BECAS
TRAVELA Juan Carlos
congresos y reuniones científicas
Título:
Bitcoin, criptomonedas y huella de carbono
Autor/es:
CORREA LUCERO, H.; TRAVELA, J. C.; AFFRE, A.
Lugar:
Montevideo
Reunión:
Congreso; X Jornadas de Economía Ecológica; 2021
Institución organizadora:
Asociación Argentino Uruguaya de Economía Ecológica
Resumen:
El bitcoin, la criptomoneda más reconocida del mundo, cobró vida el 9 de febrero de 2009 cuando su creador, sólo conocido por el seudónimo de Satoshi Nakamoto, minó las primeras 50 unidades y creó el primer bloque de la cadena, conocido como Genesis Block.Desde ese momento, su expansión no cesa. El comportamiento ascendente del precio del bitcoin explica la exuberante abundancia de criptomonedas del presente (12.200 alternativas), que nacen permanentemente y elevan esa cifra a diario. No se trata de una transformación únicamente financiera, sino que trasciende estas fronteras para abordar cada espacio del terreno productivo y social.Trazar la historia del bitcoin no es el objetivo aquí, sin embargo, es posible decir que su origen tiene relación con los cypherpunks (Correa Lucero, 2015). Este grupo criptoanárquico se caracterizaba (aún lo hace) por la utilización de la criptografía y de tecnologías orientadas a garantizar la privacidad, para lograr una transformación social y política afín a los ideales anarcocapitalistas. El deseo de reducir el estado a su mínima expresión los llevó al desarrollo de un sistema monetario autónomo. La criptografía regula la oferta monetaria, los contratos, es decir, las relaciones diversas entre personas y elimina la necesidad de la confianza en el otro; el mercado, a su vez, decide los precios de estas monedas con absoluta libertad. Sin embargo, la proliferación de proyectos trajo ideales no alineados con el libertarianismo inicial y generó una diversidad de propuestas tecnológicas.En otras palabras, la diversidad de valores cristaliza en diseños tecnológicos variados. Proof-of-work, proof-of-stake, pure proof-of-work y proof-of-authority son algunos de los desarrollos llevados a la práctica para garantizar la seguridad interna de las redes que dan vida a las diferentes criptomonedas existentes.Sin embargo, este desarrollo tecnológico se da en un contexto inédito en la historia , por primera vez el desbordamiento de los ecosistemas y la superación de los límites biofísicos se da a escala planetaria. La situación se torna de tal gravedad que la CEPAL (2016), señala que la especie humana, entre otras, está en riesgo de desaparecer debido al deterioro del actual estado del ambiente.A los fines de este trabajo, interesa destacar que la huella ecológica global, que representa la exigencia que los seres humanos provocan sobre la capacidad de la tierra para suministrar recursos renovables y servicios ecológicos, se expandió en un 190% durante los últimos 50 años. Mientras que la huella de carbono, componente dominante de la huella ecológica, aumentó su participación en este indicador del 43% en 1961 al 60% en 2012 (WWF, 2016). En este contexto, el propósito de esta investigación es analizar los posibles efectos sobre la huella ecológica que ha generado el auge del bitcoin y si este desarrollo tecnológico puede contribuir con el objetivo de corregir las trayectorias que han configurado la actual crisis socioambiental o bien, por el contrario, es una fuente de gasto energético adicional que empeora la situación.La hipótesis que orienta la presentación sostiene que los efectos sobre la huella ecológica serán negativos siempre y cuando la difusión masiva de este desarrollo esté destinada a convertirse en una fuente adicional de especulación financiera.Si se considera que la difusión de las criptomonedas recién está comenzando y que, según datos del Banco Mundial, la producción de electricidad a nivel global se basa en un 65% en combustibles fósiles, al menos en el año 2015, los objetivos aquí planteados cobran relevancia.Esta propuesta se encuentra en su etapa exploratoria y se implementó una metodología de tipo cualitativa, en base a información secundaria y documental. Los avances preliminares permiten destacar que uno de los problemas centrales de esta tecnología se asienta en el plano energético. El proof-of-work es utilizado por las redes Bitcoin y Ethereum, y exige la resolución de un cálculo matemático complejo que solo puede hacerse con mucha capacidad de cómputo, es decir, con un procesador potente. Con ello se garantiza que la intención de modificar la cadena de bloques, esto es, el libro diario en el que se asientan todas las transacciones que son realizadas en la red, sea más costoso que intentar conseguir monedas mediante la minería o la compra. Es evidente que si la cadena de bloques se torna incorruptible, se garantiza su seguridad. Mientras mayor sea el beneficio de esta actividad, más gente intentará unirse a realizar lo que se conoce como “minería” de criptomonedas. Si esto pasa, sube la dificultad, se requiere mayor capacidad de cómputo y hay mayor consumo energético.Este es uno de los motivos que influyen en la decisión de la red Ethereum de migrar hacia el proof-of-stake. Este garantiza la seguridad y la incorruptibilidad de la cadena de bloques con el staking o inmobilización de las monedas durante mucho tiempo. Quienes hacen esto reciben una retribución de la red. Esto significa que la potencia de cómputo pierde su razón de ser y el consumo energético se reduce drásticamente.Sin embargo, la red Bitcoin, la principal y más reconocida de todas las redes debido a su criptomoneda nativa, sigue con el paradigma del proof-of-work, por ello, las perspectivas no son esperanzadoras. De hecho, por cómo se organiza su administración, resulta bastante difícil una transición hacia otra tecnología en el corto o mediano plazo.En los últimos 5 años, según el Índice de Consumo Eléctrico del Bitcoin de Cambridge, el consumo energético medido en teravatios-hora por año (TWh/año) del bitcoin prácticamente se multiplicó por 10 y alcanzó en la actualidad al 0.44% del total del consumo de electricidad anual por parte de la humanidad (97,4 TWh). A lo que hay que sumarle el consumo del resto de las criptomonedas. La tarea resulta excesivamente difícil y solo se pueden hacer estimaciones. Una buena pista puede darla el consumo de la red Ethereum que, según Diginomist, llega a 74,41 TWh/año. Esto significa que, si se suman ambas redes representan el 0,77% del consumo de electricidad mundial.Otras alternativas con gran capitalización de mercado, como Cardano, BNB (de la Binance Smart Chain o BSC), Ripple (XRP), Solana o Polkadot –mencionadas según nivel de capitalización–, tienen uso eficiente de la energía por utilizar mecanismos de consenso más eficientes que el proof-of-work. BNB y Cardano utilizan proof-of-stake; Ripple, distributed-agreement-protocol, Solana, proof-of-history; Polkadot, nominated proof-of-stake. La eficiencia ganada, más la menor difusión de estas redes –expresada en una menor capitalización de mercado–, explica que sumen poco al consumo global de energía, probablemente el mercado cripto en su conjunto represente el 1% de la energía consumida.De esta forma, la huella de carbono del auge del bitcoin y, con él, del resto de las criptomonedas, aún es relativamente menor y, según los cambios en la eficiencia de los mecanismos de consenso que emplean, pareciera que hay potencial para reducir dicha huella. Sin embargo, las criptomonedas aún ocupan una porción de mercado que se estima entre el 0,01% y el 0,1% de toda la riqueza mundial. Por ello, el crecimiento de las finanzas cripto significaría un aumento proporcional del gasto energético. En cambio, si se utilizara como instrumento para la reducción de la huella ecológica (ver Shakhbulatov et al., 2019), los efectos serían opuestos.En conclusión, más que analizar cuantitativamente el consumo de energía, lo cuál es relevante ante el estado de la cuestión, la clave del problema pareciera direccionarse a qué actores sociales empodera la transformación institucional que la difusión de las criptomonedas puede generar y cuales son sus consecuencias socioecológicas. Interrogante que, luego de ser puesto en consideración en esta ponencia, será objetivo de nuevas investigaciones.