CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD

Marcas fósiles de insectos aportan una nueva visión sobre extinciones masivas

Hace 66 millones de años un meteorito produjo la extinción masiva de especies. Un nuevo trabajo muestra que los ecosistemas se recuperaron más rápido en América del Sur que en el Norte.


Por Ari Iglesias*

El estudio de daños de insectos sobre hojas fósiles de hace ~66 millones de años en Patagonia muestra que los ecosistemas terrestres del Hemisferio Sur se recuperaron mucho más rápido que los ecosistemas del Hemisferio Norte luego del evento masivo que extinguió a más del 60 por ciento de la biota del Cretácico, incluyendo el gran grupo de los dinosaurios.

Los nuevos hallazgos fueron publicados en la revista Nature Ecology & Evolution y proporcionan nuevos conocimientos sobre los efectos ecológicos de la mega-extinción y de los distintos impactos que ocurrieron en diferentes partes del mundo. Estos estudios son importantes porque brindan valiosa información sobre las respuestas de los ambientes terrestres, ya que la mayoría de los datos que se conocen son de ambientes marinos.

Las nuevas investigaciones lideradas por los estadounidenses Michael Donovan, Peter Wilf y Conrad Labandeira (de la Universidad Nacional de Pennsylvania y el Museo Smithsonian) y los paleontólogos argentinos del CONICET Ari Iglesias (del INIBIOMA en Bariloche) y Rubén Cúneo (del Museo Paleontológico de Trelew), examinaron la diversidad de daños causados por insectos en hojas fósiles de diversos yacimientos paleontológicos de la provincia del Chubut (Argentina). Estos yacimientos contienen sedimentos rocosos del período anterior y posterior al evento de extinción masiva de fines del Cretácico.

Las interacciones entre las plantas y los insectos herbívoros son un componente crucial de las redes alimenticias terrestres. Investigaciones anteriores demostraron que en América del Norte estas interacciones tardaron nueve millones de años en recuperarse del evento de extinción al final del período Cretácico, causado por el impacto de un gran meteorito que fue llamado Chicxulub, en la Península de Yucatán (México), hace aproximadamente 66 millones de años.

Sin embargo, en una publicación previa en base a la diversidad de plantas fósiles, los científicos habían sugerido que el evento de extinción podría haber sido diferente en aquellas zonas alejadas del Hemisferio Sur, ya sea menos severo (hipótesis de refugio ecológico) o que había ocurrido una recuperación mucho más rápida de los ecosistemas.

Contrariamente a la hipótesis del refugio, el nuevo trabajo determinó que el evento de extinción fue tan masivo en América del Sur como en América del Norte, con la evidencia de que muchas especies de insectos se extinguieron. Sin embargo, encontraron que la recuperación de las interacciones entre insectos y plantas fue mucho más rápida en América del Sur, con toda la diversidad restaurada en sólo cuatro millones de años (en comparación con los nueve millones certificados en América del Norte).

Sabemos que cada tipo de insecto genera diferentes tipos de daños en las hojas. Algunos dejan marcas de sus mandíbulas al alimentarse (mordidas y puntos de succión), otros ponen huevos sobres las hojas (los cuales quedan marcados en los fósiles como oviposiciones), otros viven como larvas dentro de las hojas dejando caminitos a medida que van creciendo (denominadas minaciones) y otros generan reacciones del tejido de las plantas denominadas agallas.

El nuevo estudio de los daños de organismos sobre hojas fósiles determinó que aquellos insectos que eran muy específicos de un tipo especial de planta (especializado en un tipo de hoja), perecieron. Aquellos que eran insectos generalistas (que podían comer de varios tipos de plantas) en su mayoría también perecieron, pero son los que menos impacto sufrieron.

Se concluyó que los insectos más indicativos para el reconocimiento de la extinción masiva fueron aquellos que colocan sus huevos dentro de las hojas y sus larvas producen galerías o minaciones. Estos últimos daños los producen en su mayoría las avispas (hymenópteros), polillas (lepidópteros) y moscas (dípteros), cuyas larvas luego de comer la hoja generan una cámara de pupación, que también se preserva en estado fósil, y de donde surge el adulto que es alado.

El estudio comparado con la evidencia científica de similares ambientes continentales en similares latitudes pero de ambos Hemisferios del planeta, deja entonces reconocer que si bien la vegetación de Patagonia fue mucho más rápida en recuperarse luego del impacto del meteorito, los ecosistemas fueron brutalmente afectados y numerosas plantas e insectos se extinguieron, denotando que esta mega-extinción ha ocurrido en todas las regiones del globo, incluyendo Patagonia.

*Ari Iglesias es investigador adjunto del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA, CONICET-UNCo). Obtuvo su licenciatura en Biología con orientación en Paleontología en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), donde además realizó su doctorado en Ciencias Naturales.