INVESTIGADORES
AGÜERO Ana Clarisa
libros
Título:
1852. Guerra, capitalismo y organización nacional
Autor/es:
AGÜERO, ANA CLARISA
Editorial:
UNGS
Referencias:
Lugar: Los Polvorines; Año: 2023 p. 120
ISSN:
978-987-4901-36-1
Resumen:
Este trabajo propone revisitar el año 1852 tomando Caseros como umbral y, si se quiere, privilegiando lo que inaugura sobre lo que remata. A la vez, sugiere estirar la vista hasta el 1º de mayo de 1853, fecha de la sanción de la Constitución Nacional que acompañaron todas las provincias excepto Buenos Aires. Dado que entre una y otra fecha se definen tanto un horizonte de posibilidades cuanto sus límites inmediatos, se espera que ese mirador de quince meses acerque al pulso de ese “año bisagra” (Sabato, 2012) y exponga algunos de los fenómenos que anuda. El corte es ante todo político, pero no es menos cierto que, en esa coyuntura, el diálogo con las dimensiones más duraderas de la economía, la sociedad y la cultura resulta no sólo muy estrecho sino también muy visible. Caseros, indiscutible hecho de voluntad política, es a la vez expresión de intereses regionales e impulsos internacionales muy concretos; su resolución allana el proceso constituyente que el rosismo había obturado, pero éste ofrecerá tanto una matriz a la organización nacional (ciertamente conflictiva) cuanto una más ambigua vía de integración al capitalismo en expansión, cuyos centros presionan desde el propio estuario del Plata. Los ríos que abre reclaman los vapores que esa industria multiplica; por ellos fluirán desde entonces capitales excedentes en busca de colocación rentable y también unas más vastas corrientes humanas que la industrialización, el conflicto o la escasez europeos expulsan y el llamado “desierto” invoca. Si el impacto de esa aceleración del comercio de bienes, ideas y personas, o los procesos de concentración y acumulación que alimentó, escapan en gran medida a nuestro año, no ocurre lo mismo con muchas de las proyecciones civilizatorias que llevaron a la guerra y se embarraron en ella, en busca de una transformación que pronto se mostraría tan inequívoca como incontrolable. La propia Constitución sancionada en 1853 remata o invoca, en términos jurídicos, buena parte de aquellas proyecciones. Vista retrospectivamente, la acusada transformación que, en todos los órdenes, late en nuestro año, permite pensarlo dentro de esos momentos centrales pero esquivos en que también las estructuras cambian. De allí, en gran medida, la expectativa de que el tiempo corto de 1852 permita tirar productivamente las cuerdas de fenómenos de ritmo más lento.