INVESTIGADORES
HAIDAR Julieta
capítulos de libros
Título:
De la app a la APP. La gestión algorítmica y los procesos de organización y lucha de los trabajadores de reparto
Autor/es:
HAIDAR JULIETA; DIANA MENÉNDEZ NICOLÁS; ARIAS CORA CECILIA
Libro:
El trabajo en la economía de plataformas
Editorial:
Ediar
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2021; p. 161 - 192
Resumen:
La aceleración inusitada asumida por los cambios tecnológicos de los últimos tiempos impactó indiscutiblemente sobre la naturaleza de las relaciones sociales. Internet modificó los hábitos y costumbres de las personas: buscar trabajo, trabajar, transportar, formar pareja, comprar, pagar, vender, informarnos, jugar, son acciones que en la actualidad desarrollamos a través de una aplicación. Las apps parecen convertirse en una prótesis irrenunciable de cualquier actividad social.Pero por debajo de esa aparente virtualidad se ocultan las relaciones sociales antagónicas e irreductibles que son el germen y fundamento de la forma capitalista de organización de la sociedad. Este sistema se distingue por la mercantilización de todos los aspectos de la vida social. Su gran eficacia reside en la capacidad de velar detrás de las mercancías las relaciones de explotación reinantes en el ámbito de la producción.El capitalismo -producto tanto de los avances tecnológicos como así también de la lucha de clases- ha transitado a lo largo de sus años por diferentes etapas. A cada una de ellas le corresponde una forma particular de organización del trabajo y un modelo de Estado que se ajusta a las relaciones de producción vigentes y otorga las garantías necesarias para la perpetuación del sistema. Así, el taylorismo se distinguió por una organización científica del trabajo fundada en el aumento de la productividad mediante la especialización de los trabajadores y la eliminación de tiempos muertos. Durante el fordismo se perfeccionó ese modelo y se inauguró la etapa de la automatización; el proceso productivo se vertebraba en torno a dos pilares: los dispositivos de medición de tiempos (el cronómetro) y la cinta de montaje. La organización del trabajo era rígida, piramidal y fuertemente estructurada.Este modelo, que se desenvuelve virtuosamente durante los ?Treinta años gloriosos?, comienza a colapsar a comienzos de la década del ?70. Se produce entonces la mundialización económico-financiera que no hubiera sido posible sin el impulso de la Tercera revolución industrial. Ésta cambió la naturaleza de las comunicaciones y permitió reconfigurar la organización social de la producción y del trabajo, creando las condiciones de posibilidad para la extrema volatilidad del capital financiero y, en menor medida, del capital productivo. Se instala un nuevo modelo flexible de producción que maximiza su productividad, eficiencia y competitividad en la obtención de series cortas de productos diferenciados para mercados segmentados. Por su parte, el trabajador posfordista es calificado, polivalente y necesita del trabajo en grupo para lograr su mayor eficiencia, poniendo en juego sus facultades más genéricas1. Esta nueva fase capitalista que comienza con la microelectrónica, se afirma con la producción asistida por computadora, y se consolida con la difusión de las computadoras personales desde los años ochenta y la expansión de Internet en los años noventa como un modelo de negocios. Aquellos rasgos que se perfilan en los albores del posfordismo, se agudizan frente a lo que algunos autores denominan Cuarta revolución industrial o Revolución de la industria 4.0. A partir de entonces, la innovación tecnológica adquiere una aceleración extraordinaria: la digitalización, la robotización y la emergencia de la inteligencia artificial impactan de modo sustantivo en la organización capitalista de la producción.Sociedad de la información, Sociedad del conocimiento, New economy, Net economy, son algunas de las fórmulas acuñadas para expresar la transformación en curso signada por una revolución de todos los aspectos de la vida humana. La hiper-conectividad, el acceso a un cúmulo de información inconmensurable y la inmediatez en las comunicaciones, han transformado las relaciones sociales, económicas y políticas en su conjunto.En este contexto, la economía adopta nuevos patrones. Si bien es insensato plantear la desaparición de la producción material, lo cierto es que la economía se encuentra basada de manera hegemónica en la producción, distribución y utilización de servicios y bienes inmateriales. Lo inmaterial tiende por su extensión cuantitativa y cualitativa a poner de nuevo en tela de juicio al conjunto de las categorías de la economía capitalista y en particular a las nociones de productividad y propiedad2.Algunos autores denominan a este proceso Capitalismo informacional, entre ellos Castells3 afirma que la creación, el tratamiento y la transmisión de la información se convierten en las principales fuentes de productividad y poder. Por su parte, los teóricos del Capitalismo cognitivo señalan que el conocimiento, ese saber social general, se convierte actualmente en un medio de producción. El capitalismo ensaya sobre él nuevas formas de explotación y subordinación: los cercamientos, los novedosos enclosures, se producen hoy sobre la inteligencia colectiva que, además, no es finita como sí lo fueron las tierras comunales. A mediados de la década del ?90 las innovaciones tecnológicas fueron apropiadas por el capital para construir nuevos modelos de negocios. El desarrollo de sofisticadas aplicaciones informáticas y de complejos dispositivos de comunicación y computación (fundamentalmente los teléfonos inteligentes y los geolocalizadores) fueron cruciales para el despliegue de los nuevos modelos de negocios, las llamadas empresas de plataformas.Se trata de plataformas digitales que utilizan la tecnología basada en la gestión algorítmica para conectar a trabajadores supuestamente independientes con consumidores y proveedores para tareas puntuales que se completan virtualmente o en persona a través de una fuerza de trabajo bajo demanda. Estas empresas se establecen como intermediarios y conciben a los trabajadores como microemprendedores, proveedores independientes, autónomos, socios o colaboradores. Las empresas de plataforma en los últimos cinco años han construido verdaderos monopolios naturales al dominar diferentes industrias y convertirse en imprescindibles. La condición de la acumulación de sus ganancias es la transferencia del riesgo empresarial a las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores. Las plataformas en tanto que intermediarias no asumen ninguna responsabilidad sobre el resultado de su servicio y obtienen su beneficio económico sin correr riesgos. Se pueden distinguir al menos dos formas de organización del trabajo en las empresas de plataforma, la llamada crowdwork y la work on demand a través de aplicaciones4. Por un lado, los crowdworkers operan en línea (online) mediante plataformas que conectan a un gran número de clientes, organizaciones y empresas, a menudo a través de las fronteras. Debido a que el crowdwork se realiza en línea, un número infinito de trabajadores y clientes se propaga en grandes distancias geográficas5. Por otro lado, en el caso de los trabajadores a demanda a través de aplicaciones, el trabajo se realiza fuera de línea (offline), en forma física, en un espacio geográfico determinado y circunscripto. En esta última modalidad se inscriben las actividades de delivery de comida (Deliveroo, Foodora, Rappi, Glovo), de transporte (Uber), trabajo doméstico y de cuidados (Zolvers, Aliada), reparación de viviendas (IguanaFix, Jobin), entre otras6.En este capítulo analizaremos en particular el proceso de trabajo y organización de los riders o trabajadores de reparto de comida/cadetería en la Ciudad de Buenos Aires: Rappi, Kadabra (Glovo) y PedidosYa7. En el último año las ciudades más grandes de la Argentina vieron alteradas sus fisonomías al experimentar el arribo de una multitud de jóvenes que en bicicleta (y en menor medida en moto) trasladan en grandes y vistosas mochilas pedidos de comida, farmacias y hasta objetos personales olvidados en algún sitio. La coyuntura elegida por las empresas para instalarse en el país fue notoriamente favorable: aumento creciente del desempleo y precarización del mercado de trabajo. Además, un gobierno que promueve salidas individuales (el emprendedurismo), la especulación financiera y la flexibilización de todo tipo de controles y regulaciones estatales en favor del gran capital. Sumado a ello, un conjunto de trabajadores migrantes -principalmente venezolanos- que se encuentran disponibles y necesitan un empleo para poder subsistir. Y, por otra parte, un hábito cultural que existe fundamentalmente en la Ciudad de Buenos Aires: los porteños están acostumbrados a utilizar el delivery, lo que facilitó que adopten en forma inmediata esta nueva modalidad de consumo.En las páginas que siguen nos proponemos visibilizar las relaciones sociales que se establecen en el trabajo organizado por estas empresas. En un primer apartado, describiremos las principales características que adopta la gestión algorítmica en Rappi, Glovo y PedidosYa, en base a un estudio cualitativo realizado en la Ciudad de Buenos Aires8. En un segundo apartado, analizaremos las formas de organización colectiva que han desplegado los riders. El malestar vivenciado por cada trabajador gestionado por un algoritmo se tradujo en el germen y el fundamento de medidas de fuerza organizadas colectivamente y también, y éste es un hito trascendental, en la construcción de un sindicato que pueda ser capaz de representar sus intereses.