verdaderos índices del carácter crítico y alternativo de un segmento decisivo de la producción intelectual latinoamericana. De la modernización a la liberación es el subtítulo con que comprendemos el período de va de 1880 a 1960 de nuestra historia. Ambos términos configuran tópicos específicos de los discursos que oportunamente pretendieron desplegar interpretaciones sobre la realidad subcontinental y, al mismo tiempo, expresan una articulación densa de las representaciones de las épocas que, en el caso de este volumen, constituyen su comienzo y su final. El período al que hemos circunscrito la producción de ideas en América Latina (1880-1960) constituye una porción muy amplia de la historia independiente del continente. Por lo mismo su espesor histórico es lo suficientemente denso como para ser atravesado en mayor o menor medida por todas las tradiciones ideológicas latinoamericanas, en términos de una consumación de formaciones precedentes o como condición de posibilidad para la gestación de discursos, cuya circulación resulta posterior a 1960. El conjunto de los trabajos que componen el volumen intentan identificar diversas modalidades de articulación de las ideas de diversidad e integración en el pensamiento de autores latinoamericanos entre 1880 y 1960. Estos conceptos deben comprenderse como dimensiones específicas de un mismo fenómeno, puesto que la integración se despliega como articulación de elementos de naturaleza diversa. La celebración de la diferencia en la filosofía contemporánea tuvo un sesgo crítico que impactó en los modos de formulación de todo relato que se presumiera alternativo, pero en América Latina la trayectoria del concepto de diversidad, con mayor o menor nivel de explicitación teórica, posee una larga tradición, en la que confluyen, por una parte, la problematización de la identidad latinoamericana, en un movimiento que hace ostensible la existencia de múltiples formas de subjetividad que se identifican como articulables a una cierta idea de identidad continental; y por otra parte, el itinerario que siguieron las distintas modulaciones de los discursos contestatarios de la región, desde los cuales la demanda de un sujeto subalterno se vio inscripta en un registro ético-político. El reconocimiento de la condición multiétnica y pluricultural de América Latina ha podido, de un tiempo a esta parte, promover la reconfiguración de la idea misma de Estado en beneficio de nuevos modos de consagrar la autonomía de ciertas etnias. Este es un proceso que va más allá de la ampliación de derechos individuales e implica un reconocimiento de derechos colectivos. Todas estas modulaciones del concepto de diversidad son pensadas como reverso de una noción de integración de fuerte impronta en la historia de las ideas latinoamericanas, que oportunamente expresaba un modo de resistencia frente al imperialismo. Las tensiones inherentes al despliegue del complejo integración-diversidad pueden percibirse en el pensamiento de los autores sobre los que versan los capítulos de este volumen. El sesgo identitario presente, no exento de dificultades teóricas, en el ideal de integración latinoamericana se pone de manifiesto en autores como José Enrique Rodó, Manuel Ugarte y José Vasconcelos. La formulación, aunque no exclusivamente, de las demandas de reconocimiento de la diversidad de género es tematizada a propósito del pensamiento de Clorinda Matto de Turner, Angélica Mendoza, Alfonsina Storni y Eva Perón. La cuestión indígena es analizada desde una dimensión historiográfica y jurídica en la obra de Silvio Zabala, como también desde la comprensión del lugar en la estructura social del indio en la obra de José Carlos Mariátegui. En Norberto Vergara y Carlos Vaz Ferreira la diversidad se asume como experiencia de la libertad, en el caso del primero cristalizada en el desarrollo de prácticas educativas alternativas y en el segundo como despliegue de un discurso ético profundamente original. El particular lugar de enunciación de algunos de estos discursos inscribe las tensiones a las que hemos aludido en otros registros. En José Ingenieros el estatuto científico del discurso concebido en clave evolucionista instala la tensión en el territorio de un cierto afuera de la integración. En Alberto Ghiraldo es su maximalismo político lo que entra en conflicto con las mediaciones históricas de las demandas de los sujetos subalternos. La obra de Macedonio Fernández interpela una posible idea de integración en términos de la singularidad irreductible de la experiencia. La dimensión racial de la diversidad es problematizada a propósito de la producción intelectual de Aimé Césaire, mientras su expresión social se indaga en el pensamiento de Ernesto Che Guevara. La vocación ensayística fuertemente arraigada en la producción de ideas en América Latina en muchos casos ha constituido un obstáculo para incorporación de gran parte de los autores trabajados en este volumen al canon académico. Nuestro deseo de divulgar su pensamiento se pone de manifiesto en las selecciones de textos que se anexan a cada capítulo, al tiempo que promovemos su estudio en los distintos niveles del sistema educativo. Esta última aspiración se encarna en una serie de líneas de trabajo didáctico ofrecidas en el capítulo Propuestas para la incorporación del pensamiento latinoamericano en la escuela por Mariana Alvarado, Paula Ripamonti y Cristina Rochetti. Las sugerencias de mediación pedagógica y de actividades para realizar en espacios educativos, formales e informales, son retomadas y ampliadas en el sitio http://www.filosofiayeducacion.uncu.edu.ar .

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