INVESTIGADORES
CUTRERA Maria Laura
congresos y reuniones científicas
Título:
Médicos y machis, espíritus maléficos y vacunas. Medicina indígena y oficial en Buenos Aires durante el Rosismo
Autor/es:
MARÍA LAURA CUTRERA
Lugar:
Rosario
Reunión:
Jornada; V Jornadas Espacio, Memoria e Identidad; 2008
Institución organizadora:
Universidad Nacional de Rosario
Resumen:
En esta ponencia nos ocuparemos del encuentro entre las ideas indígenas y criollas de enfermedad, y las medicinas y prácticas consideradas apropiadas para sanarla. Se trata del cruce de dos universos de creencias que, aunque no entraban en contacto por primera vez, sí dio lugar a una situación novedosa. Por un lado, un crujiente acomodamiento entre ellas. Por el otro, a la competencia entre la medicina oficial y la aborigen, entre médicos diplomados, legitimados y sostenidos por las autoridades para estos casos, y machis avaladas por las agrupaciones nativas. Lentamente, Rosas y sus hombres intentaron reducir la extensión de las prácticas sanativas indígenas ?eliminarlas no parece haber sido su objetivo-, conduciendo un avance de la medicina oficial sobre la población aborigen. Los indios, por su parte, debieron acomodarse y acostumbrarse a eso, aunque también echaron mano de la curación criolla cuando ésta se mostró más efectiva que la propia. Los médicos de los fuertes, los encargados de administrar la vacuna antivariólica en la campaña y la ciudad, los facultativos de Buenos Aires y, por supuesto, los Comandantes de los puestos de frontera, fueron los protagonistas de la historia. Pero también los machis, chamanes indígenas que trataban las dolencias desde el conocimiento de las hierbas naturales y el contacto con los espíritus que se creían rondándolos de manera permanente. Para mostrarlo, pondremos en contraposición dos casos que ilustran la forma en que las autoridades provinciales irrumpieron en las prácticas nativas de modos desiguales dejando ver, al mismo tiempo, la fuerza de conservación de las últimas. Un alzamiento de los indios amigos de los alrededores de Bahía Blanca en connivencia con algunos grupos boroganos situados en Tapalqué, puso en jaque la defensa de la frontera. En ese contexto, el Fuerte 25 de Mayo y el Cantón de Tapalqué necesitaban protección. La diferencia estaba en que, en el primero, ésta recaía sobre la tropa criolla allí instalada, mientras que en el otro reposaba en los contingentes de naturales, cuya población superaba con creces a los soldados del punto. Ante el surgimiento de una peste de viruela que atacaba con furia a los aborígenes, en 25 de Mayo se vacunó a la tropa e intentó impedir por todos los medios que ésta se contagiase, alterando las prácticas indígenas de dispersión de toldos. En Tapalqué se inoculó a los indios para evitar la extensión de la plaga y el esparcimiento de éstos fronteras adentro. La estrategia no rindió sus frutos en ese caso. Rosas y sus hombres toleraron el accionar indígena mientras lo consideraron permisible. Luego, los intentos de sumisión al orden de la población nativa volvieron a abrirse paso.