INVESTIGADORES
LAWLER Diego
artículos
Título:
Autoconocimiento e inconsciente: un modelo para armar
Autor/es:
LAWLER, DIEGO
Revista:
Psicoanálisis
Editorial:
Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2022 vol. XLIV p. 131 - 144
ISSN:
0325-819X
Resumen:
A lo largo de la historia de la filosofía occidental, diferentes filósofos y filósofas han sostenido que los seres humanos no son transparentes a sí mismos y mucho de lo que les sucede ocurre inconscientemente. Sin embargo, es una tarea muy difícil apreciar cómo esto afecta sus preocupaciones básicas, a saber, su libertad, autoconocimiento, felicidad y el compromiso con lo que realmente les importa. Desde el adagio griego, “Conócete a ti mismo”, inscripto en el templo de Apolo de la ciudad de Delfos, el autoconocimiento ha desempeñado diferentes papeles en la tradición filosófica occidental, por ejemplo, una forma de sabiduría práctica y una meta de la reflexión filosófica, el punto de inicio de las certezas inmediatas de la experiencia subjetiva en las meditaciones cartesianas, el papel unificador de la autoconciencia en la filosofía kantiana y postkantiana, entre otros. Por supuesto, también el reverso del autoconocimiento ha tenido su importancia, por ejemplo, las distintas maneras en que estamos ciegos respecto de nosotros mismos y la panoplia de cuestiones que dan cuenta de los déficits del autoconocimiento, vinculándose con preguntas sobre lo que nos mueve “realmente” a actuar, sobre nuestras capacidades y sus limitaciones, sobre las emociones que nos conducen, etc. Estas últimas observaciones, aunque no es una novedad, suelen ser tratadas como inquietantes y este hecho es en sí mismo digno de mención, puesto que nuestro conocimiento sobre tantas cosas diferentes que nos importan, incluyendo a otras personas y sus motivaciones más profundas, es en general muy imperfecto, así que para nada debería sorprendernos la presencia del error o la ignorancia para con nosotros mismos. Sin embargo, si las propias convicciones o deseos de una persona permanecieran obstinadamente desconocidas para ella, sería también un lugar común decir que en esta situación hay algo que está fuera de lugar. ¿Por qué? Porque cada uno de nosotros espera naturalmente de sí mismo, así como otros esperan de nosotros, ser capaz de decir qué está haciendo ahora y por qué, si está o no de acuerdo con cierta opinión, si jugará o no al tenis el próximo fin de semana, si el calor de este día de verano le está quitando las fuerzas y las ganas, si desea o no compartir su vida con determinada persona, etcétera. Si no fuésemos capaces de estas acciones, creeríamos que hay algo inquietante en nosotros, puesto que una ignorancia completa sobre nosotros mismos no solo nos dejaría en el terreno de la incoherencia, sino que, además, nos desmadejaría completamente la vida y las interacciones con los otros. Las diversas formas de autoconocimiento ordinario son, por tanto, filosóficamente interesantes porque sus temas o contenidos (lo que estoy haciendo actualmente, lo que creo sobre algo, lo que quiero decir con mis propias palabras, etcétera) no sólo constituyen la trama de la vida humana, sino que ésta se ve seriamente perjudicada cuando nuestra conciencia de esos contenidos se bloquea o deteriora. La noción freudiana de inconsciente es de alguna manera un desafío al dictum del oráculo griego. Esta noción, y la experiencia terapéutica que Freud inaugura a partir de ella, muestra la fragilidad del autoconocimiento, lo difícil que es satisfacer el dictum griego, pero al mismo tiempo lo necesario que resulta autoconocernos para enfrentar la pregunta socrática de cómo cada uno debe vivir. Plantearse esta pregunta en primera persona supone recorrer un camino que inauguró Freud, a saber, involucrarse en un dispositivo de implicaturas conversacionales donde uno pueda hacerse esta pregunta en primera persona en primera persona con genuino éxito. Sin embargo, como todos advertimos en nuestras experiencias ordinarias, las diferentes formas sociales de la vida contemporánea obstaculizan el planteo profundo de esta pregunta; de allí que surja la necesidad de un dispositivo, como el análisis, para que la persona pueda planteársela profundamente en toda su radicalidad. En los párrafos que siguen quiero caracterizar un punto de vista sobre el autoconocimiento que denomino el modelo de la autoría. Al mismo tiempo, me gustaría señalar brevemente el desafío que representa el descubrimiento freudiano para este enfoque. El propósito es mostrar sus puntos de tensión así como retratar los desafíos.