INVESTIGADORES
BORELLI Marcela
congresos y reuniones científicas
Título:
La figura de Eva en el origen de la Querelle de femmes en la Italia del Quattrocento: Isotta Nogarola y el antecedente de Giovanni Boccaccio.
Autor/es:
BORELLI MARCELA
Lugar:
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Reunión:
Congreso; XIX Congreso de la Association of Women Philosophers (IAPH) ?Feminismos hoy. Contribuciones filosóficas contra las violencias, la discriminación y las exclusiones?; 2023
Institución organizadora:
Association of Women Philosophers (IAPH)
Resumen:
En 1361, Boccaccio compuso el De mulieribus claris, un tratado que incluye las biografías de mujeres “clarae”, -tomando “clara” en el sentido amplio de la mera fama y no ya en el de ilustres. En su obra, incluye las biografías de las mujeres famosas de la historia. Como es de esperar, la primera está dedicada a Eva, primera madre, de la que alaba su nacimiento como mujer de Adán y su bello cuerpo, pero cuya debilidad femenina, dice, es la que la hizo ceder a la tentación del enemigo que le hizo creer que podría alcanzar mayor gloria si desobedecía al mandato divino, arrastrando así consigo a Adán y a todos sus descendientes hacia el pecado. El tratado de Boccaccio es el primer tratado de historia de mujeres de la Europa posclásica. A veces halagüeño, otras, crítico de las mujeres, sienta un precedente en la literatura italiana sobre las mujeres que será replicado por otros intelectuales humanistas. La incursión de voces femeninas en la Italia renacentista no se hará esperar. En 1405 Christine de Pizan inaugura la Querelles de femmes, con su La ciudad de las damas en París. Al mismo tiempo, en tierra italiana esta disputa se hizo eco en una primera generación de mujeres, Battista da Montelferro y Malatesta d’Urbino y, en una segunda generación con Laura Cereta, e Isotta Nogarola, entre otras. Isotta Nogarola (1418-1466), una mujer educada en la élite intelectual veronesa, es la primera mujer en bajar a la arena de la disputa con un debate respecto de la gravedad del pecado de Eva con su tratado De pari aut impari Evae atque Adae peccato dialogus (1451). Tal como lo indica su título, el diálogo versa sobre el pecado de Adán y Eva e intenta averiguar quién de los dos pecó más gravemente. El diálogo se divide en un total de 5 intervenciones de los dos personajes dialogantes: tres de Ludovico Foscarini y dos de Isotta Nogarola. Ludovico es quien abre la disputa ofreciendo las tres razones que se convertirán en los principales –aunque no únicos– tópicos alrededor de los que girarán los argumentos y las refutaciones: A) la gravedad del castigo de Adán y del de Eva; B) la causa del pecado de Eva; y C) Eva como causante del pecado de Adán. El diálogo recogerá una polémica que, aunque planteada por Agustín, es ante todo escolástica. De hecho, los argumentos y contra argumentos que ofrecen los dialogantes están más ligados, ya sea por continuidad, ya por oposición, a las Sentencias de Pedro Lombardo y a sus ulteriores cometarios universitarios, que a los textos agustinianos en sí mismos. Más aún, Agustín, autor que el humanismo italiano reivindica para sí, no aparece en el texto de Isotta sino mediado por la tradición escolástica. Esto revela que, como mujer educada, el currículo de su formación incluyó textos escolásticos, una rareza para la época en la que se esperaba que la educación de las mujeres solo llegara a tratados morales y no disputas teológicas. El diálogo concluye con la intervención final de Ludovico Foscarini. Eva no queda bien parada: ella pecó más porque la pena que se le aplicó fue más fuerte. Mientras que Ludovico condena a Eva conservando sus capacidades intelectuales, Isotta procura salvar a Eva por vía de su inocencia disminuyendo sus capacidades intelectuales, inscribiéndose así en una larga tradición filosófica sobre la ignorancia invencible.El propósito del presente trabajo es, entonces dar cuenta de cómo Boccaccio sienta los antecedentes de una literatura centrada en figuras femeninas que se replicará en varios tratados a lo largo del período renacentista italiano, y cómo en esta tradición irrumpe la voz de las primeras mujeres, en nuestro caso Isotta, para defender a las mujeres por medio de la defensa de la primera mujer apelando a su sensilibidad en detrimento de sus capacidades intelectuales; argumentos que quizá hoy nos resulten algo hostiles. De todos modos, frente a la alternativa de una Eva malvada, Isotta optó por la de una sencillamente ignorante.