IDIHCS   22126
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Tres digresiones sobre el cosmopolitismo
Autor/es:
MARISTELLA SVAMPA
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Exposición; Ciclo ¿Podemos ser cosmpolitas?; 2013
Institución organizadora:
Mardulce editores
Resumen:
En la época de la globalización acelerada de las relaciones sociales, del permanente nomadismo de los capitales, de la movilidad creciente de las personas por encima de las fronteras nacionales, más aún, en la era del debilitamiento del Estado-Nación, el término cosmopolitismo parece haberse cargado de nuevos registros. ¿Es esto realmente así? ¿Qué hay de nuevo o cuáles son esas otras dimensiones actuales, si a decir verdad el cosmopolitismo, en sus diversas facetas, atraviesa como estado y reflexión diferentes corrientes y perspectivas, no sólo la historia del pensamiento de los países centrales, sino también de los periféricos, esto es, del pensamiento latinoamericano, desde diversas disciplinas y lugares? Fronteras y cruces culturales, mirada universalista y desanclaje, cierto es que el cosmopolitismo siempre fue comprendido desde lo universal (ciudadano del mundo), esto es, desde la partícula ?cosmos?, y mucho menos desde la partícula ?polis?, que remite en todo caso al orden de lo local. El cosmopolita no tenía patria, no tenía nación de referencia. Su experiencia aparecía bañada, sumergida, en lo universal en una aparente comprensión de las diversas culturas pero con un deliberado desapego hacia los localismos y nacionalismos. Para el marxismo, que se decía internacionalista, el cosmopolitismo tenía algo de residual y de decadente: en el coincidían desanclaje aristocrático y dandismo. Era cultural, relativo al mundo del arte y de las letras. Asimismo, en un mundo saturado de xenofobia, el cosmopolitismo ha significado siempre un llamado a la tolerancia, a la ciudadanía mundial, al respeto de la diversidad. También en la tolerancia hay una apelación a la cultura global. Por ejemplo, en la reflexión kantiana acerca de un orden jurídico-político, sustentado por una federación de naciones y un objetivo, el cosmopolitismo era un ideal y una utopía: la paz mundial. También suele decirse que los argentinos, en función de nuestras ascendencias europeas, somos una comunidad trasplantada, de corte cosmopolita, que siempre ha renegado de sus raíces vernáculas, esto es, indígenas y mestizas, de índole latinoamericana (el miedo a ser nosotros mismos, como diría Rodolfo Kusch). Por ende, para algunos el cosmopolitismo debía ser leído desde su contracara, el latinoamericanismo. Claro que este ingreso desordenado a la temática no hace más que confundirnos, pues a la hora de hablar de cosmopolitismo parece que nos enfrentáramos con toda una galería cargada de personajes y tipologías. Así, una cuestión de la que no puede eximirnos la presente actualización es, a saber, ¿de qué cosmopolitismo queremos hablar? Así ¿nos referimos al cosmopolitismo cultural, el cosmopolitismo social o el cosmopolitismo político? En una rápida revisión de la bibliografía me encontré con poco cosmopolitismo a secas y varias adjetivaciones: cosmopolitismo arraigado; cosmopolitismo vernáculo, cosmopolitismo crítico, cosmopolitismo posmoderno, cosmopolitismo subalterno, cosmopolitismo desde abajo, cosmopolitismo tóxico, cosmopolitismo moral, cosmopolitismo político, cultural, jurídico, cosmopolitismo selectivo, cosmopolitismo en las artes, las letras, las ciencias humanas, sociales, etcétera, etcétera. Varias de estas categorías, muchas de ellas, contemporáneas, hacen referencia a la necesidad de pensar el cosmopolitismo actual a través de la convergencia entre universalismo y diferencia. Son posiciones que, en un espacio de geometría variable, buscan superar los obstáculos tradicionales del universalismo- tendencia a la homogeneidad, la exaltación de valores supuestamente universales-monoculturales, la defensa normativa-, pero también apuntan a superar los límites que impone una defensa a ultranza del relativismo (en nombre de la hibridación, del pluralismo, del multiculturalismo bienpensante, que en defensa de las diferencias culturales, suelen escapar a un análisis en términos de relaciones de poder). En todo caso, no son pocos los autores que hacen referencia al cosmopolitismo, desde Appiah a H. Bhabha, en el contexto actual de globalización, a través de los modos de anclaje entre lo local y lo universal; refiriéndose así a un cosmopolitismo cultural, social, ético y político; diferente del cosmopolitismo más tradicional. En función de esta breve introducción, quisiera proponer tres disgresiones sobre el cosmpolitismo