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En el marco de las trasformaciones que se suscitaron durante los años noventa, en las que las instituciones modernas (familia, escuela) han mostrado signos de agotamiento, las nuevas generaciones debieron crecer signadas por la incertidumbre. El abordaje de las culturas juveniles, por lo tanto, ha sido un tema frecuente en las ciencias sociales para indagar las nuevas prácticas y representaciones que se empezaban a tejer. Ante este nuevo escenario, una de las marcas distintivas de la juventud contemporánea es el de escuchar música, desde allí se definen los modos de ser joven. Reconociendo la importancia de la música para los jóvenes, creemos que una posibilidad de análisis es tomar al rock, ya que como señala Jesús Martín Barbero ??el rock ha adquirido, desde los años 80, una capacidad especial de traducir la brecha generacional y algunas trasformaciones claves en al cultura política de nuestros países. Trasformaciones que convierten al rock en vehículo de una conciencia dura de la descomposición de los países, de la presencia cotidiana de la muerte en las calles, de la sin salida laboral y la desazón moral de los jóvenes, de la exasperación de la agresividad y lo macabro?. De esta manera nos proponemos abordar las maneras de manifestación de la subjetividad contemporánea, esto supone analizar un corpus de canciones para leer allí de qué modo se construyen los sujetos, qué se vuelve decible y cómo se narra la experiencia cotidiana, en el marco de los años noventa.

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