INVESTIGADORES
DEL OLMO Ismael
congresos y reuniones científicas
Título:
Elidir el tiempo: Pierre de Bérulle y los endemoniados
Autor/es:
ISMAEL DEL OLMO
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Congreso; V Jornadas de Reflexión Monstruos y Monstruosidades; 2014
Institución organizadora:
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS INSTITUTO INTERDISCIPLINARIO DE ESTUDIOS DE GÉNERO
Resumen:
Michel de Certeau leyó en 1979 y publicó en 1981 sus últimas reflexiones acerca de la creencia, cuya naturaleza se le aparecía como inscripción en el tiempo de una relación de alteridad ―la diferencia― entre un sujeto que da y un otro destinatario que recibe lo dado (l?autre, que de Certeau deja indefinido, se asume como neutro y cambiante de acuerdo a la historia). La secuencia supone la confianza en una remuneración marcada por la distinción de tiempos: il y?a un répondant, aquél otro quien es creído que responderá, quien llevará a cabo la restitución diferida. Lo que le queda al dador ―más precisamente, a los sujetos que accionan en un sistema de creencia― es un vacío relativo al tiempo del otro, un déficit por el cual el futuro se introduce en las conductas presentes como expectativa incierta de respuesta. En contrapartida, y en dos líneas sugestivas (cuyas consecuencias últimas no son perseguidas), de Certeau admite que otro principio de verdad se opone de cuajo a este esquema general: cuando se elimina la temporización fundante de toda creencia, accedemos a un paradigma distinto. El índice aquí no es el creer, sino el ver. Pierre de Bérulle lo supo casi cuatro siglos antes. En 1599, el sacerdote publica un Traitté des Energumenes destinado a ateos y libertinos. Los que fueron incapaces de beneficiarse de la escuela de Dios y de la naturaleza ―en los términos de de Certeau, los que negaron al répondant cristiano, su sistema de creencia, y las maneras en las que éste se explica a sí mismo― deberán aprender de una tercera escuela: la de la experiencia demoníaca. La existencia del poseso aparecerá aquí como la de un no-hombre, un ser, en palabras de Bérulle, reducido a un estado intermedio entre la vida y la muerte, un verdadero pseudo-cadáver. En el endemoniado ocurre el infierno: es el ?vive-eternelle-mort?. La posesión diabólica, entonces, ya no exige creer: lo que la creencia mantiene en el terreno de lo invisible y en la oscuridad de un tiempo diferido ―almas, entes espirituales, infierno―, ella lo convierte en inmediato, en actual y sensible, en visible. Continuando una especulación que comenzáramos en las ?IV Jornadas de Reflexión Monstruos y Monstruosidades? (2010), la presente contribución apunta a resaltar cómo los monstruosos endemoniados de la Europa de la primera Modernidad sirvieron a la vez de mostración y de-mostración: sus cuerpos se constituían en evidencia palpable de verdades cristianas a las que la fe temprano-moderna ya no podía asegurar pensándose como fundamento de lo que se espera y prueba de lo que no se ve.