IDIHCS   22126
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
El tiempo que pasa y el tiempo que hace como condiciones de la obra: Juan José Saer
Autor/es:
SAGER VALERIA
Lugar:
París
Reunión:
Simposio; Colloque International. Juan José Saer: archives, mémoire, critique; 2010
Institución organizadora:
Université de Bretagne Sud-Lorent/ Université Paris 8 Vincennes-Saint Denis- Universidad Nacional de La Plata
Resumen:
En un artículo publicado recientemente, David Oubiña escribe que para eludir la imposición de una causalidad al relato del presente, Saer trabaja a partir de una acumulación de breves instantáneas, “cada una de ellas sin memoria respecto de las anteriores”. Después, agrega que de esa forma la escritura “obtiene un transcurso inmóvil, una captura de los movimientos como superposición de placas detenidas, cada una después de las otras, cada una encima de las otras” (“Lo irrecuperable: la distante región de la memoria en Juan José Saer”. Dalmaroni, Miguel y Geraldine Rogers (eds.). Contratiempos de la memoria en la literatura argentina, La Plata: EDULP, 2010, p. 154). Si ha habido una línea dominante en los modos de leer a Saer, es la que aquí aparece: la certeza de que hay en ella una suspensión aferrada a la prolongación casi infinita del instante. La evidencia de que lo que se configura allí es el ritmo de una literatura gerundial. Hay en la escritura de Saer una atracción indudable por lo detenido o lo que se mueve ligeramente; sin embargo la cadencia de ese afán deja también un resquicio: junto a la imposibilidad del avance, brilla nítida la prueba de que en realidad el avance se produce. Las dos calidades del tiempo: el instante, inmóvil y semánticamente negativista y el tiempo sucesivo o espeso en el que algo se afirma, se narra o se muestra, se corresponden con dos intensidades del trazo (¿cómo traducir la pincelada a un efecto de la prosa?): una  corrosiva como la que hay en “No hay, al principio, nada. Nada.” o tan paciente y plácida como “El río liso, dorado, sin una sola arruga”. Otra empastada o matérica que aparece tanto con la repetición sostenida de la misma frase cuando vuelve a escribirse por décimo segunda vez, como cuando se articulan los momentos de narratividad fluida y aún cuando los objetos se afirman tangibles y ciertos porque en esas tres instancias la escritura se acerca a una consistencia y aún sin poder sortear el orden indefectible de lo sucesivo se asemeja a las formas y dimensiones de una cosa; a algo que está ahí, eso a lo que Pichón Garay llama “extensión palpable del mundo” (La pesquisa: 128) y Saer: narración- objeto.