INVESTIGADORES
ARNES Laura Antonella
capítulos de libros
Título:
Si, ¿acepto?
Autor/es:
ARNÉS, LAURA ANTONELLA ; RACHID, MARÍA
Libro:
Parentesco
Editorial:
Ediciones Ají de Pollo
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2007; p. 113 - 127
Resumen:
Vivir en sociedad implica aceptar en algún grado (incluso para cuestionar)las convenciones propuestas -o impuestas- por la misma. Resignificando a Derrida, podemos decir con él que toda cultura es originariamente colonial: la dominación comienza por el poder nombrar, por imponer y legitimar apelativos; por definir y por negar, por apropiarse (a partir de una violencia primera) y a continuación, imponer sentidos y representar. Es nombrar para gobernar, para controlar. Es la Ley como lengua. Como verdad. Es la lengua como saber.Los que hemos nacido bajo el pesado lujo del lenguaje y sus consecuencias de pertenencia social y familiar ¿cómo hacemos para encontrar una voz propia? ¿Cómo hacemos para desentramar la historia y valores que la lengua, a partir de la cual tenemos voz, mantiene vigente? ¿Cómo se hace para no ser definidos por la lengua como un a priori (ya sea por afirmación o por negación)? ¿Es posible (re)apropiarse de la lengua -es decir, de la Ley, de la cultura, de nuestra identidad, de nuestro deseo, de nuestra sexualidad- para hacerla estallar desde su interior? ¿Para moldearla y modificarla hasta que diga lo que queremos? Parecería existir la creencia en una ?ley natural? según la cual la familia existe como una formación humana natural meramente reconocida por el Estado. A pesar de que el Estado (apoyado en el Derecho y otras instituciones sociales como la Iglesia, el psicoanálisis y la lengua misma) refuerza y define no solamente a la familia sino también a roles y jerarquías sociales específicos dentro de la misma y, a pesar de que el concepto de familia ha cambiado a lo largo de los años (es pasible de historización), la creencia de que la familia existe separada de regulaciones ?políticas? parece ser imperante en el imaginario social. En un juego del poder, la norma se ha invisibilizado y convertido en hecho social natural. Con la Ley 1004 de la Ciudad de Buenos Aires (Unión Civil) aparece, por primera vez, el concepto de pareja del mismo sexo como instancia legalizada tanto en Argentina como en América Latina. Si bien constituyó un paso hacia adelante con respecto a cambios legales y culturales, no logró poner en cuestión la noción de familia (aunque abrió el debate al respecto), ni resolver los problemas más frecuentes de discriminación hacia la comunidad LGBTTI, ya que no implicó la inclusión de las relaciones entre personas del mismo sexo en el concepto mismo de ?familia? y por lo tanto, no sólo no logró cuestionarlo sino que no implicó beneficios sociales como herencia, adopción, patria potestad compartida, pensión, etc.Claramente, lo que perturba a los conservadores no es la impugnación del modelo familiar, sino la voluntad de las/os homosexuales de someterse a él. Si bien parecería una contradicción querer someterse a un modelo familiar ideológicamente complejo, no se puede dejar de percibir que la inclusión del/a homosexual en el contrato social (y sexual) siembra desorden. Por un lado, por el ?simple? hecho de negar la oposición binaria de los sexos (necesaria para la elaboración de diferencias la que se funda la sociedad entera. Por otro lado, la posibilidad del matrimonio entre personas de un mismo sexo se ceñiría como amenaza sobre la ideología hegemónica ya que, de ser incorporado al ámbito de lo legal, no sólo provocaría cambios en el concepto de representaría un quiebre profundo en las visiones tradicionales de maternidad, paternidad, sexualidad, autoridad y en la misma estructura social, cultural, institucional y política, sino que mellaría el mismo sentido de la unión matrimonial al desdibujar la función para la que fue creada. Es verdad que al legalizar una situación que hasta el momento se hallaba contenida en el territorio de la ilegalidad se acaba con la transgresión -manifestación de un desacuerdo (afirmación) por la negatividad y sin embargo: ¿Hacia qué se desencadena la transgresión sino hacia lo que la encadena, hacia el límite y lo que dentro de él se encuentra clausurado?-. Podría pensarse que la transgresión no sacude fundamentos porque no implica triunfo: límite y transgresión se necesitan mutuamente, al igual que legalidad e ilegalidad. Entonces nos preguntamos: ir incorporando territorios de la ilegalidad a la legalidad, ¿reforzaría la Ley o acabaría con ella? O bien, reformulando la pregunta para el caso específico que estamos tratando: incorporar modelos familiares alternativos al concepto vigente de familia, ¿lo reforzaría como tal o lo haría estallar en posibilidades? Y las categorías legítimo e ilegítimo creadas para proteger la idea tradicional de familia, ¿se sostendrían o terminarían cayendo, obsoletas?