INVESTIGADORES
OTTONELLO Rodrigo Oscar
congresos y reuniones científicas
Título:
Lo gélido como forma política
Autor/es:
RODRIGO OTTONELLO
Lugar:
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Reunión:
Simposio; IV Simposio Pensar los Afectos; 2018
Institución organizadora:
FLACSO
Resumen:
¿Es posible una política sin afecto? Si se considera, siguiendo a Maquiavelo, Hobbes y, sobre todo, Spinoza, que los afectos son equilibrios de fuerzas y resultan inevitables para todo cuanto entra en una relación, la pregunta puede reconfigurarse: ¿Es posible la política allí donde no hay expresión de los afectos? La aceptación generalizada del doble presupuesto según el cual toda política responde a un régimen de deseo y toda dominación política introduce en los dominados efectos insensibilizadores, base compartida en distintas modulaciones tanto por liberalismos y marxismos como por algunos de los colectivos más dinámicos y efectivos del mundo actual (vinculados esencialmente a los derechos humanos y al feminismo) ha hecho que el registro expresivo de lo apático y lo gélido sea asociado a la villanía y/o la impotencia. Bajo esos términos, por ejemplo, ha sido muchas veces leída la filosofía política profesada por los personajes literarios de Sade, autor que ?junto a algunos de sus intérpretes ya clásicos, Bataille, Klossowski, Blanchot y Foucault? constituye aún la referencia clave y casi solitaria sobre las posibilidades de una organización de lo insensible. Sin embargo, la indagación aquí propuesta no tiene por objeto una reposición de la singularidad del pensamiento sadeano, sino, más específicamente, abrir a la pregunta por si un tratamiento de lo gélido como forma política puede jugarse en términos diversos a los dispuestos por las prácticas sádicas y masoquistas (entendidas estas, tal como propuso Deleuze, en una complementariedad que no diluye sus diferencias). Junto a esta cuestión referida a si la insensibilidad es consustancial a la violencia, se esboza otra de actualidad aún más manifiesta. Mientras los mecanismos que pueden decodificar nuestros movimientos como expresiones de afectos y singularidades se multiplican a escala antes nunca conocida, ¿puede la gelidez ser otra cosa que el agotamiento de un discurso que ya no tiene nada que decir que no haya sido anticipado?