IDIHCS   22126
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
El principio de causalidad formal o eminente en las perspectivas cartesianas sobre la interacción del alma y el cuerpo
Autor/es:
MENACHO, MÓNICA ISABEL
Lugar:
La Plata
Reunión:
Jornada; VIII Jornadas de Investigación en Filosofía; 2011
Institución organizadora:
FaHCE UNLP
Resumen:
El presente trabajo surge de la consideración del principio de causalidad formal o eminente propuesto por R. Descartes en su Tercera Meditación y, en particular, de la pregunta siguiente: ¿en qué medida el principio de causalidad propuesto allí por Descartes excede el ámbito problemático de la Tercera Meditación y extiende su validez e influencia a otras “zonas” del pensamiento cartesiano? La tesis general que sugerimos en este trabajo es que tal principio de causalidad, si bien surge ligado a una problemática puntual tratada en la Tercera Meditación (la problemática de la salida del solipsismo mediante la prueba de la existencia de Dios) extiende, con todo, su influencia a otros aspectos y problemas de la obra de Descartes. En particular, lo que nos interesa señalar es que la ampliamente advertida problematicidad de la interacción entre el alma y el cuerpo se halla determinada, en gran medida, por la exigencia de semejanza entre la causa y el efecto establecida por aquel principio. A fin de mostrar el modo en que tal principio ejerce su influencia en la problemática de la interacción entre el alma y el cuerpo, analizaremos algunas analogías propuestas por Descartes como recursos explicativos de tal interacción. De una manera afín a lo admitido por varios estudiosos contemporáneos, tendremos en cuenta que no hay en el pensamiento de Descartes una única perspectiva acerca de la relación entre el alma y el cuerpo. En este marco, intentaremos mostrar que las distintas perspectivas propuestas por Descartes para tratar con el problema de la interacción no se hallan igualmente influidas ni son igualmente permeables a la exigencia de semejanza de aquel principio de causalidad propuesto en la Meditación Tercera.