INVESTIGADORES
GUTIERREZ Maria Florencia
congresos y reuniones científicas
Título:
Judicializar el conflicto: costureras, parteras y viudas frente a la justicia laboral. Tucumán durante el primer peronismo
Autor/es:
FLORENCIA GUTIÉRREZ; EMANUEL FERNÁNDEZ TOMÁS
Lugar:
Los Polvorines
Reunión:
Taller; I Taller: Género, sociedad y políticas sociales en la Argentina del siglo XX: estudios en escala local, nacional y global; 2023
Institución organizadora:
Universidad Nacional de General Sarmiento
Resumen:
En los pueblos azucareros, las mujeres desempeñando múltiples trabajos, tanto en el casco urbano como en los cañaverales. Eran las esposas, hermanas o hijas de los obreros azucareros y formaron parte del colectivo de cocineras, enfermeras, comadronas, lavanderas y costureras que, contratadas por los empresarios, ayudaban a sostener el mundo doméstico, asistencial y recreativo de las comunidades azucareras. Asistían diariamente al chalet de los propietarios y las viviendas del personal jerárquico y administrativo para realizar tareas vinculadas al cuidado y reproducción familiar: cuidar a los niños, limpiar, coser, lavar, cocinar y planchar la ropa. También se desempeñaron como domésticas en los espacios propios del asistencialismo empresarial, como los hospitales y salas de primeros auxilios, las escuelas, los clubes deportivos, los comedores y las ollas populares. Allí realizaban diversas labores que involucraban la limpieza de los locales, la preparación de la comida, el lavado, planchado y costura de las sábanas de los hospitales, así como la confección de la indumentaria de los equipos de fútbol. Otras mujeres cocinaban, planchaban y limpiaban los espacios destinados a los empleados jerárquicos solteros.Estas mujeres formaron parte del mundo laboral de los pueblos azucareros pero en la agenda historiográfica la definición y alcance de las tareas desempeñadas, sus experiencias de retribución y valoración del trabajo, sus demandas por derechos y su esquivo reconocimiento en la legislación y los convenios colectivos de trabajo permanecen desdibujados. Por ello, en esta ponencia analizamos cómo la ampliación del acceso a la justicia –promovida con la creación de los tribunales del trabajo– alentó a estas mujeres a judicializar el conflicto con sus patrones, alternativa que incidió en el intrincado proceso en el que se definieron los alcances y límites de sus derechos laborales. Nacidos para proteger a la parte más débil de la relación laboral y compensar la desigualdad entre trabajadores y empleadores, el nuevo fuero interpeló la matriz liberal de la concepción del contrato de trabajo y subvirtió históricos principios --como “la noción del contrato libremente consentido por las partes, el individualismo o la igualdad”-- en favor de una filosofía que, sustentada en la justicia social, afirmaba “la esencial desigualdad de fuerzas y oportunidades entre el capital y el trabajo, y por tanto de la relación que se establece entre patrones y trabajadores”. Partimos del supuesto que las demandas de estas mujeres y los disputados sentidos del trabajo femenino que ellas, la patronal y los jueces pusieron en locución coadyuvaron a horadar la cerrada definición del sujeto de derecho promovida por la legislación azucarera a lo largo del primer peronismo. Así, la judicialización del conflicto impulsada por las mujeres interpeló la excluyente figura del obrero permanente de fábrica como depositario de los derechos reconocidos por las nuevas leyes laborales, disputa que contribuyó a precisar los alcances y las fronteras de los derechos a los que costureras, comadronas y cosecheras podían acceder. Al unísono, las demandas de las viudas de los obreros azucareros no sólo les permitió acceder a una indemnización negada por la patronal, los fallos también cuestionaron y juzgaron el accionar de los empresarios, imponiendo límites a su comportamiento. Nacida para equilibrar la desigualdad entre el capital y el trabajo, la justicia laboral se instituyó como un instrumento clave en el negociado proceso de construcción de derechos, cuya gravitación material y simbólica interpeló, profunda y definitivamente, la experiencia laboral de los trabajadores pero también de la patronal azucarera.