INVESTIGADORES
CARMAN Maria
congresos y reuniones científicas
Título:
Medio ambiente, ciudad y segregación
Autor/es:
CARMAN, MARÍA
Lugar:
Curitiba
Reunión:
Congreso; IX Reunión de Antropología del Mercosur.; 2011
Institución organizadora:
RAM
Resumen:
En esta disertación interesa abarcar, al menos, aquellos aspectos que considero centrales para delinear una definición rigurosa de la segregación socio-espacial desde una perspectiva antropológica. A continuación presumiré de los vínculos entre contaminación y segregación, para luego desembocar en algunas reflexiones sobre las tensiones entre medio ambiente, ciudad y segregación a partir de dos estudios de caso en la ciudad de Buenos Aires. Uno de los riesgos en el uso de la noción de segregación consiste en tratarla como un principio de explicación per se, como un determinante de los hechos o procesos observados, “olvidando” del acto de producción imbrincado en todo fenómeno de segregación[1]. ¿Cómo ir más allá de la denuncia de la segregación, o de la mera constatación de estar frente a un “fenómeno de segregación”? No se trata meramente de contribuir, desde las ciencias sociales, a explicar los “impactos” o los efectos sociales de la segregación socio-espacial –lo cual también supone pensarla como algo dado–, sino de dar cuenta de cómo la segregación también se construye en el ámbito de las representaciones sociales y las prácticas en los múltiples cruces de la vida cotidiana entre actores con diverso capital económico, cultural y social. Como señala Grafmeyer (1994: 88), los usos neutros y “objetivos” de la noción de segregación presuponen a priori procesos de separación homogénea. Bajo esta concepción clásica, a un determinado lugar en la estructura social le correspondería un determinado lugar en el espacio físico; y la mixtura residencial estaría dotada, a contrario, de una legitimidad intrínseca. Algunas experiencias de segregación, sin embargo, no presentan fronteras perfectamente delineadas entre grupos bien identificados: son los casos de segregación heterogénea (Brun 1994: 31, 37 y 39). Dichas experiencias nos recuerdan que, como advierte Grafmeyer (1994: 92) en su objeción a Robert Park, la distribución de individuos y grupos en el espacio físico no siempre resulta un buen indicador de la distancia social. [1] Brun 1994: 42.