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El antipetismo o rechazo al Partido de los Trabadores (PT) en términos electorales y de movilización activa tuvo, entre 1989 y 2018 tres momentos. Un primer momento, en 1989, en la campaña hacia el segundo turno en las elecciones presidenciales, en el que el antipetismo se nutrió de una matriz anticomunista, intentándose asociar al partido con la violencia, el fanatismo y el bloque de Europa Oriental en crisis. Un segundo momento, a partir del triunfo de Lula en 2002, en el que esa matriz anticomunista del antipetismo fue diluyéndose, reemplazada por otra: la crítica a la corrupción. Esta apelación postulaba al PT como organización orientada a la apropiación de recursos públicos para su propia supervivencia en el poder. Y, finalmente, un tercer momento, con antecedentes desde 2014 pero con un clímax en la elección de 2018, que fusionó de modo radical ambas vertientes del antipetismo, el anticomunismo y el rechazo a la corrupción, en la figura de Bolsonaro, quien reconfiguró la crisis política y económica hacia una serie de imágenes, valores y enconos. En continuidad con este planteo, formulado en un artículo previo (Rocca Rivarola, 2020), en este trabajo se reflexionará sobre el recorrido y evolución de esa doble matriz del antipetismo durante el gobierno Bolsonaro, sobre todo frente a la sucesión de diferentes crisis de gestión e investigaciones de corrupción que atravesó el gobierno.Para evaluadoras/es: copio aquí link de la editorial a índice del libro publicado, donde aparece mi capítulo: https://www.prometeoeditorial.net/productos/el-brasil-de-bolsonaro-en-espanol/

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