INVESTIGADORES
GUBER Rosana
congresos y reuniones científicas
Título:
Una fuerza para otra guerra
Autor/es:
ROSANA GUBER
Lugar:
Paris, Pau
Reunión:
Encuentro; Colloque La guerre des Malouines, trente ans aprés; 2012
Institución organizadora:
Institut des Amériques - Université de Pau et de pays de l'Adour
Resumen:
En 1969 un decreto del gobierno de facto del General Retirado Juan Carlos Onganía, dispuso que la jurisdicción de maniobras y ataque de la Fuerza Aérea Argentina, la más joven de las tres fuerzas armadas, sería el espacio aéreo sobre superficie terrestre y, fundamentalmente, sobre la porción continental del país. El 2 de abril de 1982 la Fuerza Aérea se sumó a la movilización de tropas, recursos y sistemas de armas para defender la presencia argentina en las Islas Malvinas (Falklands) y asegurar la “recuperación” del archipiélago reclamado ininterrumpidamente desde 1833 a su ocupante Gran Bretaña. Los requerimientos de un teatro bélico fundamentalmente naval, a considerable distancia del continente, y enfrentado a una flota de alto nivel tecnológico y poder de fuego, constituyeron un profundo desafío para los oficiales subalternos y medios que llevaron a cabo las acciones. Desde abril hasta el 14 de junio del ‘82, los sistemas de armas dedicados al ataque (caza, bombardeo, intercepción) debieron adaptar su tecnología a una guerra con blancos blandos (navales) y no fijos (terrestres), y aprender a operar desde bases continentales, sobrevolar el Océano Sud Atlántico, atacar buques fuertemente artillados y enfrentar aviones de caza e interceptores de última generación. La prensa y la literatura especializada se han referido a las acciones de los pilotos argentinos en la guerra de Malvinas como asombrosas, valientes y efectivas, ponderando la desmesura con que aviones de los años 50 enfrentaron a la segunda potencia bélica de la OTAN.  Desde estas consideraciones procedentes de la conducción política y militar británica se ha generalizado la analogía entre los pilotos argentinos y los tokkòtai miembros de la Fuerza de Ataque Especial, conocidos fuera del Japón como kamikaze (el viento de Dios). Sin embargo, los especialistas en guerra aérea y connotados veteranos aeronáuticos de Francia, España, Alemania, Gran Bretaña y los EE.UU. han valorado estos desempeños poniendo de manifiesto, entre otras cuestiones, la adecuación de una fuerza entrenada para operar sobre tierra firme, a nuevas condiciones de combate. En este trabajo analizaré cómo los pilotos del avión de caza A-4B Skyhawk (McDonell Douglas 1954) llevaron a cabo este proceso de adecuación a la guerra aeronaval. Los A-4B, aviones fabricados para la Marina norteamericana y, por lo tanto, para operar desde portaaviones  fueron comprados por el Estado Argentino tras dos años de planificación y negociaciones, en 1966, y alojados en el centro oeste del territorio continental nacional, en la V Brigada Aérea, en Villa Reynolds, Departamento Pedernera, provincia de San Luis. Participaron en el Atlántico Sur sus dos escuadrones compuestos, cada uno, por 16 oficiales medios y subalternos (vicecomodoros, capitanes, primeros tenientes, tenientes y alféreces (sing.Alférez). Durante el conflicto operaron desde la costa patagónica, hasta el 8 de junio desde la Base Militar (hoy Base Aérea) de Río Gallegos (misma latitud que las Islas Malvinas), y del 8 de junio hasta hasta la finalización del conflicto, desde la Base de San Julián, ambas emplazadas en la provincia austral de Santa Cruz. El Grupo 5 de Caza (G5C), como se lo conoce en la fuerza, hundió las fragatas misilísticas HMS Antelope (23 de mayo), HMS Coventry (25 de mayo), el buque de desembarco-logístico RFA Sir Galahad (8 de junio), y el lanchón de desembarco LCU Foxtrot 4 (8 de junio); dejó fuera de combate al destructor misilístico HMS Glasgow (12 de mayo), la fragata misilística HMS Argonaut (21 mayo), el buque de desembarco RFA Sir Tristram (8 de junio); y averió seriamente a las fragatas misilísticas HMS Ardent (21 de mayo y hundida luego por la aviación naval), HMS Broadsword (25 de mayo) y al RFA Sir Lancelot (24 de mayo). A cambio el Primer Escuadrón perdió dos hombres y tres aviones (pues un piloto alcanzó a eyectarse, 27 de mayo), y el Segundo perdió 7 hombres y aviones. Esto es: el G5C perdió casi la tercera parte de sus oficiales (un capitán, cuatro primeros tenientes, tres tenientes y un alférez) y 10 aviones. Participaron de las acciones todas las jerarquías de los dos escuadrones, desde sus Jefes hasta los alféreces algunos de los cuales carecían de experiencia, por ejemplo, en reabastecimiento en vuelo, imprescindible para hacer el camino de ida y vuelta a las Islas, sin tocar tierra. Sólo dos de los 32 fueron renuentes a llevar a cabo las misiones asignadas. Ninguno de los pilotos que participaron en las acciones tenía experiencia en operaciones aeronavales. Desempeño y costos vitales y materiales dan cuenta de un arduo aprendizaje que se produjo como consecuencia del entrenamiento (sobre blancos terrestres) y, también, del ensayo y el error en la misma práctica bélica. Como resultado los miembros de ambos escuadrones consolidaron una experiencia única que resultó de las acciones del avión de caza más viejo de la Fuerza enfrentando sistemas misilísticos guiados e inteligentes, además de las parejas (PAC) de veloces y letales aviones Harriers y Sea Harriers que operaban desde sus portaaviones HMS Hermes e Invincible. Este artículo busca desentrañar cómo explican este desempeño sus protagonistas.