BECAS
VARELA FREIRE Gabriela Soledad
congresos y reuniones científicas
Título:
El espacio y la arquitectura escolar en las comunidades rurales
Autor/es:
VARELA FREIRE GABRIELA SOLEDAD
Lugar:
San Miguel de Tucumán
Reunión:
Congreso; Congreso Internacional de Educación y Política en el camino hacia el nuevo humanismo; 2019
Institución organizadora:
Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Tucumán
Resumen:
En Argentina, el sistema educativo -SE- está formado por un conjunto organizado de servicios y acciones reguladas por el Estado y que garantizan el acceso a la educación. Presenta una organización de características federales y es planificado, organizado, supervisado y financiado por el Estado nacional, las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Aunque las provincias tienen autonomía sobre las políticas educativas, el SE se estructura de manera unificada en todo el país, está comprendido de 4 niveles -inicial, primaria, secundaria y superior- y 8 modalidades ?organizaciones o currícula alternativas que procuran dar respuesta a requerimientos específicos de formación, personales o contextuales de la comunidad educativa-, entre ellas la Educación rural. El acceso a la educación en todo el país está garantizado a través de la creación y administración de establecimientos educativos estatales(LEN, 2006).Las escuelas rurales son aquellos establecimientos educativos que se emplazan en poblados de menos de 2000 habitantes o de población dispersa -áreas rurales-, y en donde se imparte la Educación rural. En la región del Norte Grande argentino, donde la población rural es porcentualmente mayor que en el resto del país, la cantidad de estas escuelas es significativa. En estas escuelas, aparte de crear propuestas pedagógicas flexibles y modelos de organización escolar adecuados a las necesidades y particularidades de cada comunidad para garantizar el acceso a la educación, se prioriza fortalecer los vínculos entre los alumnos, su núcleo familiar y su medio local de pertenencia respetando sus identidades culturales y actividades productivas; por lo que las políticas públicas dirigidas sobre este sector se proponen como objetivo cumplir con estas pretensiones (CFE,2010). Entendemos al territorio como una construcción sociocultural, un escenario dinámico que se modifica en función de las actividades de las comunidades que lo habitan y las relaciones que se establecen entre sus miembros y que está definido por particulares históricas, culturales, ambientales e institucionales que se dan en un espacio y tiempo determinado; es el espacio en el que se dan las interrelaciones propias de todo proceso social (Plencovich et al, 2011). Es en este contexto que las escuelas rurales se constituyen en instituciones de fuerte arraigo territorial, en especial aquellas que se localizan en contextos rigurosos y de difícil accesibilidad, generalmente aisladas. Alumnos y docentes tienen que recorrer largas distancias para llegar, presentan una matrícula baja, pocos docentes y medios de transporte y comunicación alternativos -a pie, a caballo, moto enduro o camionetas 4x4-. Estas escuelas se convierten en el nexo entre la comunidad local, el territorio y el Sistema educativo. Y, aunque el Estado se hace presente en el territorio a través de diversas instituciones como el INTA, el CONICET, los Centros de Asistencia Primaria de Salud -CAPS- y otros más, solo a través de las escuelas y de sus actores es que lo hace de forma sostenida en el tiempo; como consecuencia su accionar -o inacción- generan un mayor impacto en la vida de una comunidad determinada, modificando las estructuras territoriales. El Estado, desde el Ministerio de Educación del Nación (1998), reconoce al establecimiento educativo como el recurso físico básico con el que cuenta para habilitar los procesos de educación; sus características funcionales y habitabilidad van a determinar dicho proceso; propone la materialización de una arquitectura confortable, sustentable y apropiada al territorio. En la concepción y materialización de las escuelas, y de las escuelas rurales en particular, intervienen diversos factores (algunos condicionantes -aspectos ambientales- y otros determinantes -aspectos socioculturales, económicos, y políticos-) que en su conjunto le van a conferir las características y particularidades que presentan. Este escenario complejo es el contexto en donde la particularidad de la escuela rural se constituye y, conforma el espacio físico en el que se desarrollan diversas prácticas sociales (Bourdieu, 2007); es en el que se establecen procesos de transmisión de conocimientos entre docentes-alumnos y alumnos-docentes, se habilitan las futuras oportunidades de los estudiantes, se dan procesos de construcción de ciudadanía y donde la comunidad interactúa y se manifiesta. Por lo que este espacio debe ser flexible a fin de adecuarse a distintas formas de enseñanza y modalidades de trabajo, permitir la posibilidad de realizar actividades de participación con la comunidad, funcionando algunas veces como el centro comunitario, el club, el salón de fiestas, el puesto de salud, el comedor o el albergue (Flah, 2004). Por otra parte, según los pensamientos de Foucault, la materialización de una escuela en el territorio se convierte en un dispositivo de dominación del Estado, es el artefacto mediante el cual ejerce su hegemonía, estableciendo lo que se hace, o no, modificando formas de vida e imponiendo una forma de reproducir del hábitat, y, por lo tanto, incidiendo efectivamente en la cosmovisión de una comunidad. En este trabajo se plantea como objetivo analizar la propuesta arquitectónica de las escuelas rurales en relación con la producción de la arquitectura local en zonas de muy difícil acceso; en términos de entender como el Estado ejerce su hegemonía (explícita o implícita) en la producción del hábitat. Para poder responder a esto se toma como caso de estudio la comunidad ubicada en el paraje de Lara, localizado a 3300 msnm, departamento Tafí del Valle, provincia de Tucumán. Se realizaron varios viajes hasta el paraje en donde se hizo un recorrido a pie de varios lugares y se relevaron algunas viviendas, la capilla, el CAPS y la Escuela N°379. El registro se hizo a través de entrevistas abiertas y semi estructuradas a pobladores locales y miembros de la comunidad educativa; se tomaron fotografías de las distintas construcciones, del paisaje y la relación entre ambos; se realizaron croquis, esquemas y planos de los edificios; y observación, como una de las técnicas principales. El paraje de Lara se caracteriza por un territorio en el que predomina el paisaje natural con vegetación adaptada a las duras condiciones ambientales de la montaña y por la presencia de algunas viviendas aisladas distribuidas en todo el territorio, localizadas en los lugares de menor pendiente del terreno y resguardadas de los fuertes vientos. Las viviendas están conformadas por conjuntos de tres o cuatro construcciones separadas entre sí ubicadas de forma tal que configuran un patio en el espacio. Cada una de estas construcciones tienen una función específica -dormitorio, cocina-comedor, depósitos- y en el patio es donde se desarrollan las actividades comunitarias, generalmente relacionadas con la actividad productiva. Se completan con huertas y corrales para el ganado, principalmente ovino y caprino. La mayoría de ellas están construidas con mano de obra y materiales locales; las paredes son de piedra y adobe a la vista y los techos de estructura de madera y cubierta de paja (las más viejas) o chapa (las más nuevas).La génesis de estas construcciones nace de las necesidades de cobijo y resguardo de una comunidad, para ello hacen uso de los recursos que estaban al alcance de la mano. Estas se caracterizan por un alto entendimiento y adaptación al medio físico y a las posibilidades que este brinda para producir el hábitat, materializando una arquitectura que representa a la comunidad que la habita. Se trata de una tecnología constructiva que fue pasando de generación en generación, perfeccionándose, o no, con el tiempo tras prueba y error, hasta nuestros días y que hoy la encontramos como parte de los rasgos identitarios de la cultura de muchas comunidades rurales de las provincias del Norte Grande argentino. En este paraje también nos encontramos con un conjunto de edificios institucionales, la capilla, el CAPS y la escuela. Los tres edificios están próximos entre sí, a diferencia de lo que pasa con las viviendas, no se propició la formación de espacios comunes entre los mismo como forma de articulación; están ubicados en el terreno siguiendo una lógica de agrupamiento que no responde a la lógica que presentan las viviendas. Están construidos principalmente con mampostería de adobes, al igual que las viviendas, aunque tanto la capilla como la escuela presentan paredes revocadas y pintadas de blanco; en las tres construcciones la cubierta es de chapa y envigado metálico o de hormigón armado. Por cómo se ubican en el terreno, sus paredes de color blanco, el uso de la chapa en la cubierta y sus dimensiones son fáciles de identificar desde que uno va descendiendo desde la montaña. Esta arquitectura, diferente a la de las viviendas, permite suponer que es un conjunto formado por elementos que representan a sectores externos a la comunidad local. Con respecto a la Escuela podemos señalar que, a pesar de estar construida en gran parte por materiales y mano de obra local, se observa un nivel de abstracción respecto del medio en el que está inserta, su volumetría y lenguaje arquitectónica nos hace recordar a cualquier escuela urbana construida por el Estado. A su vez, en la escuela también existe el espacio común de las viviendas, el patio abierto, aunque su uso esta modificado, principalmente funciona como espacio de circulación y transición, no así de convocatoria, vincula todas las aulas con una galería de por medio; mientras que el espacio contiguo, la sala del comedor, antes de la ampliación en el año 2012 era el patio abierto que unía las distintas habitaciones -aulas, albergue, comedor, cocina- es el espacio que cumple la función del ?patio? de las viviendas, en él se dan la mayoría de las actividades comunes a los alumnos, docentes y padres, como las actos, el ver una película antes de dormir, el compartir los momentos de desayuno-almuerzo-merienda-cena y algunas otras experiencias extracurriculares. Ante lo presentado cabe preguntarse ¿El Estado, desde su rol hegemónico, es acaso indiferente, y en algunos casos hasta negador de la producción del hábitat local, al imponer una arquitectura escolar que reproduce la estética urbana, sus tecnologías y usos? Como ya dijimos, la escuela en estos ámbitos es la institución a partir de la cual el Estado tiene una mayor presencia sobre el territorio y, por lo tanto, se convierte en un referente reproducible para estas comunidades. Sin darnos cuenta, al reproducir una arquitectura que es externa a las comunidades en donde se la implanta, estamos cuestionando sus modos de habitar y su cultura. Sin embargo, desde distintos documentos del Sistema educativo, se deja en claro que la educación rural tiene como una de sus metas rescatar los aspectos culturales de cada comunidad, respetar sus modos de vida y rasgos identitarios. Para esto es importante replantearnos, no solo los programas pedagógicos como viene realizándose, sino también el espacio en el que se dan los procesos de aprendizaje y sociabilización, el que en definitiva es el principal hogar de muchos alumnos y docentes.