BECAS
BERARDI Pedro Alberto
capítulos de libros
Título:
Un signo de ilustración en las pampas. La revista de la policía bonaerense en torno al ?900
Autor/es:
BERARDI, PEDRO ALBERTO
Libro:
Policías escritores, delitos impresos. Revistas policiales en América del Sur
Editorial:
Teseo
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2016; p. 89 - 110
Resumen:
Los proyectos de La Revista de Policía de la Provincia de Buenos Aires y el Boletín de Policía se enmarcan en un proceso de reformas, que la misma fuerza impulsó desde mediados de 1890 hasta los primeros años del siguiente siglo, desde el espacio platense. La primera publicación, que se inserta dentro de un denso archipiélago de empresas editoriales gráficas ?con gran desarrollo en el ámbito urbano porteño- surgió debido a la promoción conjunta de la Sociedad de Socorros Mutuos y la Biblioteca. Como ambas secciones fueron establecidas en un contexto social y político en el que la dirigencia, pero también otros funcionarios con intenciones modernizadoras como Juan Vucetich- alentaban posicionar a la institución en la cumbre de otras policías metropolitanas, la publicación fue pensada como un mecanismo en la promoción de saberes y en la profesionalización de sus integrantes; principalmente del personal de facción.Editada entre septiembre de 1900 y diciembre de 1902, la comisión directiva de la Sociedad intentó canalizar los ingresos de las suscripciones, con las que los comisarios de partido debían obtener la revista, para direccionarlos a obras de mantenimiento edilicio o protección del personal. Pero la desatención y los ataques legislativos que recibió la policía provincial al culminar la convulsionada administración del gobernador Irigoyen, junto a la carencia de afiliados y socios protectores de la asociación, determinó la abrupta disolución del órgano. Impresa en un formato tabloide, lo cual permitía una lectura más dinámica y mayor comodidad en su traslación, la Revista tenía una aparición quinquenal y un costo variable de acuerdo a sus formas de adquisición: se podía acceder por pago anticipado abonando 0,80$ m/n mensuales o 2,20$ m/n por trimestre, en la Capital Federal; mientras que para la provincia y el exterior tenía un costo mensual de 1$ m/n y 2,60$ m/n trimestrales. Su distribución se efectuaba principalmente a través de los comisarios de los distintos partidos, y si bien no estaba estipulado formalmente, los agentes estaban instados a comprarla. No obstante, su circulación no se agotaba en los canales internos de la repartición. Redacciones de periódicos de distintos puntos de la provincia la recibían, y aunque no era una práctica frecuente, algunas de sus notas más relevantes eran replicadas por los cronistas de la campaña.Pero más allá de estos fugaces puntos de convergencia con la prensa comercial, esta publicación mantuvo un perfil netamente institucional. Su cuerpo de redactores estaba integrado por distintos funcionarios que componían el escalafón de la Jefatura y eran colocados o removidos por determinación de los miembros de la comisión de la ?Sociedad?. Lo integraban entonces un secretario de policía, comisario inspector, comisario de partido, oficiales primeros, ex oficiales del departamento, el jefe de la Oficina de Estadísticas y Antropometría, y subalternos de esta sección. Asimismo, en sus páginas se promocionaba el intercambio con los oficiales de la policía porteña, siendo Antonio Ballvé una de las plumas más recurrentes. Los comisarios de partido, como en menor medida otros funcionarios de inferior rango, intervenían también como colaboradores, tanto en la remisión de notas sobre el esclarecimiento de un delito, la realización de una pesquisa cuyos resultados fueron significativos, o, y lo que señala la heterogeneidad de posiciones, para confrontar con sus superiores sobre las direcciones que debía asumir la administración y el desempeño del cuerpo.En gran medida esta publicación cristalizaba las aspiraciones de las jerarquías con respecto al perfil del personal subalterno. El rasgo angular de la policía bonaerense era aún su acentuado carácter rural. Por lo tanto, los intentos de transformación ?aunque no lineales- de sus integrantes más rasos que conservaban comportamientos y saberes más próximos a la población que era objeto de su control, fue el propósito vertebral de sus redactores. Su organización interna respondió entonces a ese criterio. Una parte significativa estaba dedicada a la transcripción y divulgación de normativas, reglamentos y estatutos, ordenanzas municipales, procedimientos policiales, etc. En un clima de reformas y de transferencias de saberes y atribuciones desde la justica de paz, se implementaron secciones dedicadas de manera exhaustiva a la divulgación de códigos y técnicas de identificación ?sobre todo europeas- apoyadas con imágenes y fotografías. Mientras que en las últimas páginas se daba espacio a los interrogantes y pareceres que los agentes deslizaban sobre su función como así también a dar a conocer y exaltar procedimientos policiales y criminales que no eran contemplados por la gran prensa. Como epílogo se facilitaba el balance y las estadísticas de la Jefatura.Con le llegada de Luis Ma. Doyhenard al cargo más alto, en 1904, se estableció nuevamente la puesta en funcionamiento de un órgano de difusión institucional. A diferencia de la experiencia precedente, el Boletín de Policía, que se publicó hasta mediados de 1907, asumió un tono más críptico que no sólo se visibiliza en la carencia de imágenes y del abandono de las marcas más pedagógicas, sino por sobre todo porque asumió una postura más frontal en la comunicación con los subordinados, y al ser redactada estrictamente por el oficial segundo, dejó solo lugar para la comunicación de las empresas de las jerarquías. La labor de Doyhenard persiguió un propósito modernizador, y las notas volcadas en esta publicación fueron coincidentes con los proyectos de transformación que guiaron a la policía. No sólo en integrarla en un tejido global, como pretendió en su estudio de las policías sudamericanas, sino en anunciar, incluso a modo de legitimación social, las diferentes reformas que se aplicaron en las distintas secciones del organigrama policial. En este sentido, en este capítulo nos proponemos explorar como ambas publicaciones constituyeron un elemento propiciado por los grupos que administraban a la fuerza policial hacia comienzos del XX en sus empresas de modernización y profesionalización. Para ello, si bien detallaremos las generalidades de temas abordados en sus secciones, nos centraremos en el tratamiento que redactores, colaboradores y comentaristas efectuaron sobre los intentos de delinear la configuración de un funcionario policial correspondiente a las requisitorias de un espacio que asumía aún rasgos fronterizos. Entendida esa frontera como una línea porosa entre el ámbito rural y abierto, y a su vez su creciente cosmpolitización.