INVESTIGADORES
GIL Sandra Viviana
congresos y reuniones científicas
Título:
Migraciones, familias y estados. Políticas de migración familiar y contratos de integración en los países europeos
Autor/es:
GIL ARAUJO, SANDRA
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Conferencia; Seminario permanente sobre migraciones internacionales; 2011
Institución organizadora:
Instituto de Investigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires
Resumen:
A lo largo de los años setenta, la inmigración pasó a ser visualizada como el origen de problemas sociales fundamentales, por lo que exigía una regulación estricta. La libre circulación fue definida como el mayor obstáculo para el establecimiento de buenas relaciones entre las poblaciones inmigradas y la sociedad de instalación. La diversidad se transformó en un problema que como tal necesitaba ser gestionado, algo que hasta hoy defiende tanto la mayoría tolerante como la extrema derecha. Desde entonces, integración se ha convertido en la forma más común de conceptualizar el desarrollo de relaciones entre las viejas naciones europeas y su creciente población inmigrante no europea. En la actualidad, en los países del centro y norte de Europa la migración por motivos familiares es la principal vía de inmigración regular, superando a las solicitudes de asilo. A diferencia de lo que sucede en los nuevos países de inmigración, como España e Italia donde la migración familiar es básicamente reagrupación, gran parte de estos desplazamientos son originados por nuevas uniones matrimoniales. Esto quiere decir que una parte importante de los hijos e hijas de los inmigrantes de posguerra, nacidos y/o educados en los países de inmigración, forman familia con personas del país de origen de sus padres. Estos patrones de nupcialidad han despertado la alarma de los Gobiernos europeos, que ven en estas prácticas un indicador de falta de integración. Paulatinamente, las políticas que regulan la reagrupación y la formación de familias de origen inmigrante se han ido convirtiendo en instrumentos de control migratorio. A lo largo de los años setenta, la inmigración pasó a ser visualizada como el origen de problemas sociales fundamentales, por lo que exigía una regulación estricta. La libre circulación fue definida como el mayor obstáculo para el establecimiento de buenas relaciones entre las poblaciones inmigradas y la sociedad de instalación. La diversidad se transformó en un problema que como tal necesitaba ser gestionado, algo que hasta hoy defiende tanto la mayoría tolerante como la extrema derecha (Bloommamaert y Verschueren 1998). Desde entonces, integración se ha convertido en la forma más común de conceptualizar el desarrollo de relaciones entre las viejas naciones europeas y su creciente población inmigrante no europea. En la actualidad, en los países del centro y norte de Europa la migración por motivos familiares es la principal vía de inmigración regular, superando a las solicitudes de asilo. A diferencia de lo que sucede en los nuevos países de inmigración, como España e Italia donde la migración familiar es básicamente reagrupación, gran parte de estos desplazamientos son originados por nuevas uniones matrimoniales. Esto quiere decir que una parte importante de los hijos e hijas de los inmigrantes de posguerra, nacidos y/o educados en los países de inmigración, forman familia con personas del país de origen de sus padres. Estos patrones de nupcialidad han despertado la alarma de los Gobiernos europeos, que ven en estas prácticas un indicador de falta de integración. Paulatinamente, las políticas que regulan la reagrupación y la formación de familias de origen inmigrante se han ido convirtiendo en instrumentos de control migratorio. A lo largo de los años setenta, la inmigración pasó a ser visualizada como el origen de problemas sociales fundamentales, por lo que exigía una regulación estricta. La libre circulación fue definida como el mayor obstáculo para el establecimiento de buenas relaciones entre las poblaciones inmigradas y la sociedad de instalación. La diversidad se transformó en un problema que como tal necesitaba ser gestionado, algo que hasta hoy defiende tanto la mayoría tolerante como la extrema derecha (Bloommamaert y Verschueren 1998). Desde entonces, integración se ha convertido en la forma más común de conceptualizar el desarrollo de relaciones entre las viejas naciones europeas y su creciente población inmigrante no europea. En la actualidad, en los países del centro y norte de Europa la migración por motivos familiares es la principal vía de inmigración regular, superando a las solicitudes de asilo. A diferencia de lo que sucede en los nuevos países de inmigración, como España e Italia donde la migración familiar es básicamente reagrupación, gran parte de estos desplazamientos son originados por nuevas uniones matrimoniales. Esto quiere decir que una parte importante de los hijos e hijas de los inmigrantes de posguerra, nacidos y/o educados en los países de inmigración, forman familia con personas del país de origen de sus padres. Estos patrones de nupcialidad han despertado la alarma de los Gobiernos europeos, que ven en estas prácticas un indicador de falta de integración. Paulatinamente, las políticas que regulan la reagrupación y la formación de familias de origen inmigrante se han ido convirtiendo en instrumentos de control migratorio.