CIIPME   05517
CENTRO INTERDISCIPLINARIO DE INVESTIGACIONES EN PSICOLOGIA MATEMATICA Y EXPERIMENTAL DR. HORACIO J.A RIMOLDI
Unidad Ejecutora - UE
artículos
Título:
Psicoalgología en la prematuridad. Aportes desde la psicología perinatal al fenómeno del dolor en el infante nacido prematuro
Autor/es:
GOMEZ MARIA CELESTE
Revista:
Enciclopedia Argentina de Salud Mental
Editorial:
Fundación Aiglé
Referencias:
Lugar: Ciudad Autónoma de Buenos Aires; Año: 2019
ISSN:
2618-5628
Resumen:
Los procedimientos que pueden producir dolor en el infante nacido prematuro que se encuentra internado están a la orden del día. El hecho de tener apoyo para poder mantenerse con vida genera la necesidad de que se implementen diversas prácticas diarias en el niño. Esto se requiere debido a que, al nacer antes de lo esperado, todos sus sistemas se encuentran inmaduros, por lo tanto no posee el desarrollo necesario para la vida extrauterina.Es importante recordar que se llama prematuro a todo bebé nacido antes de completar las 37 semanas de Edad Gestacional (EG) (Organización Mundial de la Salud, 2015; UNICEF, 2010). Cuanto más temprana es la EG, mayor será su inmadurez y la necesidad de atención por parte del personal de salud y de su familia.Si bien destacados autores dedicados al área neonatal como Anand (1987) y en Argentina, Dinerstein y Brundi (1998) han realizado grandes aportes relacionados al dolor, no se cuentan con estadísticas vinculadas a este fenómeno, por lo menos a nivel nacional.Solá (2011) y la Sociedad Iberoamericana de Neonatología (SIBEN, 2012) refieren que probablemente un infante prematuro internado recibe alrededor de 15 procedimientos dolorosos por día. Esta cifra aumentaría al ir descendiendo la edad gestacional. Este dato no es menor, ya que el dolor es una vivencia que, si se apela a la dignidad del ser humano, debe ser motivo de atención y prevención. Esta afirmación resulta obvia si nos referimos a adultos o niños de mayor edad, pero es preciso prestar especial atención a los neonatos, quienes todavía se encuentran en una etapa preverbal. Se podría pensar esta falta de lenguaje hablado como una suerte de aislamiento a la hora de necesitar comunicar su sufrimiento. Deberán ser su voz los profesionales que con ellos trabajen.En prematuros la temática del dolor posee un condimento extra al haberse comprobado, en la década del 80, que estos niños, por su sistema nervioso inmaduro, se encontraban de mayor manera expuestos a las sensaciones dolorosas.Esta inmadurez, que antes se creía que los protegía del dolor, actualmente se reconoce que genera mayor magnitud de la percepción del mismo, además de ser difuso, con un efecto más duradero; siendo por lo tanto, la población de infantes prematuros más vulnerables ante el dolor (Basso, 2012; Dinerstein y Brundi, 1998; García, Amaya y Narvaez Ramos, 2010).Es importante considerar que las estructuras nerviosas implicadas en la percepción del dolor comienzan su desarrollo en el vientre materno alrededor de la semana 8 de EG y se siguen desarrollando hasta la semana 30 (nociceptores, médula, tronco encefálico, tálamo, corteza somato-sensorial y sistema límbico). Pero el sistema modulatorio, o sea, el que permite regular el ingreso del estímulo nocivo, no estará desarrollado hasta tiempo después de nacido el niño (Basso, 2012). El bebé puede percibir el dolor, pero no cuenta con el sistema que le permite aplacarlo.Este desbalance deja al prematuro expuesto a situaciones de sufrimiento producto del dolor y a su sistema nervioso pasible de daños. Por lo tanto experiencias dolorosas en la infancia podrán exponer a esa persona a secuelas que será posible que continúen hasta la adultez inclusive. Entre ellas encontramos dificultades en el vínculo padres-hijo y en la alimentación durante la internación, mayor somatización durante la niñez, respuestas disminuidas al dolor durante la primera infancia, mayor sensibilidad a estímulos dolorosos en la adultez, problemas en la motilidad y en el sueño, alteraciones de la conducta y en el aprendizaje, entre otras (Anand, 1987; Moral García y Fajardo, 2011; Sociedad Iberoamericana de Neonatología, 2012). Esto se va sumando a las cada vez mayores pruebas de que los eventos tempranos dolorosos o estresantes pueden sensibilizar a un individuo para el stress o dolor posterior. Las características relacionadas con la inmadurez de fetos e infantes prematuros, como ser umbral de dolor bajo, períodos prolongados de recuperación, alteración en la respuesta neuronal e inhibición descendente inmadura; predispone a los mismos a mayores secuelas clínicas y conductuales relacionadas con el dolor, en comparación con grupos de mayor edad (Noia et al., 2017).Entonces es perentorio tomar las medidas necesarias para que, desde el comienzo de la vida, sobre todo en situaciones límites como en casos de nacimientos prematuros; se eviten las exposiciones a experiencias dolorosas, se ofrezca la analgesia adecuada y el consuelo necesario. Notablemente no solo es un deber ético el tratamiento del dolor, sino que también una medida preventiva de futuras complicaciones.Por tal motivo el objetivo de este trabajo es, a través de una revisión bibliográfica, aportar datos concretos acerca del dolor en niños prematuros para colaborar en la toma de conciencia por parte de profesionales de la salud a la hora de evaluar y tratar el dolor sufrido por estos niños.