INVESTIGADORES
GARCIA GUALDA Suyai Malen
capítulos de libros
Título:
Mujeres mapuce en defensa de territorio, autonomía e identidad en Puelmapu
Autor/es:
GARCIA GUALDA SUYAI
Libro:
Repensar el sur (TÍTULO TENTATIVO)
Editorial:
Quimantu
Referencias:
Año: 2022; p. 225 - 246
Resumen:
En los últimos años, en este espacio del sur global se sustituyó el Consenso de Washington, centrado en políticas de ajuste estructural, por el llamado Consenso de los Commodities, basado en la exportación de materias primas “bajo el rol mediador” de los Estados (García Torres, Vázquez, Hernández y Bayón, 2018). De hecho, las políticas progresistas, iniciadas a comienzos de los años dos mil, abrieron la puerta a lo que algunos/as/es autores/as llaman neo-extractivismo o nuevo extractivismo (Gudynas, 2013). Cabe señalar que este patrón de acumulación capitalista no es una novedad en estas tierras; pues, según José Seoane (2012), los pueblos y territorios de Abya Yala cuentan con una memoria larga del extractivismo que data de épocas de conquista y colonización. Y, si advertimos las continuidades históricas en Puelmapu (Argentina), es posible entender al genocidio de los pueblos originarios y a la expropiación territorial del siglo XIX como la etapa fundacional de dicho modelo extractivo. En el contexto actual, marcado por la desposesión y el despojo (Harvey, 2005; Roux, 2008), emerge con nitidez la alianza Estado-Capital. Y, claramente, esto deja ver la histórica matriz económica y política que garantiza la continuidad de las prácticas genocidas, sobre las cuales descansan los cimientos del Estado argentino. Pues, en esta fase de acumulación capitalista los pueblos y naciones indígenas son explotables por definición; por lo tanto, sus cuerpos-territorios son considerados anexos a las zonas de sacrificio. No sobra decir que todo esto se ve incrementado en los cuerpos-territorios de mujeres y niñas, debido a la intersección de múltiples formas de opresión y violencia que las afectan, desde épocas de la mal llamada “conquista del desierto”. Así, los cuerpos femeninos racializados y pauperizados son considerados cuerpos sacrificables, pues son los espacios en los que históricamente se han desplegado –y despliegan– las relaciones de poder capitalista (Federici, 2010).Al mismo tiempo, es importante señalar que, en las últimas décadas, las mujeres indígenas han alcanzado notable visibilidad en el espacio público y, con ello, han logrado avanzar en la denuncia de diversas formas de violencia de género; poniendo el eje de sus demandas en la necesidad de superar las numerosas barreras que les obstaculizan el acceso a derechos consagrados e incluso que les obturan el ingreso a espacios de discusión y organización política. Por esta razón, en el presente capítulo nos proponemos aproximar algunas reflexiones teóricas sobre la lucha y participación política de las mujeres mapuce en defensa de territorio, autonomía e identidad en la Patagonia argentina. A tal fin, partimos de entender que el accionar político de las mapuce, como así de las organizaciones comunitarias y supra comunitarias, frente al avance del modelo (neo)extractivista, nos permite observar de qué modo las reivindicaciones/demandas por reconocimiento de las diferencias, representación y participación política y redistribución de bienes comunes, se imbrican. De hecho, los últimos eventos acontecidos al calor del debate parlamentario por la prórroga de la Ley de Emergencia Territorial Indígena (N° 26.160/06) y, más aún, los aberrantes sucesos vividos en 2021 en el lof Quemquemtrew en Cuesta del Ternero (provincia de Río Negro) —que dejaron como saldo una persona asesinada y otra gravemente herida—, dan cuenta de la permanencia de discursos de odio, racistas y sexistas que todavía operan en nuestra sociedad. La presunta ilegalidad con la que buscan opacar la disputa por los bienes comunes de la naturaleza y la defensa del territorio ancestral en Patagonia es (y ha sido) una estrategia muy utilizada por los sectores dominantes con el fin de deslegitimar la lucha de los pueblos y naciones originarias. En este contexto, la demonización y estigmatización que enfrentan las comunidades mapuce “nos remontan a los peores años de nuestra historia, aquellos marcados por el terror y la muerte” (García Gualda y Sartino, 2020, p. 183); aquí nos referimos no solo a la última dictadura, sino a la larga memoria de terror y violencia que ha forjado la consolidación y el “desarrollo” del Estado-Nación en Argentina. Un Estado unicultural, uninacional, racista y patriarcal (y machista), impuesto por la fuerza. La invención de los/as/es mapuce como enemigos no es una novedad, todo lo contrario; la conocida teoría de la araucanización ha buscado a lo largo de los años instalar la idea de la extranjería mapuce para justificar el avance del Estado y el capital sobre los territorios de dicho Pueblo. Por tanto, con el ánimo de advertir todas estas continuidades históricas podemos decir que hoy en día estamos frente a la connivencia de los formadores de opinión y funcionarios/as/es que buscan, nuevamente, imponer dos modelos de ser mapuce: “rebeldes o integrados”. Una lógica que opera, como ya dijimos, desde el siglo XIX. Es más, como hemos señalado en trabajos anteriores, las estrategias tampoco difieren mucho a las aplicadas por los intelectuales de antaño, ya que no se dejan de invocar argumentos afines a posturas evolucionistas que reavivan la oposición “civilización o barbarie”. En suma, hoy en día corren tiempos difíciles, atravesados por una insondable crisis sanitaria y civilizatoria a escala mundial. Son tiempos en los que circulan discursos elegantes que se tiñen de progresismo y no hacen más que sostener la presencia ausente de los pueblos indígenas (Gordillo y Hirsch, 2011), en un país que se ufana de su presunta blanquitud. Es más, todavía se intenta ceñir la lucha mapuce a la arena del reconocimiento, desconociendo desigualdades estructurales que nos debieran obligar a discutir no sólo cuestiones distributivas, sino también los pilares de la democracia que queremos construir. En Argentina, aún se presentan a los pueblos y naciones originarias como parte del folclore de la historia nacional; negando, de esta manera, su historia, dinamismo y enorme potencial político transformador. Estamos en tiempos de definiciones, un momento histórico que nos obliga a visibilizar formas de injusticia que no hacen parte de las estadísticas oficiales y a denunciar -con urgencia- las múltiples formas de violencia que operan sobre los cuerpos-territorios de las mujeres y niñas indígenas.