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Las rigurosas investigaciones llevadas a cabo en la década del 40 permitieron establecer que la audición es la base sensorial de la ecolocación -i.e., habilidad para percibir obstáculos sin ayuda de la visión. Sin embargo, muchas personas ciegas en diferentes épocas y lugares geográficos afirman sentir la presencia del obstáculo en el rostro, principalmente en la zona de frente, mejillas y sienes. Describen esta sensación, que dio origen al apelativo de visión facial con que se nombra a la ecolocación, como similar a un ligero toque o un velo fino arrojado sobre la cabeza o similar al contacto con una telaraña. Algunos de los sujetos con visión normal que participaron en las pruebas de ecolocación la describen como una sombra delante de los ojos, a pesar de que se les mantenía ocluída la visión. Una vez demostrado que un cambio en la altura tonal de los sonidos es la condición necesaria y suficiente de la ecolocación, el fenómeno de la visión facial fue considerado anecdótico hasta que Köhler en la década del 60 reinvestigó el tema. Observó que la sensación facial típica sólo ocurre en la proximidad de un obstáculo reflejante relativamente grande, probablemente a causa de las modificaciones que sufre el sonido en la cercanía de la superficie reflectora. A la luz de los recientes e interesantísimos trabajos sobre el fenómeno dela sinestesia y de los no tan recientes trabajos sobre similaridades entre el tacto y el oído en el proceso de localización de fuentes sonoras, el fenómeno de la visión facial cobra un nuevo significado y muestra cuán fértil y pleno de interrogantes es el tema que nos ocupa.En esta ponencia se abordan principales consideraciones teóricas acerca de la visión facial a la luz de investigaciones recientes y se presentan nuestros trabajos basados en los estudios de Köhler.

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