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Una de las consecuencias posteriores a la ocupación y anexión del territorio patagónico al Estado-Nación, a partir de fines del siglo XIX, fue la consolidación de un modelo de desarrollo agroexportador que concentró en Patagonia la producción de lanas, a través de la ganadería extensiva ovina. Este proceso, conocido como ?merinización?, incentivó el mestizaje de los animales con razas comerciales, con foco en la raza Merino, generando el progresivo desplazamiento de otras preexistentes y disminuyendo la cantidad de ovinos criollos, históricamente utilizados por poblaciones locales. No obstante, en la zona aún persiste un biotipo ovino localmente denominado ?Linca?, en pequeñas majadas aisladas y mestizadas, principalmente debido al trabajo de mujeres, quienes emplean su fibra para la confección artesanal de hilos y prendas tejidas.El objetivo del trabajo consiste en analizar políticas públicas y programas de desarrollo que habilitan o legitiman ciertas producciones agropecuarias, mientras otras fueron negadas o subalternizadas, focalizando en la producción de fibras ovinas en Patagonia Norte. Al mismo tiempo, y desde distintos lugares, se generan espacios de resistencia en los márgenes que disputan relaciones de poder y toma de decisiones sobre qué y cómo producir. En este caso, estas prácticas se encuentran fuertemente mediadas por relaciones de género, siendo las mujeres las propietarias de los ovinos criollos, mientras que los varones suelen dedicarse, en general, a la producción de razas comerciales. Desde una estrategia metodológica cualitativa, y con un enfoque etnográfico, se pretenden reconstruir las diversas lógicas y racionalidades de la producción ganadera, desde la perspectiva de los actores involucrados y los sentidos asociados a sus prácticas. Se parte de un estudio de caso sobre la implementación de un proyecto de desarrollo vinculado al repoblamiento de ovinos criollos en la Provincia de Río Negro, Argentina.