INVESTIGADORES
CARMAN Maria
libros
Título:
Las fronteras de lo humano
Autor/es:
CARMAN, MARÍA
Editorial:
Siglo XXI
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2017 p. 286
ISSN:
978-987-629-728-8
Resumen:
En este libro quisiera explorar una pequeña porción de las experiencias ambientales de dos grupos sociales metropolitanos: habitantes de villas ribereñas que se ven compelidos a mudarse de sus casas para ser salvaguardados de un sufrimiento ambiental; y ciudadanos de clase media que focalizan su amor a la naturaleza en la defensa del caballo. En ambas coyunturas, ciertos usos u ocupaciones populares resultan incompatibles con el statu quo. La parte I analiza el proceso de relocalización de villas ribereñas de la ciudad de Buenos Aires ordenado por la máxima autoridad judicial argentina debido a su cercanía del Riachuelo, un río altamente contaminado. Luego de una breve exposición del hito jurídico que supuso el fallo Mendoza de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, he de comentar los pormenores de la ejecución de la causa en lo que respecta a la primera fase de relocalización de los afectados. Asimismo, he de analizar de qué modo algunos habitantes de un entorno problemático apelan a una narrativa ambiental, que suele sumarse a un eje reivindicativo en torno a la vivienda, el territorio o las condiciones generales de vida. ¿Cómo se define una vivienda aceptable, digna, libre de riesgos ambientales? ¿Cómo puede articularse el derecho de esa población a un ambiente sano ?que puede quedar anclado en un mero reconocimiento cultural de ser afectados? a una red dinámica de otros derechos? En la coyuntura de la relocalización, el problema no es tanto la negación explícita de derechos, sino la concesión de derechos que soslayan, opacan o excluyen otros. La parte II detalla los rasgos animistas y totémicos que presentan, a mi criterio, los movimientos animalistas, enfocando la atención en aquellos grupos que procuran prohibir el uso de caballos por parte de cartoneros. Se trata de una especie-insignia que despierta compasión y admiración. Los proteccionistas ponderan la belleza del animal, sus cualidades casi humanas y las injusticias que sufre en mano de quienes, en apariencia, no estiman su interioridad. ¿Bajo qué premisas se proyecta un universo cultural a animales no humanos, a los cuales una concepción cartesiana había desterrado al pozo del comportamiento maquinal, los turbios instintos o las ciegas pasiones carentes de moral? Así como estos proteccionistas se identifican con los caballos, otros colectivos de la sociedad occidental sienten una conexión significativa con otras especies animales. Como introducción al conflicto planteado por los movimientos proteccionistas respecto del uso urbano de caballos, he de analizar la incorporación de las nociones de Buen Vivir en las constituciones de Bolivia y Ecuador, que se articulan con debates en el campo de la filosofía, la sociología, la historia y el derecho. ¿Qué cambios han operado en las sociedades occidentales relacionados con nuestros vínculos con la naturaleza? ¿Bajo qué operaciones se impugna, fragmenta o contesta la ontología moderna dominante? ¿Debe la justicia circunscribirse al dominio humano? Pese a su aparente disparidad temática, ambas partes del libro nos permiten abordar representaciones occidentales contemporáneas de vasta repercusión respecto de cómo objetivamos el mundo y percibimos al otro. En los casos estudiados, ese otro se materializa en un pobre urbano que utiliza un caballo para trabajar, o bien que debe mudarse por habitar un terreno impuro: según como sean apreciados sus capitales, recibirá o no una vivienda a cambio. ¿Cómo se construyen las fronteras de inclusión en una determinada comunidad moral? ¿Qué seres son clasificados como personas por tener ?alma?, autonomía, intencionalidad, un punto de vista, o bien sensibilidad? ¿Qué conjunto de seres pueden convertirse en eventuales sujetos de derechos? Desde una concepción evolucionista, hemos de ver que el cuerpo parece la única continuidad evidente que enlaza a los humanos ?civilizados? con aquellas personas cuya humanidad es considerada inacabada. La acusación contra los ?humanos incompletos? no solo se enfoca en su interioridad aparentemente deficitaria, sino sobre sus cuerpos: el carrero o el habitante de las orillas del río es vislumbrado como un obstáculo del buen funcionamiento de la vida urbana.Como una suerte de espejo invertido, nuestra cultura occidental postula en distintos escenarios la existencia de una interioridad común para humanos y animales. Bajo este paradigma, la dignidad puede encontrarse fácilmente en los animales: solo deben ser como son para ser lo que se debe ser. Por el contrario, la dignidad no es concedida a priori a los sectores populares más vulnerables, que han de dar muestras cabales de su estatura moral.En efecto, ciertos proteccionistas que atribuyen una interioridad análoga a la suya a los animales superiores o domésticos no sienten que haya contradicción alguna en negar esa ?alma? a los ?humanos inferiores? con los que conviven en la misma ciudad. Y es que la homologación de la interioridad de animales sensibles y animales humanos asume con frecuencia el supuesto de una marcada jerarquía de humanos: los que ocupan las posiciones inferiores quedarán fuera de la nueva comunidad. Mi interés en contrastar estas imputaciones de dignidad no solo apunta a explicar cómo operan y se transforman los sistemas de clasificación hegemónicos, sino también los modos en que se delimitan las fronteras y las moralidades de lo humano y lo animal en ciertos conflictos de nuestras sociedades.