INVESTIGADORES
ALVAREZ Juan Agustin
congresos y reuniones científicas
Título:
Situación actual de los Recursos Naturales en el Monte y su relación con la realidad socioeconómica.
Autor/es:
VILLAGRA, P.E.; CESCA E.; ALVAREZ, J.A.; CONY, M.A.; BONINSEGNA, J.A. Y R.VILLALBA
Lugar:
Oro Verde. Entre Ríos
Reunión:
Conferencia; I Foro Nacional Desarrollo Sustentable: Biodiversidad, Soberanía Alimentaria y Energética. El papel del sector agropecuario; 2003
Institución organizadora:
UNER-UNCordoba
Resumen:
La Provincia
Fitogeográfica del Monte abarca 460.000 km2 de la zona árida
templada de la República Argentina, extendiéndose desde los 24º 35 hasta los
44º 02 S y desde los 62º 54 a los 69º 05 W. El Monte está definido
bioclimáticamente como semiárido y árido. Las precipitaciones medias anuales
varían entre 30 y 350 mm, y la relación entre las lluvias y la evapotranspiración
potencial entre 0,05 y 0,5, indicando que toda el área presenta déficit de
agua, que es el principal factor limitante de la región. El Monte presenta un gradiente
térmico en el sentido Norte-Sur de aproximadamente 6ºC de temperatura media y
un gradiente en la estacionalidad de las lluvias, con marcada concentración
estival en el Norte y precipitaciones distribuidas mas uniformemente en el sur.
El área presenta una gran amplitud térmica anual. Geomorfologicamente, comprende
planicies, bolsones, piedemontes, conos aluviales y mesetas. Los suelos
predominantes en el Monte son los entisoles, y los aridisoles que aparecen al
Sur de Mendoza y La Pampa. Los pocos ríos permanentes y los cauces temporarios
que recorren el Monte son alóctonos ya que el agua es provista principalmente
por las precipitaciones níveas en la alta Cordillera de los Andes. Estos ríos
de montaña son la principal fuente de recarga de los reservorios de agua
subterráneos. Fisonómicamente, el Monte es un mosaico
de tres tipos de formaciones vegetales: a) la estepa arbustiva climácica
dominado por la familia Zigophyllaceae; b) las estepas edáficas de arbustos
halófitos como Suaeda divaricata, Atriplex spp, Alleronfea vaginata y c) el bosque de Prosopis spp. que es
un tipo edáfico azonal dependiente de fuentes suplementarias de agua.
La disponibilidad de
agua es la determinante de todos los procesos ecológicos, económicos, sociales
y culturales de la región. De esta forma, dos diferentes formas de organización
socioeconómica coexisten en el Monte, uno con una economía de mercado basada en
oasis irrigados y el otro con una economía de subsistencia basada en las áreas
áridas. La competencia por el agua se convierte en uno de los principales
problemas ambientales en la relación oasis-desierto, ya que la zona árida no
recibe agua superficial por haber sido principalmente destinada a la irrigación
y al consumo humano
La mayoría de la
población (aproximadamente el 90%) vive en los oasis irrigados situados en los
valles con ríos perennes, pero estos oasis ocupan solamente 3% del área de Monte. La principal
actividad realizada por sus habitantes es la agricultura intensiva,
especialmente viticultura, fruticultura y olivicultura. Las industrias locales
se concentran en la fabricación de subproductos de estas actividades. La
utilización racional del recurso hídrico, tanto superficial como subterráneo es
una de las premisas básicas del manejo del oasis y aunque resulte paradójico,
la eficiencia de riego presenta valores preocupantes para la moderna concepción
de sustentabilidad de los recursos. Se debe sumar a esto el problema de la
salinización de los suelos, como
consecuencia de la mala irrigación.
En las tierras áridas hay
establecimientos pequeños, llamados puestos, controlados por familias con
antiguas raíces hispano-indígenas (llamadas puesteros). Dedicados casi en su
totalidad a la cría del ganado menor (caprino), puede sumarse en algunas zonas,
algo de ganado bovino y ovino, extracción de leña y la producción de
artesanías. La propiedad de terreno es generalmente confusa, los puesteros son
meros ocupantes, aunque son históricamente los terratenientes verdaderos.
Respecto a la salud y condiciones sanitarias, puede observarse la existencia de
enfermedades provocadas por las condiciones socioeconómicas de los pobladores:
falta de agua, el tipo de vivienda, la escasez de medicamentos, el sistema de
alimentación y la falta de una educación sanitaria. En cuanto a los métodos
terapéuticos podemos decir que prevalece la medicina casera o tradicional. Los
remedios son caseros y basándose en hierbas y plantas locales.
La desertificación es otro problema importante. Las
vastas planicies fluvio-eólicas han sido sujetas a sobrepastoreo y
deforestación mientras que las pendientes han sufrido importantes procesos
erosivos. Un
aspecto a destacar es la escasa capacidad de recuperación natural que tienen
estos sistemas dadas las características ambientales extremas y a las
condiciones actuales de alta degradación. Esto lleva a pensar en la necesidad
de un aporte de energía que acelere la recuperación de la biomasa vegetal
perdida.
Desde un punto de vista económico, el algarrobal ha sido la
comunidad más importante. Durante varios siglos, ha sido fuente de subsistencia
de las poblaciones locales, y aún hoy siguen siendo usadas por los pobladores
locales. Los bosques
han provisto, madera, alimento, postes para viñedos, así como sombra y forraje
para el ganado. El algarrobal ha sido explotado con concepto minero sin ajustar
las tasas de extracción a las de regeneración natural. Esto ha llevado a
procesos de desertificación y, consecuentemente, al empobrecimiento de los
pobladores de la zona. Otra asociación vegetal que ha sido explotada y
degradada es el Matorral de Bulnesia
retama. Por ejemplo, su distribución
en San Juan se ha reducido de 4 millones a 400,000 ha por su uso para la
producción de cera y postes para viñedos.
Existen 16
áreas protegidas creadas con el propósito de proteger los paisajes del Monte
(Valle de La Luna y Talampaya), poblaciones de árboles (Nacuñan y Telteca), o
alguna especie o hábitat particular (Lihue Calel). Estas reservas representan
el 1,52 % de la superficie total del Monte y no son suficientes para llevar a
cabo una efectiva conservación de la biodiversidad, funcionando como islas
dentro de un paisaje cada vez más degradado.
Por último,
se debe destacar la falta de adecuación de las normas legales existentes al
potencial biológico de los sistemas. Por ejemplo, en el caso del uso de los
bosques de la región, la normativa ha tendido a la prohibición del uso de leña
y madera en ciertas áreas, con el consiguiente traslado de la presión a otras
regiones, o a la fijación arbitraria de turnos de corta o diámetros mínimos de
corta de árboles sin tener en cuenta la tasa real de regeneración del sistema.