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La propuesta de Francoise Collin, siguiendo a Hannah Arendt, radica en una concepción diferente del hacer, una praxis que no tiene garantía, ni finalidad previa. En efecto, la praxis de la diferencia de los sexos pasa a ser un acto transformador donde la diferencia es una différance no determinada a priori. No es un hecho, es un acto de desplazamiento fuera de los lugares, sin que sea asignado el buen lugar. Collin reniega que lo femenino sea una categoría liberadora cuando por siempre ha sido la experiencia forzada de una mitad de la humanidad identificada como ?las mujeres?. Así pues, considera que la indiferencia o el borramiento de las fronteras de los sexos son una proyección de un deseo o una nueva y cínica tentación metafísica