INVESTIGADORES
NESPOLO Maria Jimena
artículos
Título:
"Dossier: Antonio Di Benedetto"
Autor/es:
JIMENA NESPOLO
Revista:
Zama
Editorial:
Rev. del Inst. de Lit. Hispanoam., Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2008 p. 131 - 193
ISSN:
1851-6866
Resumen:
El 10 de octubre de 2006 se cumplió el vigésimo aniversario del fallecimiento de Antonio Di Benedetto. Curioso año marcado quizá por demasiadas efemérides. A 30 años de acaecido el Golpe Militar que desgarró de cuajo la historia política y social argentina, recordar a este escritor que sufrió la cárcel y el exilio no fue un acontecimiento para nada fortuito. Entre el 9 y el 13 de octubre, durante la “Semana de Homenaje a Antonio Di Benedetto” –organizada por la Casa de Mendoza y el Instituto de Literatura Hispanoamericana–, se dieron cita en la Biblioteca Nacional más de medio centenar de escritores, críticos, traductores, cineastas, editores y periodistas a reflexionar no sólo sobre el escritor y su obra, sino también sobre el presente y el futuro de cada una de sus disciplinas. Si hace apenas unos años la narrativa de Di Benedetto era prácticamente inhallable y funcionaba como “santo y seña” de una cofradía de iniciados (entre los que cabe mencionar, por ejemplo, a Roberto Bolaño, Juan José Saer o Ricardo Piglia), hoy no creo exista una poética más vital y mancomunada al presente, como la del autor de Zama. Explicar el “fenómeno Di Benedetto” sólo a partir de aquella política editorial que se ha dedicado a reeditarla no le haría justicia ni al escritor, ni a su obra, ni mucho menos a la notable cantidad de intelectuales que durante décadas han reclamado para Di Benedetto su merecido lugar en el canon literario argentino. Mucha menos justicia le haría –valga decir– a aquellos jóvenes artistas que encuentran hoy en esta poética una fuente inagotable de recursos, inquietudes, y potentes respuestas estéticas desde donde labrar el conflictivo presente de una cultura. Quizá, por su rápida inserción en la industria del espectáculo, la apropiación de esta narrativa realizada por el llamado “Nuevo Cine Argentino” sea la arista más visible del fenómeno. Durante la “Semana de Homenaje” se estrenó la adaptación cinematográfica de la novela Los suicidas, llevada a cabo por Juan Villegas; en la mesa de discusión coordinada por Graciela Speranza¸ participaron también el director Fernando Spiner ­(que entonces ya estaba próximo a lanzarse en el rodaje de Aballay­) y Gustavo Malajovich (quien junto a Sergio Wolf acababa de adaptar a guión la novela El silenciero). La proyección de los míticos fragmentos del film Zama (Espera en medio de la tierra) de Nicolás Sarquís y de los documentales Absurdos, Reducido, La espera y Variaciones Di Benedetto –estos cuatro últimos de realización reciente– completaron, junto a la muestra del artista plástico Jorge Sánchez, el mapa de reinvenciones que esta obra ha propiciado en el campo de las artes visuales. Es indispensable, por otro lado, mencionar el agitado debate que se generó, durante la semana, en la mesa “Literatura y periodismo” ­–coordinada por Sylvia Saítta, tuvo como ponentes a Jaime Correas (director del diario Uno de Mendoza), Jorge Enrique Oviedo (ex director de Los Andes), Maximiliano Tomas (editor del suplemento cultural del diario Perfil), y Jorge Urien Berri (periodista de La Nación)–. A partir del análisis de la actividad periodística de Di Benedetto como subdirector del diario Los Andes durante los años previos al Golpe se discutió sobre ética y oficio periodísticos, deflación actual de la figura del editor, manipulaciones del mercado en la “noticia” y sobre la existencia o no de un nuevo periodismo argentino. So riesgo de caer en tediosas enumeraciones, tampoco podemos dejar de mencionar los aportes de Maria Nicola (traductora de El silenciero al italiano) y Maria Paula Ribeiro (traductora de Zama y Los suicidas al portugués), quienes junto a la especialista Patricia Willson dialogaron en aquella oportunidad acerca de las dificultades que les habían presentado la traducción de esos textos. Pero decíamos que el 2006 fue un año saturado de efemérides. Además de las ya mencionadas, es preciso apuntar rápidamente otra: Zama cumplió cincuenta años de vida. Como especialistas o sencillos lectores, podemos asistir con más o menos razones a la sucesión de pequeños milagros que dan vida y carnadura a un texto. Los libros –aventuremos– pueden vivir de distintos modos: hay libros de vida larvaria, que respiran y crecen bajo un silencio atroz; hay otros que crepitan en los rincones oscuros de las casas con un verdor vegetal que nos abruma; también están aquellos que rugen una violencia animal incontenible, desesperada, y que cualquier domador aterido puede encerrar –para su tranquilidad– en el anaquel de los clásicos. Hay otros tantos –recordemos–, en apariencia dóciles o inocentes en su infantil lascivia que, desde esa extraña subalteridad, logran vencer la impasibilidad del mundo. Múltiples modos de asumir lo literario, cada libro vive del  modo que puede y así llega hasta nosotros. Lo curioso del caso es que Zama, a lo largo de estos cincuenta años, ha gozado de todas esas vidas y quién sabe de qué otras gozará mañana, pero ha diseñado aquí, en estas páginas, un particular modo fonemático de estar en el mundo: La última letra siempre, para nosotros, ha de ser la primera. Zama es quizá, a partir de ahora, también un principio elemental de composición. Los artículos aquí reunidos son, sin lugar dudas, sobrada muestra de la intensidad discursiva desplegada a lo largo de los cinco días de encendido homenaje. Desde las emotivas palabras de apertura de Noé Jitrik a la  magistral conferencia sobre el gaucho Aballay con la que Marcelo Cohen dio cierre a las jornadas, la reflexión transitó por distintos tempos y temáticas acechando a una escritura tan singular como escurridiza. Más de veinte escritores y una decena de críticos probaron con ardor las llaves que su ingenio y su talento les permitían urdir para cercar una obra en constante fuga porque –claro– de eso se trata: de rondar con infinito amor un tesoro, un secreto que –sabemos– no se nos revelará nunca. Pero, lejos de la ataraxia de la crítica servil o delicuescente, esa imposibilidad es nuestro mayor gozo, nuestro mayor desafío. Cada textos es una llave, más o menos sofisticada, que intenta a su modo asomarse al enigma de esa arriesgada y conmovedora aventura de vida en el lenguaje que solemos llamar –para entendernos–: Literatura.