BECAS
CLADERA Jorge Luis
congresos y reuniones científicas
Título:
Un rastrojo no es lo mismo que un cuadro. La integración de diferentes modelos agrícolas por parte de familias extensas en el norte de la Quebrada de Humahuaca
Autor/es:
CLADERA JORGE LUIS
Lugar:
SAN SALVADOR DE JUJUY
Reunión:
Jornada; XIV Jornadas Regionales de Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales; 2023
Institución organizadora:
FHyCS - UNJu
Resumen:
En las últimas décadas, en el ámbito de la producción de alimentos asistimos a la expansión de un nuevo paradigma agroecológico “con una velocidad inusitada y una fuerza y alcances sorprendentes”, al punto de que “parece que hoy todo es ‘agroecológico’ o debería serlo” (Sarandón 2021, p. 1). Para avanzar hacia sistemas alimentarios agroecológicos, los nuevos paradigmas de intervención institucional depositan una atención central en lo que llaman los procesos de transición agroecológica, por medio de los cuales la llamada agricultura convencional lograría ir virando hacia sistemas ecológicamente equilibrados y menos insumodependientes. Según estos nuevos paradigmas, de cada lado de esta transición se encontrarían distintos sistemas agrarios en confrontación, a veces abierta, a veces mediada por diversas formas de coexistencia (Gasselin et al, 2021). El punto es que esta oposición de modelos de producción de alimentos se sobreentiende asimismo, a menudo, como una “oposición entre actores” (Ploeg, 2021: 9), y en muchos territorios del globo, ciertamente lo es. Ahora bien, el análisis del material etnográfico aportado permitirá poner en relieve que, al menos en algunos territorios de vigencia de cultivos andinos como en la Quebrada de Humahuaca, son en ocasiones las mismas redes familiares campesinas las que traccionan modelos tecnológicos distintos en diferentes áreas a las que se asocia con vocaciones agrarias distintas. Es menester recordar que, particularmente en la provincia de Jujuy, una de las expresiones del interés por las transiciones agroecológicas lo constituye la renovada atención por los Cultivos Andinos, concebidos como una de las principales herramientas para “mejorar la inserción de la agricultura familiar en cadenas de valor emergentes y dinámicas” (EPSA Jujuy 2022, p. 15).Sin embargo, los esfuerzos institucionales por expandir la producción de cultivos andinos manifiestan una y otra vez la frustración por no lograr el despegue esperado. Una de las explicaciones más ensayadas para interpretar esta falta de despegue consiste en que “actualmente los cultivos andinos son desplazados por la horticultura comercial quedando las quebradas transversales dedicadas para su cultivo” (EPSA Jujuy 2022, p. 55). Según estos diagnósticos, serían estos mecanismos de retracción del espacio agrícola destinado a los cultivos andinos aquellos que explicarían las dificultades para consolidar variedades de cultivos de importancia tradicional, a pesar de los crecientes intereses de un público turístico interesado en consumirlos (Arzeno y Troncoso, 2012).En esta ponencia, me interesa aportar a la expansión de nuestra perspectiva sobre la relación entre la vigencia de los cultivos andinos en zonas marginales y la preponderancia de cultivos comerciales – hortalizas de contraestación tales como acelga, lechuga, rúcula, zanahoria, ajos, etc. – en las zonas agrícolas centrales o mejor comunicadas: es decir, en nuestro caso de análisis, aquellas colindantes con la Ruta Nacional N°9. Por medio de fuentes etnográficas de primera mano, el objetivo consiste en brindar evidencia para sostener que, en muchos casos, ambas modalidades agrícolas constituyen estrategias complementarias desplegadas por las mismas agricultoras/es, haciendo para ello uso de sus redes familiares extensas, con el fin de combinar vocaciones productivas diferentes: por un lado, la generación de ingresos monetarios suficientes para la reproducción familiar, y por otro, la continuación en el tiempo de espacios agrícolas de valor afectivo y cultural debido a su sentido ancestral, pero que no resultan estrictamente rentables bajo criterios mercantiles. Entendidas desde esta perspectiva, ambas modalidades de producción no compiten, sino que se sostienen mutuamente, cumpliendo funciones sociales distintas para las mismas redes familiares.El material etnográfico que emplearé hace referencia a trabajo de campo realizado en el marco del Programa de Fortalecimiento de la Quinua en el Noroeste Argentino, que posteriormente devino mi insumo académico doctoral, entre los años 2014 y 2019. Específicamente, enfocaré mi análisis en el estudio de un caso, al que en este artículo nombro como la familia ampliada A. Empleo con este fin algunos apuntes de campo, pero sobre todo una entrevista realizada a esta red familiar, en el mes de julio de 2017. En dicha entrevista se pudieron dar las condiciones comunicacionales para que se verbalizaran – e incluso para que ensayáramos algunas interpretaciones sobre su sentido – determinadas categorías émicas sumamente elocuentes a los efectos de evidenciar la convivencia en el universo lingüístico de la Quebrada de Humahuaca de diferentes criterios clasificatorios para conceptualizar espacios agrícolas con vocaciones diferentes y a la vez complementarias por parte de las familias ampliadas. Observaremos que, mientras que aquellas áreas de mayor accesibilidad a la Ruta Nacional N°9 – y por lo tanto a los grandes mercados de abastecimiento de alimentos – son destinadas principalmente a la producción de hortalizas de contraestación cultivadas mediante paquetes tecnológicos costosos y dependientes de insumos externos, en ocasiones son las mismas familias las que realizan grandes esfuerzos para mantener simultáneamente vigentes y activos otros espacios agrarios dedicados a la producción de cultivos andinos cuyo retorno económico es menos certero o incluso nulo, pero en cuya multiplicación se ponen en juego mecanismos extramercantiles de intercambio de la tierra, del trabajo y de la cosecha. Ilustraremos la existencia en la comunidad de habla campesino-indígena quebradeña de categorías nativas distintas para expresar estos espacios con vocaciones agrícolas diferentes. Estas categorías manifiestan concepciones nítidamente distintas acerca de los terrenos y de aquello para lo que se espera sean empleados. Mientras que a los terrenos agrícolas en las cercanías a la ruta N°9 se los conceptualiza, en contextos conversacionales vinculados a la planificación agrícola, con el término cuadros, en otros contextos (verbales pero también geográficos) nítidamente diferentes hay terrenos agrícolas a los que se menciona como rastrojos (v. t. Lema, 2014). A diferencia de los primeros, la categoría rastrojo presenta una serie de distinciones específicas que expresan dinámicas de circunscripción particular con fines agrícolas de espacios condóminos de acceso y circulación irrestricta. Estos espacios circunsriptos ocupan un lugar importante en las memorias familiares por la referencia a los orígenes que implican, así como por el tipo de relaciones sociales, no mercantiles ni exclusivamente monetarias, que ponen en funcionamiento.