INVESTIGADORES
VERZERO Lorena
artículos
Título:
Pier Paolo Pasolini-Paco Giménez: Epifanía del cuerpo trágico
Autor/es:
LORENA VERZERO
Revista:
E-misférica: Performance y Política en las Américas
Editorial:
Instituto Hemisférico de Performance y Política de la Universidad de Nueva York
Referencias:
Lugar: Nueva York; Año: 2005 p. 1 - 5
ISSN:
1554-3706
Resumen:
La intertextualiad de Fiore di Merda (2005), un espectáculo realizado por el grupo La Noche en Vela que dirige Paco Giménez, con la obra de Pier Paolo Pasolini opera como motor de este trabajo en el que estudiamos la producción de sentido a partir de la resemantización de elementos presentes en el neorrealismo italiano en la escena teatral y política de la Argentina actual. Postulamos la existencia de dos niveles de lectura posibles en Fiore di Merda: un primer nivel icónico e indicial de cita y homenaje al cine de Pasolini; y un segundo nivel, simbólico, en el que es posible vislumbrar enlaces con la realidad, aunque ésta aparece velada por procedimientos propios del teatro posmoderno. Fiore di Merda es, en última instancia, una tragedia proletaria posmoderna -aunque en el goce-resistencia lúdico, se presente como su reverso, y si es que aún es posible pensar en la existencia de un “proletariado”-. Por otro lado, la desarticulación de las nociones de género produce sentidos políticos. El erotismo es aquí un acto político que se organiza desde las márgenes como apogeo de una tensión entre seres deseantes y deconstruye el mundo burgués. Tanto la sensualidad que organiza las relaciones, como la prostitución o el sexo bajo condiciones que la “moral civilizada” moderna consideraría pervertidas, y la abolición de la sublimación y de la represión, constituyen el canal libertario por el que este mundo popular se desata de la dominación. En conclusión, Fiore di Merda se construye sobre bases físicas –escénicas-: cuerpos y territorios a partir de los cuales se crea una identidad popular que todo el tiempo intenta trascender su destino y, cuando eso ya no es posible, instaura sus propios códigos y, así, participa de un cosmos que es vitalidad plena, que quiebra el cuerpo propio y permite acceder a un cuerpo colectivo, a un espacio tribal instintivo.