INVESTIGADORES
MATTONI Silvio Luis
capítulos de libros
Título:
Prólogo
Autor/es:
BONNEFOY, YVES (TRAD., PRÓL., NOTAS DE SILVIO MATTONI)
Libro:
Lo improbable
Editorial:
Alción
Referencias:
Lugar: Córdoba; Año: 1998; p. 7 - 9
Resumen:
Resumen: En 1990, Yves Bonnefoy contestaba a una encuesta sobre cuáles eran los libros más importantes para él, cuáles habían sido los textos que decidieron algo de su destino. Así los libros que dejaron huellas en su vida medían la profundidad y la persistencia de ese paso junto con la memoria y lo que perdura en ella, flotando como una chispa en el mar sombrío del olvido. Para Bonnefoy, eran la infancia y el descubrimiento de Virgilio y la cuarta Bucólica como una promesa de perpetuidad, porque si la presencia puede sobrevivir a una lengua, si la voz se vislumbra a pesar del desuso, ¿cómo no desear ver la cima imposible en que todo lo fugaz, lo singular, lo único se volvería eterno, allí donde lo que dura y existe en el tiempo sería la salvación del tiempo? También eran la Fedra de Racine, la Herodías de Mallarmé, y los comienzos de la escritura que pasaban por Nerval y Baudelaire. Y luego una gran lucha contra Hegel, contra la Fenomenología del Espíritu, contra la idea de que no puede decirse nada de lo que es, salvo el lenguaje. Bonnefoy nunca admitirá, aunque la acción de la poesía sea "restringida" porque sólo hace presente el lenguaje, que lo que está fuera de él deje de ser el objeto inaccesible que se anhela. ¿Es verdaderamente inaccesible el instante, la repetición, el ser único? Kierkegaard y Chestov lo conducen a esa esperanza de una presencia real incluso en el lenguaje, perturbando su aparente autonomía de sistema, hablándolo como verdad de un acto. Todo es lenguaje, pero el lenguaje no es todo, y las palabras, caprichosamente formadas (y por eso mismo tan naturales como un árbol cuyas ramas se contemplan), con restos impronunciables de antiguas onomatopeyas o etimologías paradójicas, abren un lugar para la voz mortal en el sonido decible contra el concepto generalizante que la poesía suspende por el ritmo.