INVESTIGADORES
ADAMOVSKY Ezequiel Agustin
congresos y reuniones científicas
Título:
Usos políticos tempranos del paralelo Rusia/EEUU en Francia: de Le Trosne a Tocqueville y Beaumont
Autor/es:
EZEQUIEL ADAMOVSKY
Lugar:
Tucumán
Reunión:
Congreso; XI Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia; 2007
Resumen:
Uno de los capítulos más importantes
en la historia de la formación de una identidad Occidental es el que refiere
a la manera en que, como parte de ese proceso, se construyó simbólicamente,
durante el siglo XIX, el espacio geográfico que le correspondía como propio. En
otros trabajos he presentado evidencias de la existencia de una intensa lucha
de sentidos, en la cultura francesa, por establecer el sitio preciso por el que
debía trazarse la frontera oriental del continente. Lo que estaba en juego era la
inclusión/exclusión de Rusia en/del espacio simbólico de Europa, dada su
paradójica ubicación ni totalmente europea ni completamente asiática en la
mente de los franceses de los siglos XVIII y XIX. La propia definición de lo
europeo requería normalizar la situación de Rusia y terminar de definir a qué
espacio cultural y político pertenecería. El resultado de esa lucha fue
evidentemente la exclusión de ese país del mundo de (la verdadera) Europa.Otros autores han analizado el modo en que la identidad de europeo
occidental en Francia se amplió a una simplemente de occidental, como parte
de la adopción del modelo de la democracia liberal norteamericana como salida
deseable frente a la crisis social que atravesaba la Europa decimonónica.
La dimensión política de esta imaginación geográfica no podría pasar
inadvertida: la exclusión de Rusia del espacio simbólico de Europa y la
inclusión de los EEUU como parte de un mismo mundo Occidental, son los dos
desplazamientos más importantes que trajo aparejados la peculiar construcción
del espacio geográfico que vino de la mano de un narrativa liberal de la
civilización, que hacía de una Europa occidental (y por extensión de
Occidente) la tierra excepcional y propicia para el despliegue del supuesto sujeto
de tal hazaña: la burguesía. Al situar a la burguesía como agente fundamental
del milagro de la civilización, la ideología liberal subalternizaba o
invisibilizaba el papel histórico de los demás grupos sociales, especialmente
de las multitudes trabajadoras, principal objeto de sus temores políticos.
Pero, al mismo tiempo, estigmatizaba a sus espacios otros básicamente
la totalidad del mundo que quedaba fuera de la conexión atlántica entre Europa
Occidental y los EEUU como tierras de atraso, barbarie, tradicionalismo y
brutalidad. Como espejo opuesto de la civilización, el atraso quedaba así
explicado por la ausencia de una burguesía o clase media. Como he mostrado en
otros trabajos, la construcción de un espacio llamado Europa Oriental fue la
operación ideológica mediante la cual fue finalmente normalizado el lugar de
Rusia y, por extensión, de otras zonas pertenecientes al continente Europeo
pero que, por razones políticas y/o por su falta de desarrollo económico, fue
preciso excluir para dotar de mayor consistencia a la nueva identidad
occidental. Así, a partir de la segunda y tercera década del siglo XIX
comenzó lentamente a imponerse la idea que existía una Europa Oriental y que
el continente se dividía en dos de acuerdo a un eje Este-Oeste. Esto significó
un cambio dramático en la imaginación geográfica europea, que hasta entonces se
organizaba de acuerdo a un eje Norte-Sur. En efecto, si alguien hubiera
preguntado a un francés educado de principios del siglo XIX hacia dónde quedaba
Rusia o Polonia, sin dudas como testimonia un sinnúmero de fuentes habría
respondido hacia el norte. Para sus bisnietos, sin embargo, la respuesta
obvia ya era hacia el Este.La asociación de una mitad de Europa con lo Oriental proyectaba sobre ella el
repertorio de prejuicios que ya se había creado para justificar y legitimizar
las pretensiones imperiales sobre el espacio asiático y del norte de África,
como demostró Edward Said en su clásico Orientalismo.
En
este artículo analizaré una de las imágenes que más contribuyeron al éxito de
estos cambios: el paralelo Rusia/EEUU, es decir, la comparación de las dos
naciones como futuros posibles, la encarnación de caminos de desarrollo
histórico viables aunque diametralmente opuestos. El paralelo Rusia/EEUU fue
popularizado por Tocqueville en 1835 y se convirtió desde entonces en parte de
un sentido común de la imaginación geográfica, especialmente durante la
Guerra Fría. Sin embargo, tiene una fascinante y poco conocida historia
anterior.