INVESTIGADORES
TACCETTA Natalia Roberta
congresos y reuniones científicas
Título:
Experiencia, subjetividad y deriva en la historia en el encuentro entre Walter Benjamin y Giorgio Agamben
Autor/es:
NATALIA TACCETTA
Lugar:
Lanús
Reunión:
Otro; Coloquio Internacional de Filosofía Política ?Nuevas Perspectivas socio-políticas. Pensamiento alternativo y democracia; 2013
Institución organizadora:
Universidad Nacional de Lanús
Resumen:
En Infancia e historia (1978), Giorgio Agamben indagó sobre las particularidades del concepto benjaminiano de historia siguiendo perspectivas diversas a partir de las cuales profundiza sobre la relación entre experiencia, tiempo, lenguaje, subjetividad, memoria y transmisión. A lo largo de su producción, explora asimismo diversas figuras de la subjetividad que le permiten pensar precisamente tanto el vínculo entre vida y política como entre experiencia e historia. Es a partir de la figura de la ?infancia? a través de la cual analiza la experiencia del tiempo y propone una filosofía de la historia que permite atravesar las complejidades de la concepción de Walter Benjamin. Aunque muy elusivo como concepto, la ?infancia? es fundamental en la comprensión de lo que Agamben denomina la ?comunidad que viene? y es una noción central en su consideración sobre la subjetividad y la experiencia. En este sentido, se interesa especialmente por el modo en que, en la consideración del sujeto autónomo, la subjetividad moderna y el lenguaje se encuentran indisolublemente vinculados, así como también por en el modo a través del cual Benjamin piensa la experiencia para arribar a complejas reflexiones sobre el relato y la enunciación. Agamben parte del diagnóstico benjaminiano sobre la ?pobreza de experiencia? en el siglo XX, a fin de explorar un entramado conceptual y teórico que permita repensar la subjetividad en la contemporaneidad. A la luz de una noción de experiencia con las notas críticas benjaminianas, es posible explorar otros modos de concebir la historia, el relato y la memoria, que permiten repensar una idea de subjetividad que pueda hacerse cargo de su carácter destructivo de toda experiencia y que cuestiona sus propias condiciones de posibilidad. Es en el breve ensayo Experiencia y pobreza (1933) donde Benjamin plantea que, a partir de la primera posguerra se asiste a un tiempo marcado por la decadencia generalizada de la experiencia y se inaugura lo que denomina ?una especie de nueva barbarie?, que no se relaciona solamente con la añoranza de nuevas experiencias, sino con el anhelo de liberarse de las experiencias ?modernas? y la cultura. Para Benjamin, los hombres se han hecho pobres, ?entregando una porción tras otra de la herencia de la humanidad?, regresando una y otra vez enmudecidos del campo de batalla y cada vez más incapacitados para compartir y transmitir experiencias. Retomando estas ideas, Agamben concibe la experiencia moderna de ser un sujeto vinculada a la exploración de la moderna pobreza que hizo famosa Benjamin en su ensayo de 1933 y en ?El narrador? de 1936 sobre Nikolai Leskow. Haciéndose eco de este diagnóstico, Agamben declara que la experiencia de la vida moderna ha dejado de ser verdadera experiencia e insta a volver a la pregunta sobre el modo en que se experiencia el lenguaje, encontrando aquí un arcano fundamental para pensar la subjetividad. Compara la banalidad de la experiencia moderna con las formas anteriores en las que existían las ideas de comunidad y transmisión como fundamento de la experiencia ligada al lenguaje, mientras ?el hombre moderno vuelve a la noche a su casa extenuado por un fárrago de acontecimientos ?divertidos o tediosos, insólitos o comunes, atroces o placenteros- sin que ninguno de ellos se haya convertido en experiencia? (Agamben, Giorgio, Experiencia y pobreza, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2003, p. 8). Es la experiencia vaciada del hombre moderno la que ya no se transmite a la generación siguiente y el relato y la palabra ya no tienen autoridad como correlato. La narrativa de la modernidad presenta la subjetividad compelida al lenguaje como mediación del compromiso con el mundo. En este sentido, Agamben interpreta la ?destrucción de la experiencia? como el resultado de no advertir que la esencia de la experiencia no es la consciencia, sino el lenguaje. Es por eso que relaciona esta matriz con la figura de la infancia, que no se refiere a un período de la vida en el sentido más ordinario, ni se vincula con una instancia anterior en términos cronológicos. La infancia y el problema del lenguaje se vinculan a la experiencia del lenguaje en sí mismo, que no se trata del retorno a algún punto temporal o acontecimiento utópico. En algún sentido, ocurre lo mismo con la historia, pues la idea misma de ?origen? debe ser incorporada a través de la experiencia del lenguaje. ?Infancia? nombra aquello que separa la humanidad del lenguaje y ?experiencia?, el límite trascendental del lenguaje. La experiencia es una suerte de estancia en la infancia, en el punto ante el cual se recuerda que nada hay anterior al lenguaje y que, a la vez, el lenguaje lucha por explicar. El rasgo más importante de la infancia es que revela la separación entre el lenguaje y el discurso, lo que implica, además, que el significado del lenguaje nunca es puro o está fuera del tiempo. Es a la luz de esta conceptualización de infancia e historia que intentará pensarse lo que con Agamben podría denominarse ?política que viene? en la articulación de nociones benjaminianas como rememoración, destrucción, justicia y filosofía venidera y la concepción de la subjetividad ?especialmente a través de la figura del infante- que Agamben plantea a lo largo de su obra. El desafío es intentar pensar cuál es el destino y el camino a seguir para la acción política, pues en el pensamiento agambeniano proliferan los interrogantes vinculados, entre otras cosas, a cómo comprender el nexo entre vida y política, en tanto la columna vertebral de todo el proyecto. Es en La comunidad que viene (1990) donde Agamben se ocupa específicamente de la conexión entre esta relación y la posibilidad de repensar la ética y la acción y piensa la política y su mundo más allá del concepto de soberanía para encontrarse con la idea de potencia que abre a los hombres un margen de realización como potencia-de-no. El mundo postmetafísico que aparece en la filosofía agambeniana evidencia la preocupación por la perseverancia en el ejercicio de encontrar sentido, respuestas y espacio posible para la acción cuando sólo parece haber desfundamentación y desubjetivación. Agamben no desactiva la ética ni el terreno de la acción, sino que intenta pensarlas en ausencia de tarea histórica, vocación o esencia, sino por ?el simple hecho de la propia existencia como posibilidad y potencia? que, para Agamben, la ética se vuelve posible.