INVESTIGADORES
HILLER Renata
congresos y reuniones científicas
Título:
Las fisuras del género: para una conceptualización política del sexo
Autor/es:
RENATA HILLER
Lugar:
Villa Giardino
Reunión:
Congreso; VIII Jornadas de Historia de las mujeres/ III Congreso Iberoamericano de estudios de género; 2006
Institución organizadora:
Universidad Nacional de Córdoba
Resumen:
En el contexto de luchas contemporáneas por el reconocimiento de múltiples identidades sexuales, es tiempo de reubicar el sexo en el terreno de la disputa política. El abordaje que se pretende hacer en este trabajo de la categoría de sexo intenta alejarse tanto de las visiones esencialistas como de las posturas hipersubjetivistas que no reconocen ningún anclaje del poder en los cuerpos. Reconociendo la existencia material del sexo, ¿de qué materialidad se trata?. Indagaremos de qué manera dicha materialidad se supone pre-discursiva, para preguntarnos cómo y con qué consecuencias el cuerpo sexuado se presenta en la teoría política (y en mucha de la teoría feminista) como una superficie llana sobre la cual se imprimen significados y no ya como un sexo construido a partir de prácticas discursivas. La categoría de género, si bien ha sido muy fructífera para los análisis y las luchas feministas,ha contribuido a sedimentar esta percepción del sexo y de allí que en estas páginas emprendamos su crítica apelando a las categorías althusserianas de ideología, interpelación, sujeto, creyendo que muchos de los postulados y análisis de Althusser pueden servir hoy a todos aquellos que intentan pensar y discutir el marco falocéntrico y heterosexista de nuestra sociedad. Esta propuesta de trabajo tiene un doble propósito: por un lado, el intentar demostrar y sostener que la categoría de género es una categoría, en términos althusserianos, ideológica; y por otro lado, analizar las consecuencias políticas de lo anterior en el marco de la lucha por el reconocimiento de identidades que impugnan la norma heterosexual. Creemos que reintroducir los análisis de Althusser sobre el sujeto en los llamados “estudios de género” permitirá no sólo brindar nuevas luces, nuevos interrogantes, así como posibles marcos teóricos desde los cuales pensar algunas prácticas políticas, sino que más generalmente es una nueva manera de encarar el difícil vínculo entre marxismo y feminismo y de rescatar uno de sus exponentes, que quizás infortunadamente, ha quedado relegado en la teoría feminista en pos de otros autores de la llamada “corriente posestructuralista”. El feminismo supo encontrar en la noción de género una categoría “aliada” para la superación de los modelos deterministas que implicaban un límite a la liberación de las mujeres. Hasta entonces, se reconocía una causa última “natural” e “inevitable” de la subordinación de las mujeres debido a las diferencias biológicas entre éstas y los hombres, centrada principalmente en la maternidad. A lo sumo, aparecía como alternativa a dicha determinación una esperanza tecnologiscista que permitiese la reproducción artificial como condición necesaria para la superación de la “tiranía de la reproducción”. En cambio, la categoría de género ha servido al feminismo para definir un sujeto que fuese más allá del configurado por el propio sistema que pretendía combatir. Es decir, tomando la noción de género, el feminismo ha podido erradicar aquello de “biología es destino”. Sin embargo, como desarrollamos en nuestro trabajo, creemos que es una categoría que ha quedado presa de sí misma. Así,siguiendo a Butler, hablaremos en nuestro trabajo de una “posición feminista humanista”. Esta posición es aquella que considera que el género es un atributo de un ser humano caracterizado esencialmente como una sustancia o núcleo previo al género. Algo análogo es el planteamiento de Althusser respecto del humanismo: como señala Althusser, esta concepción humanista implica el hecho de que sujetos concretos existan como dato absoluto. Esto no convierte el humanismo en un materialismo, sino en un empirismo del sujeto a la vez que un idealismo de la esencia, en tanto presupone de la universalidad de dicha esencia humana en cada uno de esos sujetos individuales. Ambos elementos van necesariamente anudados: Idealismo de la esencia y empirismo del sujeto que se basan en la presuposición (ideológica) de que existe algo así como una totalidad social que pueda darse sin ideologías que le sean constitutivas. Es la totalidad hegeliana la que puede pensarse como el desarrollo enajenado de una unidad simple originaria en la que el Sujeto pueda ser a la vez inmanente y trascendente a cada uno de los sujetos empíricos. ¿Por qué es necesario reubicar el sexo en el terreno de la política? ¿Qué implicancias supone asumir el sexo como lo pre-discursivo? ¿En qué sujeto político encarna este sujeto que se supone naturalmente sexual? ¿Cuáles son algunas de las consecuencias políticas de mantener la distinción sexo/género? Si el género es lo constituido en comunidad, intersubjetivamente, el sexo estaría privado de ello, fuera del ámbito de la cultura, correspondiendo a la interioridad del individuo aún antes de ser un sujeto social. Esta distinción permite sostener que el género es al sexo como lo público es a lo privado, localizando las cuestiones de sexo y sexualidad en la esfera privada. El sistema sexo/género no solo mantiene las dicotomías naturaleza/cultura, prediscursivo/constituído sino que trasladado al espacio de la teoría política reifica el par público/privado propio del sistema capitalista. Bajo esta óptica, dichas cuestiones, o bien parecieran ser solo posibles de ser planteadas en términos de derechos inalienables (y privadísimos) del hombre o quedan por fuera del ámbito de lo político. A la hora de analizar la lucha por el reconocimiento social y político de colectivos que desde su constitución identitaria impugnan la norma heterosexista, asistimos de manera trágica a un escenario donde se combinan estas dos posibilidades.