BECAS
GONZALEZ FRANCESE Rocio
artículos
Título:
Mal de Chagas, Mal de Muchos: las muertes evitables
Autor/es:
ROCÍO GONZÁLEZ FRANCESE
Revista:
REV. DE MEDICINA
Editorial:
Fac de Medicina UBA
Referencias:
Año: 2010 p. 4 - 5
Resumen:
El Mal de Chagas es la principal enfermedad endémica en nuestro país, se estima que hay dos millones de infectados, mueren por semana diez personas como consecuencia de este mal. A pesar de los avances logrados en las últimas décadas, esta enfermedad constituye la principal endemia de la Argentina. Hay cerca de dos millones de infectados, según estimó el director del Programa Nacional de Chagas, médico pediatra e infectólogo Héctor Freilij. No hay estadísticas oficiales, pero esta es la estimación. Es una enfermedad que se caracteriza por ser silenciosa y permanente, en la que los que se mueren son los más pobres. El Chagas es de evolución lenta, dado que el parásito puede anidar en los tejidos del cuerpo humano, principalmente el corazón, lo que termina ocasionando la muerte en al menos 30 por ciento de los casos. "Por los numerosos factores involucrados, a los cuales se suman aquellos de poder político y económico, esta enfermedad pasa a constituirse no sólo en una tradicional enfermedad de la pobreza, sino en un paradigma de los mecanismos de ocultamiento y exclusión como forma de discriminación social y laboral", señala el Programa Nacional de Chagas. Pero de la mano de la migración interna y de la ausencia de planes sistemáticos para combatir la presencia del insecto en las casas, el Chagas llegó a las ciudades y dejó de ser un problema exclusivo de las áreas rurales hace años. Esta enfermedad no tiene cura si no se aborda un tratamiento antiparasitario en sus primeros estadios. La vía de transmisión de 95 por ciento de los casos en este país es la picadura de una especie de vinchuca, un insecto hematófago que anida en grietas y recovecos de construcciones de adobe, cañas, paja y troncos, materiales de viviendas rurales. El protozoario Trypanosoma cruzi es el agente causal de esta enfermedad y su vector en nuestro país es el Triatoma infestans, insecto de costumbre hematófaga, mas conocido como "vinchuca". Otras vías de transmisión son las transfusiones de sangre, los transplantes de órganos y a través de la placenta. La estrategia básica para eliminar la vinchuca de las viviendas es fumigarlas, repetir la operación a los seis meses y controlar y estar atentos cuando vuelven para volver a fumigarlas, explicó Héctor Freilij. Pero las tareas de fumigación, que alguna vez estuvieron centralizadas a nivel nacional y luego fueron delegadas a las provincias, han ido disminuyendo con el correr de los años. ?De los 3000 fumigadores que había en la década del ?80, quedaron alrededor de 300. En el último año se nombraron 400. El ministerio les ofreció a las provincias que nombraran rociadores nuevos, la cantidad que necesitaran, y que por dos años se encargaba de pagar los sueldos. Pero al término de ese plazo cada jurisdicción debía absorberlos, y no quisieron asumir ese costo salarial. Para hacer una acción como corresponde se requieren entre 1000 y 1500 rociadores?, precisó Freilij. Santiago del Estero, Chaco, San Juan y La Rioja son cuatro de las provincias con mayor índice de infestación. Jujuy, Entre Ríos, La Pampa, Neuquén y Río Negro han sido certificadas por la OMS como libres de transmisión domiciliaria por vector. Pero Freilij tiene sus dudas de que actualmente esa situación se mantenga. ?Tengo información de que ha vuelto a detectarse vinchuca infectada domiciliaria?, observó. Las migraciones internas han llevado la vinchuca y el Chagas a centros urbanos: en la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, casi el 3,2 por ciento de los donantes de sangre tienen Chagas; en Santiago del Estero, donde se registra la prevalencia más alta, el 14 por ciento de los donantes es seropositivo. En 1911 se comprobó en Argentina la presencia de este mal que lleva el nombre de su descubridor, el brasileño Carlos Chagas. El país contó con uno de los principales investigadores en la materia, el médico Salvador Mazza, quien a lo largo de dos décadas, desde 1926, abordó la enfermedad en sus aspectos patológicos, clínicos, epidemiológicos y sociales.