INVESTIGADORES
LAPRIDA Cecilia
congresos y reuniones científicas
Título:
El paleosistema fluvio-estuárico-deltaico del río Colorado en la plataforma continental del sur bonaerense
Autor/es:
VIOLANTE,R; BOZZANO, G.; CAVALLOTTO, JL; MARCOLINI, S.I.,; BLASI, A; LAPRIDA, C.
Lugar:
Córdoba
Reunión:
Congreso; 19° Congreso Geológico Argentino; 2014
Resumen:
El río Colorado constituye en la actualidad un sistema fluvial relativamente simple con muy escasos tributarios, que desemboca en un pequeño delta en una zona costera en retroceso con fuertes evidencias de erosión. Sin embargo, durante el Pleistoceno superior-Holoceno inferior formaba parte de un sistema complejo con una cuenca de drenaje más amplia que abarcaba en su cauce medio (centro, oeste y sur de la región pampeana) parte de la actual cuenca del río Salado (Malagnino, 1988), mientras que en su cauce inferior -desarrollado en la actual plataforma cuando ésta estaba expuesta a condiciones subaéreas durante etapas de bajo nivel del mar- incluía también a los ríos Negro y Sauce Grande (Ponce et al., 2011; Melo et al., 2013). Estas primitivas características morfológicas e hidrológicas, evolucionadas bajo condiciones climáticas que favorecieron una fuerte dinámica fluvial y consecuente mayor aporte sedimentario, resultaron en la formación de grandes paleoambientes deltaicos, estuáricos y otros sistemas litorales en las antiguas desembocaduras hoy sumergidas en la plataforma (Gelós et al., 1988; Zárate y Blasi, 1993; Spalletti e Isla, 2003; Melo et al., 2003, 2013). El río Colorado comenzó a desarrollar un paleodelta a los 10/11 ka A.P. cuando el mar se encontraba a ~30 m por debajo de su posición actual (Melo et al., 2013). Si se considera la curva eustática de la plataforma argentina (Guilderson et al., 2000), en aquella época el nivel del mar se habría encontrado a ~70 m de profundidad, razón por la cual las condiciones y edad de la instalación del delta deberían ser revisados. Más allá de esta discrepancia, en la presente contribución se analizan nuevos aspectos de la evolución de la región a partir de estudios que se están llevando a cabo actualmente en la plataforma media-exterior (Fig. 1). La litología de los sedimentos que conforman los paleodeltas y ambientes asociados preservados en la plataforma interior, puede estimarse, al menos para los niveles superiores (hasta 3 o 4 m por debajo del fondo), a partir del estudio de testigos existentes entre 39 y 41°S, como los obtenidos en las décadas del 50 y 60 durante las campañas Vema y Conrad por LDEO (Lamont-Doherty Earth Observatory, Marine Geoscience Data System, 2010) y los recolectados por el Servicio de Hidrografía Naval a partir de los años 80 (Fig. 1). Muchos de ellos contienen sedimentos arenosos finos a medianos con concentraciones de gravas, a diferencia de testigos al norte y sur de esa región que son de composición esencialmente arenosa fina. Fray y Ewing (1963) habían asociado esas concentraciones de gravas a aportes de los ríos Colorado y Negro durante etapas de bajo nivel del mar. La interpretación de la batimetría obtenida de las cartas GEBCO (IHO, 1978), sumado a recientes relevamientos batimétricos y obtención de nuevos testigos (Violante et al., en prensa) (Fig. 1), revela que en la plataforma exterior, a la misma latitud que la desembocadura del actual río Colorado, entre 90 y 100 m de profundidad, se desarrollan depresiones semicerradas de unos 10 m de desnivel, las cuales se extienden hacia las áreas más someras a través de rasgos morfológicos que pueden ser asociados a paleocauces fluviales (Fig. 1). En un testigo extraído en la región a 100 m de profundidad (SHN-T392, Campaña LBVI -2012-, Servicio de Hidrografía Naval, Violante et al., en prensa), se hallaron registros de paleoambientes costeros en una secuencia transgresiva que pasa de sedimentos arenosos fluvio-estuáricos en la base, a fangosos de lagunas costeras con limitada conexión marina, luego hacia arriba arenas y conchillas de playas/cordones litorales y finalmente en el tope arenas de plataforma. La edad de las dos unidades intermedias oscila entre 15 y 11 ka de acuerdo a dataciones AMS en material orgánico y calcáreo. La variabilidad de los rasgos morfosedimentarios de la plataforma en la región, que muestra ambientes deltaicos sumergidos con sedimentos relativamente gruesos hasta ~30 m de profundidad, relictos de paleocauces fluviales entre ese lugar y 90 m, y depresiones semicerradas en la plataforma exterior con secuencias sedimentarias transgresivas de edad mayor a 12 ka, permite inferir la evolución de paleoambientes complejos en respuesta al ascenso postglacial del nivel del mar y a las fluctuaciones paleoclimáticas. En base a las evidencias con las que se cuenta, se postula para tiempos cercanos al último máximo glacial la existencia de sistemas fluviales de grandes dimensiones aunque con reducida dinámica y drenajes mínimos como consecuencia de climas fríos y secos (Melo et al., 2013), los cuales eran favorecidos por la continentalización climática resultante del incremento de la superficie expuesta a condiciones subaéreas debido a la baja posición del nivel del mar (Clapperton, 1993; Rabassa, 2008). Bajo esas condiciones, en la desembocadura de los ríos (en el actual borde exterior de la plataforma) se formaron ambientes fluvio-estuáricos y lagunares de baja energía con reducida influencia marina, dominados por sedimentación de finos, que habrían evolucionado hasta aproximadamente los 12,6 ka (Violante et al., en prensa). Para ese entones, el sistema fluvial del paleorío Colorado y sus otros afluentes habría drenado hacia sus desembocaduras a través de cauces cuyos relictos se observan en la actual plataforma media a profundidades entre 50 y 90 m (Fig. 1). En la zona litoral se desarrollaban ambientes de playas arenosas y cordones de conchillas, lo que denota una relativamente alta energía de ola (Violante et al., en prensa). Cerca de los 11 ka, en respuesta a la transición hacia los climas más húmedos y cálidos del Holoceno, la dinámica fluvial se hizo más importante al aumentar la capacidad de los ríos para transportar sedimentos. Lonardi y Ewing (1971) postulan, para etapas de nivel del mar en posiciones intermedias, un gran aporte de sedimentos continentales a través de la plataforma con intensa erosión y labrado del substrato. Se infiere que a partir de entonces comenzaron a dominar procesos deltaicos como los descriptos por Spalletti e Isla (2003) y Melo et al. (2003, 2013), en los que predominó la depositación de sedimentos arenosos y aún gravosos indicadores de alta energía. En la medida que el nivel del mar ascendía, los procesos propios de la circulación oceánica actuaron sobre los antiguos sedimentos litorales, fluviales y deltaicos, a los cuales redistribuyeron dejando la cobertura arenosa relicto que tapiza a la plataforma.