CIENCIAS EXACTAS Y NATURALES

Mal pronóstico para las lagartijas

Se realizó una proyección a futuro para evaluar el efecto que causará el cambio climático sobre las regiones donde viven dos especies de estos reptiles.


Una pequeña modificación  en el ambiente puede afectar masivamente a todo un ecosistema. Una investigación asegura que determinadas variables asociadas al clima ocasionarían para el año 2050 una reducción del área potencialmente adecuada en la que habitan una lagartija endémica de la Provincia de Córdoba y otra de Chubut.

“El objetivo es que esta información sea de utilidad para que instituciones gubernamentales que se dediquen por ejemplo a crear áreas protegidas, diseñarlas y mantenerlas, puedan tomar a tiempo las decisiones pertinentes para proteger a los animales de los efectos del cambio climático”, afirma el becario pos-doctoral del Grupo de Herpetología Patagónica del  Instituto Patagónico para los Ecosistemas Continentales (IPEEC CONICET-CENPAT), Ignacio Minoli.

Las lagartijas que se estudiaron son dos especies del género Pristidactylus. P. achalensis vive en ambientes altos de pastizales en Córdoba en áreas comprendidas por el Parque Nacional Quebrada del Condorito, mientras que P. nigroiugulus habita en áreas asociadas con mesetas basálticas en Chubut, Río Negro y Santa Cruz.

“La capacidad de dispersión que tiene un lagarto pequeño es muy limitada. Puede vivir toda su vida por ejemplo, debajo de un arbusto y cualquier alteración en el ambiente como las que puede ocasionar el cambio climático puede afectarlas sin darles el tiempo a suficiente para colonizar nuevas áreas con las condiciones adecuadas”, asegura el científico.

La Asociación Herpetológica Argentina categorizó en el año 2012 a la especie Pristidactylus achalensis en un estatus de conservación vulnerable y a P. nigroiugulus como no amenazada. Sin embargo, las proyecciones del modelo creado por los autores de este trabajo aseguran que los efectos del cambio climático afectarán de manera más drástica a P. nigroiugulus. Se estima que al comparar los modelos presentes con las proyecciones al 2050, P. achalensis tendría una reducción en el hábitat potencialmente adecuado en casi un 18 por ciento y P. nigroiugulus un 39 por ciento.

“La especie que vive en Chubut vive en roquedales que en determinadas épocas del año por la exposición al sol levantan altas temperaturas. En cambio, en las sierras de Córdoba existe vegetación herbácea con cierta altura. Tienen refugios y están expuestos a un clima más benevolente y menos extremo. Estas condiciones podrían influir en que el pronóstico a futuro sea menos favorable para una de las especies. A pesar de ser especies cercanamente emparentadas, cada una de ellas tiene un nicho ecológico propio, lo cual podría explicar las diferencias que encontramos en las magnitudes de los cambios en las proyecciones futuras.”, sostiene el científico.

En otro escenario posible a futuro con emisiones mayores de dióxido de carbono, también recreado por el investigador, estos animales verían afectados sus hábitats en más de un 45 por ciento.

Los reptiles son animales ectotérmicos, es decir que regulan su temperatura a partir de la temperatura ambiental y es por eso que son particularmente sensibles a una posible modificación climática, por lo cual representan buenos indicadores para estudiar esta problemática.

“Cada ecosistema tiene una historia natural compartida que está intrínsecamente relacionada con el clima. En el contexto de cambio climático pronosticado se estima a futuro una suba de la temperatura global-regional y alteraciones en el régimen de las precipitaciones. Esto tiene consecuencias asociadas al ambiente, a la fauna y a la flora de cada región. Este modelado de nicho ecológico calcula a partir de determinadas variables cuan adecuado es y será el hábitat para estas especies en particular y es por eso que puede ser utilizada como herramienta para planificar y conservar con base en resultados obtenidos en un plano espacial-geográfico y temporal”, concluye Minoli.

El modelado elaborado por los investigadores incluye diferentes variables climáticas que el científico representa geográficamente en un mapa y que permite realizar esta proyección a futuro.
“Solo evaluamos el cambio climático. Si incluyera otras variables vinculadas al efecto antrópico, es decir las modificaciones provocadas por el hombre como el uso de la tierra, el avance de la frontera agropecuaria y los cambios en la cobertura vegetal, el pronóstico para estos animales posiblemente sería aún peor”, analiza.