IAFE   05512
INSTITUTO DE ASTRONOMIA Y FISICA DEL ESPACIO
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
Ars combinatoria y modelos cosmológicos: correspondencias y pervivencias en una pintura cuzqueña del siglo XVIII
Autor/es:
ALEJANDRO GANGUI; GABRIELA SIRACUSANO; JUAN RICARDO REY MARQUEZ
Libro:
Migraciones y Rutas del Barroco
Editorial:
Fundación Visión Cultural / Fundación Altiplano
Referencias:
Lugar: La Paz; Año: 2014; p. 57 - 70
Resumen:
«Hízome el Señor una merced muy grande en una visión imaginaria» escribió María de Ágreda en el siglo XVII, «púsome su Majestad al pie de una bellísima Escala, y mostróme había de subir por ella». Estas palabras remiten al ascenso espiritual, presente en la tradición judeo-cristiana, cristalizada en las visiones de profetas y santos católicos. En el Génesis (18: 10-22) se narra que Jacob, yendo hacia Jarán, se durmió sobre unas piedras y vio una escala entre el cielo y la tierra por la cual ascendían y descendían ángeles; en el sueño Dios le prometió la tierra a sus descendientes "los israelitas" por lo que al despertarse Jacob señaló el lugar con una estela de piedras ungidas en aceite y la nombró Betel que significa «la casa de Dios». A partir de este sueño, la unión simbólica entre cielo y tierra se ha figurado con la escalera, adjudicándole diversas significaciones con los siglos. En los grados de la escalera se vio una metáfora de la gradualidad del ascenso; Benedicto (c. 480-547) usó una escala de doce pasos de humildad en su Regula, y en el siglo VII d.C. Juan Clímaco, Obispo de Sinaí, estableció una Scala Paradisi de treinta pasos de meditación que conducían a Dios. Este modelo se mantuvo durante siglos, como lo muestran las cuatro centurias que separan el epígrafe de san Buenaventura de la visión de María de Ágreda (ver el texto completo). En cada evocación del símbolo se actualizó su sentido, sobre todo en lo relacionado con la imagen del cielo, pues si bien la escalera es una metáfora efectiva y directa, aquel -en cambio- es un lugar sagrado, visible sólo en parte pero al que había que conducir a los fieles ad invisibilia per visibilia según San Pablo. En el presente texto trataremos los ecos históricos de la regla benedictina, la voz de Clímaco en el desierto y la visualización de los misterios celestes, en el cuadro Alegoría del firmamento con la representación de los siete cielos de los planetas (siglo XVIII). Con este objetivo pretendemos analizar el cruce entre ciencia y mística en la representación de las escaleras celestes, para mostrar el anclaje cultural de la simbología utilizada en estos casos.